¿Mejor sin estrategia?
Carlos Téllez
La consultoría ofrece a sus practicantes el privilegio de conocer muchas personas, y de sostener conversaciones que quizás de otra manera no serían posibles
Carlos Téllez
La consultoría ofrece a sus practicantes el privilegio de conocer muchas personas, y de sostener conversaciones que quizás de otra manera no serían posibles. Coincidí recientemente en mi vuelo con un experimentado miembro de junta directiva en varias empresas reconocidas de Colombia. Un empresario respetable por mérito propio. Conocedor de mi oficio, me preguntó: ¿en una situación de incertidumbre como la desatada por la guerra comercial que vivimos, sí vale la pena ponerse en la tarea de hacer estrategia en las empresas? Desde sus preocupaciones y pérdida de fe en la estrategia, anotó que quizás estamos en un momento donde improvisar es el nombre del juego, sobrevivir el objetivo primordial, y cazar oportunidades, con flexibilidad y velocidad, la mejor manera de generar valor. En la agradable conversación, enmarcada en la sabiduría decantada de la experiencia que explica la serenidad de estas personas, reconoció que esa fórmula tal vez no aplique para todas las empresas, pero sí sería preferible para muchas en las cuales su estrategia se ha convertido en su lastre. En estas últimas, decía, impera la inercia hacia lo conocido tanto como el temor a reaccionar de manera inoportuna o desproporcionada cuando sucede un evento imprevisto como el pandemonio arancelario. Por eso, a veces es mejor avanzar sin estrategia, concluyó. No tuve mucho tiempo de intervenir en el diálogo, la verdad estaba encantado aprendiendo desde escucharlo. Pero me quedé pensando, y luego le envié un correo procurando darle elementos que le permitieran recuperar su fe en la estrategia. En mi mensaje, insistí en que no existen empresas sin estrategia. Siempre todas están practicando alguna. Reconocí que hay empresas para las cuales la estrategia se ha vuelto su enemigo, tema alrededor del cual escribí un artículo recientemente en mi blog en la red social LinkedIn. Finalmente, con espíritu ecléctico, argumenté que una estrategia dinámica, gestionada por un equipo que dialoga permanentemente y piensa de manera crítica, permite convivir con su fórmula de improvisar y cazar oportunidades, conservando sus escogencias esenciales o ajustándolas cuando sea pertinente, y cuidando lo fundamental como son los valores, la coherencia, el sentido de propósito y la visión de largo plazo, entre otros. Le compartí algunas malas experiencias en empresas que, abrumadas por la velocidad del entorno, renunciaban por completo a la tarea de hacer estrategia. Esa renuncia, hecha en nombre de la flexibilidad para que pareciera loable, era en realidad la legitimación del derecho a vivir reaccionando sin tener que dar razón de una dirección clara, minimizando su voluntad y deliberación. Así que no, no es mejor sin estrategia. Por ahora tengo su invitación a un café para seguir conversando.
carlos@carlostellez.co