La ideología woke
Roberto Alfonso Azcona | Montevideo
@|Un virus cultural que infecta a la sociedad y a Uruguay
Roberto Alfonso Azcona | Montevideo
@|Un virus cultural que infecta a la sociedad y a Uruguay.
En los últimos años, el mundo ha sido testigo del avance de una ideología que se presenta como defensora de la justicia social, pero que en realidad opera como un virus cultural, deformando valores fundamentales y sofocando el pensamiento crítico. Este fenómeno, conocido como woke, no es simplemente una corriente de opinión, sino una doctrina radical que ha infectado instituciones, medios de comunicación y sistemas educativos, alterando la forma en que las sociedades comprenden la realidad. Uruguay no ha sido la excepción, y su propagación en nuestra nación es una amenaza latente que debemos combatir.
Base Ideológica: un engaño bien disfrazado.
El wokismo se presenta bajo la bandera de la inclusión, la igualdad y la justicia, pero en su núcleo es un mecanismo de control basado en la manipulación emocional. Sus seguidores parten de un principio fundamentalmente erróneo: que todas las relaciones humanas están definidas por la opresión y que el mundo es un escenario de lucha constante entre víctimas y opresores.
Esta ideología no busca corregir injusticias reales con soluciones racionales, sino imponer una visión extremista donde la identidad de grupo prevalece sobre la individualidad. Se trata de una doctrina basada en la censura, la culpa heredada y el resentimiento social, que promueve el odio disfrazado de virtud.
El wokismo como virus cultural:
Tal como un virus biológico invade y altera el funcionamiento de un organismo; el wokismo penetra en la cultura y la reprograma desde adentro. Utiliza los medios de comunicación, el entretenimiento y la educación como vectores de transmisión, normalizando su narrativa hasta que la sociedad la acepta como una verdad incuestionable.
El wokismo reescribe la historia, demoniza el mérito individual, impone el miedo al disentimiento y destruye los lazos comunitarios al dividir a la sociedad en bandos irreconciliables. No se basa en el debate, sino en la imposición, y recurre a la cultura de la cancelación para eliminar cualquier oposición.
En Uruguay, esto se ha manifestado con el adoctrinamiento en las aulas, donde se intenta implantar una visión distorsionada de nuestra historia y valores, además de imponer una narrativa de culpa colectiva. También ha invadido el ámbito laboral y político, donde se exigen adhesiones forzadas a discursos ideológicos, bajo amenaza de represalias o cancelación.
La Izquierda como portadora del virus en Uruguay:
Si bien el wokismo ha contaminado diversos sectores de la sociedad, su principal promotor ha sido la izquierda, que lo utiliza como herramienta de poder. La izquierda uruguaya ha abandonado la lucha económica de clases para abrazar una guerra cultural en la que busca redefinir la moral, la identidad y el lenguaje a su conveniencia.
En lugar de promover el esfuerzo y la libertad individual, la izquierda woke exige sumisión ideológica y castiga a quienes se resisten. Se apropia de causas legítimas, como la igualdad de derechos, para transformarlas en armas de dominación. No busca el bienestar común, sino el control total de la narrativa.
En nuestro país, esto se ha evidenciado en el intento de imponer lenguaje inclusivo en las instituciones, en la censura a quienes cuestionan la ideología de género y en la persecución de aquellos que defienden valores tradicionales. Se pretende convertir a Uruguay en un laboratorio del wokismo, destruyendo nuestra identidad cultural y nuestras bases republicanas.
El combate al virus: la educación como antídoto.
El wokismo solo puede ser erradicado mediante una educación basada en el pensamiento crítico, la verdad histórica y el respeto por la libertad individual. Es imprescindible recuperar la enseñanza de valores sólidos, del mérito y del esfuerzo personal, para que las nuevas generaciones no caigan en la trampa de esta ideología tóxica.
El primer paso es desenmascarar sus contradicciones y exponer su verdadera naturaleza. La sociedad uruguaya debe recuperar el valor del debate abierto, el cuestionamiento de dogmas y la defensa de la razón sobre la emoción manipulada. No se trata de combatir con censura, sino con ideas claras y firmes.
Si queremos un Uruguay libre y próspero debemos erradicar este virus cultural antes de que destruya nuestras instituciones y nuestra identidad. En tiempos de oscuridad intelectual, la educación es la luz que guía hacia la libertad. El wokismo es una infección cultural, pero la verdad es el mejor antídoto.