Roberto Fernández, el dueño de las llaves de los colectivos que se volvió el protagonista invisible del paro de la CGT
Roberto Fernández, el jefe de la UTA, el sindicato de los colectiveros, en su despacho del la sede central
Roberto Fernández es el protagonista invisible del tercer paro general de la CGT contra la gestión de Javier Milei
Roberto Fernández, el jefe de la UTA, el sindicato de los colectiveros, en su despacho del la sede central
Roberto Fernández es el protagonista invisible del tercer paro general de la CGT contra la gestión de Javier Milei. Tiene 81 años y es desde 2008 el líder de la Unión Tranviarios Automotor ( UTA ), el poderoso sindicato de los colectiveros que reúne a unos 40.000 choferes en todo el país . Resolvió no adherir a la huelga, desmarcarse de la central obrera y garantizar el normal funcionamiento de los colectivos de corta, media y larga distancia. Algunos colegas sindicales lo califican de "traidor". Él, da sus razones por las que no paró.
Argumentó dos motivos. El primero, jurídico: está en vigencia la conciliación obligatoria que se inició hace dos semanas por no haber logrado un acuerdo en su negociación salarial con las cinco cámaras empresarias del sector. El segundo, más político: Fernández lleva años alejado de la vida interna de la CGT por disputas irreconciliables con los Moyano y no está dispuesto a confrontar con el Gobierno, que aporta subsidios millonarios para que los colectivos circulen por el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
La decisión de Fernández, además de sus argumentos legales y políticos, encontró otro motivo: la caja y los negocios. Esta semana la Superintendencia de Servicios de la Salud (SSS) realizó una auditoría sorpresa en la obra social de la UTA, que no está ajena a la crisis financiera que afecta a todas las prestadoras médicas sindicales. La obra social de los Conductores de Transporte de Colectivos de Pasajeros es administrada por Silvia Antonia Bevk , la esposa del jefe de la UTA. Además, hay contratados a sueldo otros familiares. Los colectivos funcionan a pesar del paro de la CGT
El primer paso del Gobierno para neutralizar el paro de la CGT lo dio Julio Cordero , el secretario de Trabajo que fue uno de los abogados históricos del Grupo Techint. Con puro cálculo, Cordero, quien en otras discusiones sectoriales evitó la herramienta de la conciliación obligatoria, encontró un motivo adicional para cambiar de postura: la UTA está imposibilitada hasta la semana próxima de tomar "cualquier medida de fuerza", según la normativa. "Ellos saben que tienen que cumplir la conciliación obligatoria. No es el Gobierno sino la propia ley la que impone sanciones graves frente a cualquier otra posición", reforzaron la postura oficial desde la carteral laboral.
La llegada al poder
Fernández asumió el control de la UTA en 2008, pero en realidad tomó el mando dos años antes, cuando Juan Manuel Palacios , el histórico jefe vinculado primero a Saúl Ubaldini y después a Hugo Moyano , renunció tras quedar envuelto en un escándalo por la supuesta compra de campos de miles de hectáreas en el interior de Buenos Aires y La Pampa. Según la investigación periodística del diario Perfil , otros directivos de la UTA también habrían participado de los negocios millonarios.
Cuando Palacios renunció, pensó que con él se iría Fernández, por entonces su número dos. Pero eso no sucedió. El viejo aliado de Moyano lo sintió como una traición, según dos allegados. Bajo la sombra de Palacio, que falleció en 2011 en un accidente de tránsito , Fernández trazó su propio camino, con similitudes y diferencias, aunque con estilo propio.
Mantuvo de su antecesor el rol de sindicalista-empresario , haciendo un fuerte lobby en el sector a favor de Colcar , la firma de la familia Prieto que vende unidades Mercedes-Benz, pero se abrió por completo de Moyano, a tal punto de irse de la confederación de gremios del transporte y formar una antagónica. Hasta se retiró casi por completo de la CGT . De hecho, tampoco adhirió al paro general del 9 de mayo , el segundo contra Milei. A Fernández, el conflicto lo incomoda. Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Roberto Fernández (de UTA) al anunciar un paro contra la gestión de Cristina Kirchner
"Es un dirigente dialoguista, que no le rompe las pelotas al empresario. Ahora está presionado por la interna con Bustinduy", dice un hombre de negocios del sector que trata con Fernández desde la época de Palacios. Miguel Bustinduy fue secretario de Organización de la UTA hasta que en 2018 se abrió de Fernández y lo desafió en las urnas después de años de batallar contra los escollos restrictivos de un estatuto blindado para opositores . Fernández retuvo el poder a nivel nacional, aunque perdió cinco seccionales claves en las que buscó revertir el resultado en la justicia laboral.
Nada fue lo mismo desde que la UTA se rompió. Impulsado por el moyanismo, Bustinduy intentó avanzar por las urnas, pero también a puro garrote. Una tropa de militantes que respondía a él tomó la sede central del gremio en 2019 y generó destrozos, cuyas reparaciones costaron millones de pesos. La causa se encamina a juicio oral. Ese día, Fernández se escapó de su despacho del quinto piso por una puerta de emergencia y se refugió en el techo de una casona de la calle Moreno. Dice que lo querían matar.
