Como en Narnia

Estamos frente al mar, !por fin¡ Todo es una delicia: el ruido de las olas, el graznar de las gaviotas, el vuelo de los cormoranes. El calor no es tan intenso sobre la arena, pues siempre corre una brisa suave y fresca. !Estamos felices, tía Waverly y yo (y el perrito Braulio)¡ No hemos parado de comer pan de huevo y palmeras.
Eso sí, la tía anda como en Narnia... Se le han quedado ya dos veces las llaves dentro de la casa que arrendamos, y van dos veces también en que hemos tenido que acudir al cerrajero. Por las mañanas no para de jardinear, podar flores y hacer ramos, y por las tardes se queda arrobada mirando las puestas de sol y suspirando cual adolescente. ¿Se habrá enamorado como algunos veranos atrás? ¿Recuerda, lector? !Qué intenso estío aquel¡
La noche del lunes preparó un plato "contraintuitivo": salmón ahumado con ensalada de betarragas, cebolla y palta. Cuando me senté a la mesa no lo podía creer, pero al probarlo me di cuenta del talento culinario de tía Waverly, siempre una sorpresa. "!Ay, mijito¡", espetó, "de eso se trata la cocina. De sorprender a quienes quieres. Eso hace todo". Y vaya que tuvo razón. El almuerzo fue exquisito. "Además, con tanto pan de huevo que has comido, no es tan difícil sorprenderte".
Y entonces reflexiono que ni idea tiene de la cantidad de maní confitado que he comido subrepticiamente... Y no solo sino con Braulio (quien levanta las orejas cuando oye que pongo punto final a esta columna, chasqueando los dedos tras la espalda).