Jueves, 08 de Mayo de 2025

Libros rescatan ilustraciones de insignes artistas chilenos

ChileEl Mercurio, Chile 28 de abril de 2025

Las obras de Antúnez, Lihn, Barrios y Balmes ya tienen publicación propia en una colección que nació bajo el alero de la Fundación Nemesio Antúnez. Este año lanzarán, además, volúmenes dedicados a Venturelli y Mori.

La colección "Ilustrado por..." comenzó con foco en la obra de Nemesio Antúnez (1918-1993), tras una exposición que conmemoró su centenario en la Biblioteca Nacional y que -debido a la valía de los materiales hallados- entusiasmó a la fundación que lleva su nombre con la idea de reunir en un libro todas sus ilustraciones. Trabajos quizás poco conocidos, o no rotulados como "obra" suya, pero sumamente atractivos: ilustraciones para portadas de libros y carátulas de discos, además de afiches y dibujos tempranos.
Corría 2020 cuando "Ilustrado por Antúnez" estuvo listo, y terminó siendo solo el primero de una serie que rescata el legado de grandes artistas chilenos en el ámbito de la ilustración y la gráfica. Ya hay también libros dedicados a Enrique Lihn (1929-1988), Gracia Barrios (1927-2020) y José Balmes (1927-2016). Todos han sido editados desde la Fundación Nemesio Antúnez (FNA), dirigida por Guillermina Antúnez, y con la participación y apoyo de otras fundaciones, además del Fondo del Libro.
"Queremos que las obras de los artistas no se pierdan, que se sigan conociendo. La idea es generar alianzas entre quienes las administran. Así sumamos. Cada una de las instituciones aporta recursos y bastante amor al arte, y la Fundación Nemesio Antúnez pone el sello editorial. Eso es importante: él fue un gran gestor. Entonces, siempre he concebido esta colección como una que honra esa labor de Antúnez", dice Sandra Gaete, diseñadora e integrante del comité editorial de "Ilustrado por...".
Los vínculos que cita Gaete, fundamentales para la concreción de estas publicaciones, ocurren en tiempos de gran interés hacia la ilustración en Chile. Mientras varios autores desarrollan trabajos que son reconocidos nacional e internacionalmente, diversos investigadores relevan el quehacer de ilustradores e historietistas, y existen valiosas donaciones a entidades como la Biblioteca Nacional, que este año, además, dio origen al Archivo de Gráfica Chilena.
El investigador y curador Claudio Aguilera, que ha trabajado en varios "Ilustrado por...", comenta: "Hace más de una década me han interesado los vínculos entre arte e ilustración, y he intentado derribar ese mito que supone una separación total entre ambas disciplinas. Cuando se revisa la obra de Antúnez, Mori, Venturelli, Bru, Lihn u Olmos, por citar a algunos, nos damos cuenta de que hay vasos comunicantes entre su obra para libros o afiches y su obra pictórica. Las búsquedas plásticas, el deseo de dialogar con el público y de llevar el arte a más personas son preocupaciones que se ven en ambas aristas".
Conocer más al artista
Para componer estos títulos los equipos realizan exhaustivas búsquedas, que van más allá de los archivos de los artistas. Aguilera lo explica: "Muchas veces son obras que no están presentes en sus biografías o son desconocidas. Entonces, se realiza un trabajo de pesquisa para ubicar revistas y libros que no se habían considerado dentro del conjunto de su labor. Eso nos permite ampliar el conocimiento sobre cada artista y dar cuenta de una época en que pintores, poetas, músicos, escritores, dibujantes y fotógrafos se movían entre disciplinas y trabajaban juntos".
