La actriz argentina, recordada por "Relatos salvajes" y "Casados con hijos" se presenta el 27 y 28 en El Galpón con el unipersonal dirigido por Marilú Marini, sobre la novela de Ariana Harwicz.
La argentina Érica Rivas, le cuenta a El País en una charla telefónica que hay pocas cosas que le gusten más que estar arriba de un escenario. La actriz que ha sido parte de películas como Relatos salvajes y Los sonámbulos, y clásicos de la televisión como Gasoleros, El sodero de mi vida o Casados con hijos, dice que el poder ir de ciudad en ciudad llevando las historias que protagoniza en las tablas, le genera una sensación única, irremplazable, y muy distinta a la que puede tener el espectador viéndola desde una pantalla. "El hecho de estar y hablar, tener el cuerpo presente, me conmueve y moviliza para poder seguir", comenta la actriz que se presenta este 27 y 28 de febrero en El Galpón con Matate amor.
La actriz estuvo en 2024 con esta comedia negra que dirige Marilú Marini, sobre la novela de Ariana Harwicz, y ahora regresa en el marco de El Galpón Internacional. Entradas por Redtickets desde 1.500 pesos.
"Creo que es un momento del mundo donde eso es muy importante para tener en cuenta: el cuerpo, la charla", dice. "Sé que las cosas conmueven igual a través de la pantalla, pero lo que se recibe es genial. Porque estoy sola en el escenario, asustadísima por todo el texto, los personajes y cómo fueron rebotando en todos estos años todas las temáticas y las palabras y los lugares donde se mete el texto. Pero lo que te da la gente, la energía que trae al teatro, la estoy recibiendo también y feliz de poder seguir aprendiendo".
Rivas se mantiene fiel a esa tradición de ver teatro y comentar lo vivido después de la función, café mediante, ya que todos los espectadores pueden irse con una idea distinta de lo que acaban de ver.
"Una palabra reverbera dentro tuyo de una manera distinta para todos, y para mí también es así. Yo estoy muy implicada en el texto y todo el tiempo me suena distinto, entonces este aprendizaje, este ejercicio es muy importante", aclara la actriz.
Sobre la obra, la maternidad y su país, es esta charla.
https://www.youtube.com/watch?v=_LbI0nBtYm8 El año pasado presentaste Matate amor en Uruguay. ¿Cómo fue la experiencia? Hermosa. Ya estaba conmovida por estar en El Galpón, un teatro tan emblemático y que habla de tanta resistencia y organización. Es un teatro muy mágico para actuar, y lo que pasó en esos dos días fue muy emocionante y divertido. Fueron de las funciones que uno recuerda antes de dormir para pensar en cosas buenas. Es un recuerdo muy atesorado por todo, por la gente del teatro, los técnicos, el público. Pasa algo especial con los uruguayos, no sé por qué será. Soy muy admiradora de Marosa di Giorgio y de Idea Vilariño, y que me inviten de Uruguay es un placer, un regalo hermoso. Siento que es un pueblo muy culto e interesante.
Es fascinante que volvés con una obra que habla del feminismo pero desde otro lugar. La protagonista no espera al príncipe azul o que la vida se le resuelva, sino que son todos los problemas y pensamientos que puede tener una persona cualquiera a la hora de enfrentarse a un tema tan común y complejo como la maternidad. ¿Resuena más ese tema en la Argentina de hoy? Claro, sobre todo en este momento que el machismo está entrando en su reverdecer, otra vez. La última ola feminista trajo movimiento y las experiencias no aceptadas de las olas anteriores, revisándose de una manera mucho más interesante. Y por supuesto que eso iba a tener una contraofensiva, una reacción. Así que llevar este texto es una forma de resistencia, aunque siento que esa palabra queda corta. Es una forma de abrir puertas, romper patrones, encontrar un anclaje a una forma de pensarse distinta que quizás, muchas veces no las podemos compartir.
¿Vos cómo has hecho para salir adelante? Yo, como siempre, charlando. Hablando con amigas, con amigos, debatiendo, estando en desacuerdo, y fundamentalmente con terapia. Tengo mi terapia psicoanalítica que, para mí, es el anclaje más importante, pero sobre todo es debatir, con la gente que quiero y está de acuerdo conmigo y con la que no también. Pasa que la diferencia entre estar de acuerdo y no, es violenta, cuando en realidad solamente es una diferencia.
Es complicado cuando todos creen tener la verdad. Es complicado, pero como feminista y mujer te digo que la historia de las mujeres y disidencias es un camino de entenderse. Hay que conocer el después, el antes, cómo hicieron las antecesoras para seguir, porque es un pasado que traemos casi en los genes. Todas tenemos historias de esas batallas, luchas y controversias. Y cuando te encontrás que no sos únicamente feliz por ser madre, y que tampoco sos la CEO de una empresa a la que está beneficiando todo un gobierno; cuando te das cuenta que no sos eso, aparecen los lugares de resistencia que existieron a lo largo de la historia y que nos enseñan cómo lo resolvieron. El movimiento Queer me inspira muchísimo para pensarme en este sentido, además del movimiento feminista y lo que nos dejaron las distintas mareas. Esto de la resiliencia, el poder seguir organizadas para continuar con este movimiento que lo único que quiere es generar conciencia y tener la paz. Por eso me resulta raro cuando nos dicen "violentas". También este texto que es muy violento y agresivo para con ese discurso de la maternidad edulcorada.
¿Cómo fue en el estreno esta obra, hace ya siete años? Cuando la hicimos por primera vez (en 2018), era "¿cómo van a hablar de esto?", "cuidado", pero para mí es alucinante porque tiene humor desopilante, muy popular más allá de que la obra es una locura de una destreza intelectual muy alta, porque Ariana Harwicz es una escritora alucinante. El trabajo fue entender cómo se llega del texto a esto otro para poder aceptarlo como algo que es lo que sentimos y nos pasa.