La comunicadora y actriz uruguaya habla de la obra "La piedad" que se estrena el 25 de abril, también de los egos en los medios, de sus primera experiencias en teatro y de las críticas.
Dice Victoria Rodríguez que no siente que La piedad sea su regreso al teatro. "Porque nunca me fui. Lo que pasa es que, por la cantidad de actividades que tengo de las que vivo me cuesta aceptar propuestas", comenta. También cuenta que le llegan muchas obras, pero no siempre puede decir que sí. "No porque no me interesen, sino por falta de tiempo", agrega la conductora de Esta boca es mía de Canal 12 y Punto de encuentro de radio Universal, sentada en el lobby del Crystal Palace Montevideo, donde ensaya La piedad junto al resto del elenco.
Aceptar ser parte de esta obra, dirigida por Adriana da Silva, fue el resultado de varias coincidencias. "¿Viste cuando se alinean los planetas? Bueno, eso pasó", dice. "Era una propuesta de Diego Sorondo, a quien respeto mucho como profesional. Fue quien me llevó a la radio, y soy una persona leal en esas cosas. Además, hay un elenco excelente y el tema de la obra está buenísimo".
La piedad se estrena el 25 de abril en el Teatro Metro, y acompañan a Rodríguez en escena Luciana Acuña, Rusito González, Gustavo Antúnez y Félix Correa.
"Tiene algo de metateatral", agrega Rodríguez. "Hay una historia que cualquier espectador puede seguir, pero también guiños concretos a la industria. Es una obra que interpela desde muchos lados: aborda temas muy humanos y juega con la idea de preguntarte hasta dónde llegarías para cumplir la última voluntad de alguien. Esa es un poco la consigna. Pero también aparecen el ego que choca con tu lado más humano, la competencia, los celos, la necesidad de trascender. Es fácil verlo en el mundo del arte, pero son cosas que todos tenemos adentro".
En la obra trabajás con Luciana Acuña, que está en Canal 10, y con "Rusito" González, de Canal 4. ¿Ese juego de egos que mencionás también se da en el elenco? Si querés, podrías verlo así, y entiendo que desde afuera se piense. Pero no pasa. Son todos grandes actores, gente instalada hace años. Nadie está peleando una línea. Cada uno sabe qué lugar ocupa. Somos actores y actrices, eslabones de una historia. Todos funcionales, todos importantes. Sé que este es un ambiente con mucho ego, pero en mi experiencia nunca la pasé mal con alguien que tuviera ese temita.
Trabajaste desde tus inicios con figuras importantes como Nidia Telles y Humberto de Vargas, en Al encuentro de las tres Marías. Sí, y Nidia es la más generosa de todas. Tuvo que aceptar trabajar con una "ninguna", que era yo en ese entonces. Venía de la tele, ¿qué credenciales tenía para agarrar un coprotagónico como ese? Y ella no solo no puso reparos, sino que me enseñó muchísimo. Esas cosas las guardo en el corazón.
En 2008 podías ser una recién llegada. ¿Hoy te sentís legitimada como actriz? Por supuesto. Aunque nunca nadie me hizo sentir foránea en un elenco. Sí me pasó con quien iba a ser protagonista de Al encuentro de las tres Marías, pero después tuvo la grandeza de llamarme y charlar.
¿Quién iba a ser la protagonista? "Ducho" Sfeir. Ella sí tuvo reparos, y lo entiendo. Por eso aparece Nidia en escena. Pero "Ducho" también tuvo la grandeza de ver mi actuación, llamarme y conversar. Creo que es mucho más excepcional el artista que va por la vida ostentando un divismo que incomoda, que lo que en realidad sucede. No tengo tanta experiencia, pero el artista suele ser una persona muy sensible. Y cuando estamos ahí, no tenemos más remedio que ser chiquitos, porque realmente no somos nadie. Cuando encarás un personaje, el actor y su nombre tienen que desaparecer. Por eso he tenido la suerte de compartir espacios muy amenos.