Al revisar los cuatro títulos sorprende encontrarse, por ejemplo, con ilustraciones hechas por Lihn para libros propios y de terceros, como Nicomedes Guzmán, Braulio Arenas y María Carolina Geel, así como también colaboraciones para diarios y revistas. Lo mismo ocurre con el libro "Ilustrado por Gracia Barrios". Junto con piezas muy representativas de su estética -como los grabados de "El rostro del pueblo"-, aparecen sorprendentes ilustraciones que hizo para los libros de su padre, Eduardo Barrios. "Estos son libros que están llenos de hallazgos y sorpresas, y que gracias al trabajo junto a las fundaciones que custodian las obras nos han permitido revelar dibujos de infancia, bocetos e inéditos. En el caso de Antúnez, me sorprendieron muchísimo sus trabajos para discos de Violeta Parra y Pablo Neruda. Y de Gracia Barrios, la investigadora Isabel Molina descubrió algunas bellísimas ilustraciones publicadas en la revista En Viaje, trabajos completamente desconocidos", detalla Aguilera.
Ahora, en el marco de una alianza entre la Fundación Nemesio Antúnez, la Biblioteca Nacional y la Fundación José Venturelli, se está trabajando en los títulos sobre José Venturelli y Camilo Mori, que saldrán durante el segundo semestre.
Un montaje excepcional para un clásico entrañable"La Novicia Rebelde":Ciertos espectáculos, como esta versión de "La novicia rebelde" ("The Sound of Music", Rodgers y Hammerstein, 1959), parecen destinados a convertirse en parte de nuestras tradiciones, al igual que "Cascanueces". El Teatro Municipal de Santiago presentó una producción hermosa, sensible y notablemente interpretada por orquesta y solistas, confirmando así un avance significativo en la historia reciente de los musicales en Chile. La sala, repleta, aplaudió de pie, como quien agradece no solo una función, sino también la promesa de una nueva era de excelencia.
Relatando el viaje interior de María, una novicia que descubre su verdadera vocación más allá de los muros del convento, "The Sound of Music" entrelaza crecimiento personal, amor y música como fuerzas de transformación. La búsqueda de identidad, la libertad frente a la opresión y el coraje en tiempos inciertos atraviesan el relato, acompañado por una partitura que es, a su vez, canto de esperanza y celebración de la unidad familiar. Bajo el telón histórico del Anschluss -la anexión de Austria por el régimen nazi-, la obra adquiere una gravedad silenciosa que sostiene su emoción profunda. Canciones como "Edelweiss" y "Climb Ev'ry Mountain" resuenan como himnos de despedida, capaces de conmover a generaciones muy diversas.
Sobriedad, equilibrio y sutileza marcaron la puesta en escena de Emilio Sagi, que optó por un tratamiento contenido y alejado de sentimentalismos fáciles. Su lectura melancólica halló eco en el vestuario de Pablo Núñez, inspirado en la Europa de los años treinta, y en los escenarios de Daniel Bianco, donde las líneas limpias y los fondos luminosos evocaron un realismo ensoñado, casi pictórico.
Alternando diálogos hablados en español con números cantados en inglés y sobretitulados, la función encontró su ritmo justo gracias a la dirección musical de Pedro Pablo Prudencio, quien reveló la riqueza y matices de una partitura más compleja de lo que suele suponerse. Loretta Nass estuvo a cargo del sonido. Brilló Vanessa Rojas como María: su calidad vocal, su impecable dicción inglesa y su presencia escénica fresca dieron vida a una joven vibrante, espontánea y creíble. En el numeroso elenco sobresalieron Javier Weibel (un muy bien cantado Capitán Von Trapp), Andrea Aguilar (admirable como la Madre Abadesa), los niños liderados por Pilar Garrido (Liesl), Javiera Saavedra y Sergio Contreras (Elsa y Max), Gonzalo Araya (Rolf) y la actriz Gabriela Hernández, quien otorgó especial atractivo a Frau Schmidt.
¿Algo que mejorar? Sí. El juego actoral de algunos cantantes líricos no siempre logra adaptarse al estilo más natural propio del musical y del teatro hablado. Asimismo, conviene cuidar la adecuación entre edad, físico y papel, y evitar criticar a los personajes a través de exageraciones gestuales, como suele suceder al abordar personajes refinados o aristocráticos.
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