La primera vez que Luis Alberto Heber fue electo para ocupar una banca tenía 26 años, solo uno más de los que pide la Constitución para integrar la Cámara de Diputados.
Desde hace 40 años,
Luis Alberto Heber tiene un lugar asignado en una butaca del
Palacio Legislativo. La primera vez que fue electo para ocupar una banca tenía 26 años, solo uno más de los que pide la Constitución para integrar la
Cámara de Diputados. Es el legislador que tiene más años en el Parlamento -y de manera ininterrumpida-, y hoy se prepara para seguir en ese mismo camino, en un despacho donde se acomodó hace ya varias legislaturas, para trabajar en su octavo período, que a diferencia del anterior lo tendrá en el bando de la oposición -con un
esquema sin claras mayorías.
Antes de asumir por primera vez, Heber ingresó al
Palacio un día de 1985 que recuerda muy bien: "Carlitos (Carlos Rossi) me dijo: '¿Vamos al Palacio? Dale que le dije al flaco Machiñena (Jorge Machiñena)'. Éramos los tres electos por el herrerismo, el Consejo Nacional Herrerista. Estaba todo apagado, todo cerrado, y un funcionario nos dejó entrar. Le pedimos que nos abriera la sala y me acuerdo perfecto de cuando ingresamos. Carlos salió corriendo a una banca, y dijo 'yo me voy a sentar acá, y le voy a decir a los colorados que los voy a interpelar'. Por mi parte, le pregunté al funcionario si se acordaba dónde se sentaba mi padre -del 58' hasta el 71' fue diputado y después senador hasta parte del 73'- porque quería ir al mismo lugar, y me indicó cuál era la banca".
La historia no termina ahí porque, recordó Heber, tenía el desafío de asegurarse su asiento una vez que comenzara el periodo legislativo y los otros diputados también estuvieran en la sala.
Del día que finalmente asumió, el 15 de febrero de 1985, cuando retornó formalmente la democracia al país, tiene recuerdos también fotográficos.
"Fue muy emocionante el
15 de febrero de 1985. Una multitud rodeaba el Parlamento pero también estaba repleto el
Salón de los Pasos Perdidos. No había custodias ni muchos funcionarios. Toda esa legislatura fue muy difícil porque no había orden en el Palacio. Fueron momentos de tensión terribles. La gente acampaba en el ambulatorio, sobre todo en las leyes que fueron muy polémicas, como fue la
amnistía a los presos políticos", rememoró Heber, al repasar sus primeras andanzas en los pasillos del edificio que ahora conoce de memoria.
Un día de aquel período que hoy recuerda como el más problemático, en que se votó la ley de amnistía, tuvieron problemas al salir del Palacio Legislativo: "Íbamos con (el diputado)
Martín Sturla sin guardia, medio abandonados en cuanto a la seguridad. Me acuerdo que él se subió al auto, y le tiraron unas cosas, lo empujaron y lo insultaron. Ahí me di cuenta de que había quedado solo. Seguramente, (los que protestaban) nunca imaginaron que fuera diputado porque era joven, deben haber pensado que era secretario. Pero había votado, igual que Martín, en contra de la amnistía general e irrestricta y a favor de una amnistía generosa".
Pero no todos son recuerdos negativos. Heber también tiene en su memoria lo "lindo" de esa época y el recuerdo de "un Parlamento muy vivo". Para la Ley de Presupuesto atendían a delegaciones -algunas con reclamos como persecuciones o recomposición de carrera- con
Jorge Gandini, en un momento donde todo se hacía a mano, mucho antes de que se pudiese imaginar las facilidades del Excel. "Las planillas las tenía que hacer con cuadritos, y se hacía una cartulina para ir a hablar con (Washington) Cataldi, que era el negociador del Partido Colorado, una gran persona, a pesar de que era el presidente de Peñarol", comentó entre risas.
Oratoria
En la primera reunión de bancada del Partido Nacional,
Wilson Ferreira Aldunate dejó en claro que los más chicos tenían que participar en las sesiones. Heber recordó: "Nos miró a los más jóvenes -me acuerdo que nos clavó la mirada, era muy carismático e imponía mucho- y dijo: 'Los muchachos jóvenes. Sí, ustedes. Quiero que hablen el primer mes, así le sacan el miedo a la cámara. No sé de qué, hablen de cualquier cosa, pero quiero que estén debutando'".
Con ese respaldo, Heber se anotó en la media hora previa para hablar de uno de los temas con los que hizo campaña: el
hospital de Rivera, el que describió a El País como "totalmente abandonado". "Hice una exposición que la leí, no fue improvisada. La leí porque me daba temor. Después, empecé a anotarme en todas las medias horas previas, sobre todo en el primer año. Estaba abonado, era el primero que me anotaba para plantear cosas de Rivera. Y ahí empecé a tener una participación mucho más fluida".
Cuando llegó 1990 y asumió el Partido Nacional con la presidencia de
Luis Alberto Lacalle, Heber, con 32 años entonces, tenía la "ilusión" de que iban a "resolver todos los problemas del país". "Al tiempo de asumir, Lacalle nos convoca con gente del Banco Central porque teníamos que ponerle impuesto a todo para hacer el ajuste fiscal más grande en la historia de Uruguay, que dio resultado. Fue durísimo pero teníamos un 120% de inflación. Entonces, en vez de solucionar (los problemas del país), tuve que empezar a levantar la mano para poner impuestos. Eso fue muy traumático para toda una generación", recordó.