Tanto Fernández como diversas fuentes del sector distinguen al Grupo empresario DOTA como uno de los impulsores de Bustinduy. En DOTA no lo desmienten, pero tampoco lo confirman. "Sin él, Fernández nos hubiera hecho mierda", reconocen. Lo cierto es que Bustinduy le comió a Fernández más de 5000 afiliados y creó un gremio de conductores alternativo.
Sugestivamente, Bustinduy no respondió los mensajes ni los llamados de LA NACION para hablar sobre su rival. Tampoco Néstor Marcolin , delegado gremial de la Línea 60 y militante de la izquierda trotskista, un sector siempre crítico con la conducción del sindicato y de la obra social. El surgimiento de una oposición lo empujó a Fernández a moverse con cautela. No da señales sobre un posible sucesor. Hierven todavía temores de una traición desde la época de Palacios. Hasta bajó el perfil en su vida privada: ya no hace ejercicio periódicamente por Plaza Vicente López, en Recoleta, y evita las confiterías concurridas para no ser blanco de algún reproche. Se incomodó al ver en la prensa el nombre de su esposa tras la auditoría de la SSS en la obra social de la UTA.
Ambiguo, dialoguista y "oficialista de todos los gobiernos"
De verba enredada, a veces difícil de comprender, Fernández se mueve de manera ambigua en el ajedrez político y sindical . Fue kirchnerista convencido y expandió su poder a través de la política de subsidios que instauró Néstor Kirchner . "Me conformaba con un 7%, pero me dieron 15%. Con eso me voy de vacaciones", exageró risueño delante de un empresario después de una negociación con el exsecretario de Transporte Ricardo Jaime , según contó un testigo a LA NACION. En el entorno del jefe de la UTA tomaron distancia de esta frase. La luna de miel con el kirchnerismo se terminó cuando el exministro de Trabajo Carlos Tomada les dio validez a los metrodelegados del subte para emanciparse de la UTA.
La pulseada por el control del subte lo alineó rápidamente con Pro , que encontró en Fernández un aliado ante el avance de los delegados kirchneristas y trotskistas en las diferentes líneas. Tan aceitado funcionó el vínculo con el macrismo que hasta ubicó en 2012 a uno de sus hijos en el Instituto de la Vivienda de la Ciudad de Buenos Aires. Roberto Alejandro Fernández fue funcionario porteño hasta el final de la gestión de Horacio Rodríguez Larreta . El exministro de Transporte Guillermo Dietrich, junto a Roberto Fernández
Fernández es pragmático, dialoguista y "oficialista de todos los gobiernos", apelando a una frase célebre que el periodista Diego Sehinkman le arrancó en una entrevista al sindicalista Oscar Lescano, hace 12 años. Durante el macrismo, cuando Guillermo Dietrich anunció la suba de las tarifas lo hizo con el jefe de la UTA a su lado, como una manera de validar una medida socialmente antipática. En 2023, cuando a Sergio Massa la meta inflacionaria ya se le había escapado intentó ayudar al ministro de Economía avalando una paritaria de 31% por seis meses. "Nos pidió que lo ayudemos. Nos sentamos y firmamos", relativizó el hecho durante una entrevista con LA NACION , en abril de 2023.
Hace unos meses, antes de reunirse con funcionarios libertarios para negociar el reparto de subsidios, Fernández envió una señal confusa . Se mostró con Jorge D´Onofrio , el exministro de Transporte de Axel Kicillof, para "rechazar el ajuste a los trabajadores". Sin embargo, después, reconoció ante funcionarios y empresarios que su deseo es no activar un paro. "O dan más subsidios o suben el boleto, ese no es problema nuestro", dicen en la UTA. Lavagna y Massa, en un encuentro con los gremios del transporte: en la imagen están Schmid (Dragado y Balizamiento), Fernández (UTA) y Maturano (La Fraternidad)
El conflicto salarial de la UTA no es uno más del rompecabezas de paritarias porque esconde una pelea que involucra de manera directa al Estado. La balanza de los subsidios estatales para garantizar el servicio se fue desequilibrando con el avance del tiempo. En el AMBA el sistema funciona hoy con $172.000 millones mensuales, de los cuales un 70% son aportados por el Estado y el 30% por el precio de las tarifas , según precisaron fuentes empresarias. "Hubo quita de subsidios, pero no recomposición de tarifas. Fue ajuste y licuadora", argumentaron en una de las cámaras. El gobierno de Milei estaría dispuesto a bajar gradualmente los aportes año a año. Fernández ratificó que no quiere avanzar hacia otro paro y mantiene abierta la paritaria. En caso de un nuevo conflicto, evalúa otra modalidad de protesta: no cobrar boleto y que los pasajeros viajen gratis.
Por el AMBA circulan 18.000 colectivos habilitados. Solo un 20% de ellos son de DOTA, el grupo empresario donde Fernández no hizo pie. En el resto, todos los choferes son propios. Cifras que le permiten jactarse de ser, por escándalo, el dueño de las llaves de los colectivos.