Científicos de la UCR vieron por primera vez en Costa Rica (y en América Central) un especimen de Pardela Paticlara, un ave marina que está cerca de estar amenazada según la UICN.
Las aguas de Costa Rica nunca habían visto sobrevolar a la Pardela paticlara (Ardenna carneipes). Es más, nunca se había visto un espécimen en toda América Central. Sin embargo, una expedición de científicos de la Universidad de Costa Rica (UCR) dio con el primer avistamiento de esta ave marina.
El descubrimiento se realizó el pasado 10 de enero, durante una salida de monitoreo desde Cabuya de Cóbano, a unos 40 kilómetros de Cabo Blanco. Este pájaro fue observado junto a un grupo de aves que forrajeaba junto a delfines manchados (Stenella frontalis).
Este hallazgo es inusual, pues la Pardela Paticlara tiene un rango migratorio que va desde el Océano Índico hasta las costas de Alaska y California, pero el trópico normalmente no es su hábitat.
"Este descubrimiento resalta la importancia de continuar con los monitoreos en áreas clave como la Fosa Mesoamericana y los Montes Marinos de la Cordillera Coco, que son vitales para la migración y forrajeo de muchas aves oceánicas", dijo, en declaraciones para la UCR, Sergio Chacón Arias, investigador y docente de la Sede Regional del Atlántico de la UCR y quien dirigió la expedición que dio con el hallazgo.
¿Cómo es esta ave marina?
Según el portal de ornitología eBird, esta rara ave marina es enteramente del color del chocolate oscuro, pero sus patas son más bien claras, de ahí su nombre.
"La Ardenna carneipes a menudo es vista sola o forrajeando con otras pardelas. Se reproduce en las islas de Nueva Zelanda. No es probable verlo desde el continente porque se mantiene muy lejos de la costa", señala el portal.
El hallazgo también trae esperanza. De acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la población de Pardelas paticlaras está disminuyendo y está considerada como una especie en un estado "cercano a la amenaza".
Esto, según la UCR, también subraya la necesidad urgente de proteger estos hábitats, dado que esta y otras especies se enfrentan a amenazas como la pérdida de hábitat y el cambio climático.
"Este hallazgo es una clara señal de que nuestras aguas son una zona de convergencia para aves oceánicas de distintas partes del mundo, lo que hace que la Zona Económica Exclusiva (ZEE) costarricense sea un punto estratégico para la protección de estas especies en peligro", destacó Chacón.
La investigación que halló la primera Pardela paticlara
El viaje en el que se documentó esta pardela por primera vez se enmarca en el Proyecto Plumas Marinas (Plumare) de la UCR. Fue financiado mediante el Fondo Especial de Estímulo, y estudia la diversidad de aves ZEE de Costa Rica. La investigación tiene un enfoque especial en los ecosistemas marinos del Pacífico y el Caribe costarricense.
Los científicos han estudiado particularmente los montes marinos de la Cordillera Volcánica Submarina del Coco, esta es la cordillera más extensa de América Central. Está conformada por una cadena de montes, montañas y volcanes que se extienden desde las islas Galápagos hasta la costa pacífica de Costa Rica. La Isla del Coco es el único punto que sobresale en la superficie en toda la cordillera.
Los estudios alrededor de esta cordillera han demostrado ser fundamentales para comprender cómo las diferentes aves oceánicas utilizan estos espacios para la migración, el forrajeo y la reproducción.
Hasta ahora, el Proyecto Plumas Marinas ha documentado 38 especies de aves oceánicas. Entre ellas destacan aves migratorias provenientes de California y Baja California, así como como Hawai, Nueva Zelanda y Chile.
No obstante, este último hallazgo resalta la riqueza de biodiversidad que los ecosistemas marinos costarricenses albergan.
"Este tipo de hallazgos refuerza la urgencia de proteger nuestros ecosistemas marinos, que son esenciales para el equilibrio ecológico y la supervivencia de muchas especies, incluidas las que aún desconocemos", dijo Chacón.
El trabajo de investigación no termina aquí. El equipo de investigadores planea realizar nuevas expediciones a áreas clave como el Parque Nacional Isla del Coco, y continuará con los monitoreos para documentar más hallazgos.
Además, se prevé la creación de una guía de aves oceánicas que sirva para la educación y para la gestión de recursos en las zonas de mayor biodiversidad de Costa Rica. Pero también pueden abrirse las puertas al turismo.
"Pueden abrirse nuevas posibilidades para el turismo ornitológico, un sector que puede contribuir significativamente a la conservación de nuestras aves oceánicas y sus hábitats", concluyó Chacón.