¿Tuviste compañeros con mucho ego en televisión? Tampoco. No te olvides que hace mucho trabajo, y la mayor parte de mi carrera fue como conductora. Salvo Oxígeno, donde todos éramos unos guachos macanudos, sin ego. Después hice muchos programas donde no tenía que compartir con colegas, así que no enfrenté esos desafíos. Tal vez fui testigo de algunas actitudes en Esta boca es mía, de personas que, por no venir de este palo, son muy reconocidas y eso les suma en el casillero del ego. Pero es fácil advertir cuando alguien tiene dificultades para manejarlo. Son pocas las veces que el personaje se come a la persona. Cuando hay un buen equipo humano, todo se puede manejar de forma sostenible.
¿Y eso te afecta? No. Me afectaron muchas cosas durante mucho tiempo, pero ya estoy grande. Estoy curtida, y me sé tan afortunada y mimada por la vida y por la industria, que solo puedo estar en gratitud. Y desde ahí se entienden muchas cosas. No quiere decir que me deje dar palo, porque me sé cuidar, pero ya no me tomo nada personal. Entiendo que, cuando alguien viene con algo, hay un problema en el otro. Si es una crítica justa, se charla. La gente tiene muchas razones para estar triste, enojada, frustrada. Nadie es jodido porque quiere. No sabés las batallas del otro. ¿Eso los habilita a hacer lo que hacen? No. Pero te permite decidir si te vas a ofender, o no.
¿Cuándo dejaste de ofenderte? Porque te han dicho de todo. Hace unos cinco años. Me liberé a los 50. Esto no es un confesionario, pero me miré al espejo y vi un mujerón. Con defectos, sí, pero no sé por qué no la había visto antes. Ojalá todos se vieran así: maravillosos, necesarios, con sentido. Ojalá todos pudieran descubrir eso temprano en la vida.
¿Y cómo te llevás con la radio? Bárbaro. Siempre me decían: "Te vas a enamorar de la radio", y no entendía por qué. Me dio miedo al principio, pero me dije: "Victoria, que a los 50 te llegue una propuesta nueva, que te saca de la zona de confort. Estás en un momento bisagra: o te declarás grande y cansada, o ponés primera de nuevo y le das hasta donde puedas". Y lo hablé con mis hijos, porque iba a estar más cansada y tengo que cocinar de noche, y todavía los llevo y los traigo. Pero entendieron perfecto el concepto.
También participaste en El Presidente, de Prime Video. Sí, y si mirabas el tráiler, lo vendían con una escena de Andrés Parra y yo. Cualquiera diría que era protagonista, y eran apenas unos segundos. Con esa serie descubrí un mundo increíble. Mirá, en 30 años en el canal, nunca tuve camerino. Para la serie, tenía un ómnibus entero para mí.
Hacés radio, televisión, teatro y tenés hijos. ¿Qué tan crítica sos con vos por estar, o no, en casa? Tuve suerte. Cuando Esta boca es mía llegó a mi vida, me dio una rutina que calzaba perfecto con la de mis hijos. Yo era anti rutina, venía de viajar mucho, y esto me permitió estar presente. Ahora ellos están más grandes, pero igual hago malabares como cualquier madre. Y sí, me critico, pero con razón, no con látigo. Sé cuándo podría haber hecho algo mejor. Lo que cambia con los años son los factores. Cambié los factores, y mi producto da otra cosa. Ya no mido con el mismo termómetro de antes. Esa es la experiencia.
¿Cuáles sentís que son tus rasgos distintivos? Pasa que si solo me ves en la tele, no tenés idea. En la radio aparece mucho más cómo soy, porque me permite ser espontánea. Me considero muy franca, tiernamente torpe eso me dijo mi último novio y comprometida con todo lo que hago. Podré hacerlo mejor o peor, pero no podés decir que no le puse ganas.