Lunes, 28 de Abril de 2025

Familias lejos del aula: los efectos de la baja participación de los padres en las escuelas

ChileEl Mercurio, Chile 28 de abril de 2025

Especialistas explican que esta desconexión, a menudo silenciosa, puede dejar huellas profundas en los escolares si no se abordan sus causas y se generan apoyos desde las comunidades educativas y la política pública.

"¿Cómo te fue hoy?" suele ser la pregunta estándar que muchos padres hacen al final del día. Pero detrás de esa fórmula, aparentemente inocua, puede esconderse una distancia que crece en silencio: la de familias desconectadas del aprendizaje, del desarrollo emocional y del mundo cotidiano de sus hijos.
Según especialistas esta desconexión tiene múltiples causas, entre ellas, jornadas laborales extensas, falta de tiempo o herramientas, inseguridad frente a los contenidos escolares, y una cultura que todavía tiende a delegar en la escuela todo lo relacionado con la educación.
"El compromiso está costando. En mi consulta, muchos padres me dicen: 'No tengo tiempo para acompañar a mi hijo, para sentarme a estudiar con él. Llego muy tarde del trabajo y no tengo la energía'. Otros, en cambio, me confiesan: 'No me motiva. Sinceramente, no siento esa motivación que tienen otros padres'. También están aquellos que se sienten inseguros e incapaces", ejemplifica Michelle Diemer, directora del servicio de psicología integral de la U. del Desarrollo.
"Muchas veces no es falta de interés, sino falta de apoyo, herramientas o confianza. Algunos padres creen que no tienen los conocimientos suficientes para ayudar, otros no entienden que desde cosas tan simples como conversar o leer juntos ya están educando y entregando espacios de conexión y vínculo", complementa Anne Traub, directora ejecutiva de Fundación Familias Primero.
No obstante, que las familias estén desconectadas de la educación de los hijos y no establezcan una alianza con los colegios puede tener consecuencias profundas y duraderas para los estudiantes.
"Cuando los adultos responsables no se involucran activamente en la educación de sus hijos, los niños crecen sin referentes que los acompañen en su proceso de aprendizaje", advierte Traub. "Eso impacta en su desarrollo emocional, en su motivación por aprender y en su capacidad para entender lo que leen", agrega.
"A mayor desconexión familiar, menor vinculación afectiva. Esto genera un riesgo claro: que los niños perciban que nadie los ve ni los escucha, impulsándolos a buscar esos vínculos en otros espacios. Ahí entran en juego las pantallas, la búsqueda de estímulos externos, y las consecuencias son profundas. Se reflejarán después en la escuela, pero su origen está en la ausencia de ese espacio seguro donde sentirse reconocidos y 'vistos'", plantea Evelyn Cordero, doctora en neurociencia y académica de la Facultad de Educación de la U. Andrés Bello.
Más que deber, alianza
Una de las claves está en cómo se construye la relación entre la familia y la escuela. "Hoy día los papás van a las reuniones de apoderados como un deber. Creo que hay que cambiar la forma en que nos vinculamos con el colegio", dice Diemer. A su vez, sugiere que estos espacios de encuentro liderados por las escuelas le hagan sentido a los apoderados y les genere identificación. "Muchas veces son solo informativas, lo que podría haber sido un correo. La idea es que nos conozcamos como curso, que trabajemos la parentalidad de nuestros hijos. Eso genera compromiso y tiene un impacto en la educación", suma.
Valentina González, apoderada de un colegio en Las Condes, aporta desde su experiencia: "Es muy importante que los padres nos involucremos, porque eso les da mucha seguridad a los niños", señala, y agrega que agradece que las reuniones de apoderados contemplen actividades grupales, en las que se reflexiona y comparten distintas visiones sobre problemas comunes.
Maureen Biehl, directora de formación de la Red de Colegios CEAS, comparte que su estrategia para fortalecer el vínculo con las familias incluye actividades, como talleres de lectura y ferias de ciencias donde los apoderados participan; usan las redes sociales para compartir imágenes del día a día escolar; un trabajo colaborativo con delegados de curso y encuestas para levantar la percepción de las familias. "Está comprobado que cuando la familia participa y es un actor positivo en el colegio, al estudiante le va mejor y tiene una mayor motivación para aprender", afirma Biehl.
Las especialistas también refuerzan que es importante que los padres implementen estrategias desde lo cotidiano. No se trata de hacerles las tareas, sino de estar presentes de manera sencilla, por ejemplo, haciéndoles buenas preguntas.
"Estamos acostumbrados a preguntar '¿Cómo te fue?', pero esa pregunta no abre muchas posibilidades. Los niños pueden responder 'bien', 'mal' o 'no sé', y la conversación termina ahí. En cambio, existe un amplio abanico de preguntas que sí fomentan el diálogo y la reflexión: '¿Qué te sorprendió hoy en el colegio?', '¿A qué jugaste?', '¿Qué me quieres contar tú?'. Requieren un poco más de creatividad, herramientas o experiencia. Y aquí, sin duda, la escuela puede colaborar con las familias", plantea Cordero.
No obstante, todas estas acciones requieren tiempo, algo que muchas veces las familias simplemente no tienen. Por eso, las expertas coinciden en la necesidad de una política pública que facilite y promueva esta corresponsabilidad.
"La política pública está todavía focalizada en el 'debemos', pero falta orientar en el cómo", plantea Diemer. Cordero refuerza la idea: "Necesitamos una cultura laboral que beneficie a la familia. Si pensamos en la infancia y no solo en los adultos, vamos a generar políticas que permitan más presencia, más vínculo y más goce compartido".
''El compromiso está costando. Muchos padres me dicen: 'No tengo tiempo para sentarme a estudiar con él. Llego muy tarde del trabajo y no tengo la energía'. Otros me confiesan: 'No me motiva'".
MICHELLE DIEMER DIRECTORA DEL SERVICIO DE PSICOLOGÍA INTEGRAL UDD
También impacta en la asistenciaLa asistencia regular a clases es uno de los primeros indicadores del involucramiento familiar. Rebeca Molina, directora ejecutiva de Fundación Presente, lo explica: "Las familias que tienen más valoración por la asistencia a clases tienen hijos con más asistencia". Agrega que cuando el compromiso existe, "las familias activan redes, se planifican mejor, piden ayuda a tiempo, logran priorizar". Pero cuando el involucramiento es bajo, esos mismos desafíos se transforman en "barreras insalvables para los estudiantes".
A su vez, Michelle Diemer, de la UDD, advierte que "una de las causas de la deserción escolar tiene que ver con papás que no ven si su hijo va a clases o no, que no están preocupados por la educación".
Por lo mismo, para Molina, el educar sobre la importancia de asistir al colegio es clave para lograr "que una persona realmente comprenda que faltar daña la autoestima de los niños, les complica el aprendizaje y les quita posibilidades de transformarse en adultos plenos".
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