La realidad nos irá mostrando los resultados de una política económica del MEF, de la que hoy sabemos solo lo enunciado como sus objetivos.
En las ediciones de
El País del 6 de marzo y del 9 de abril, leí lo que
el nuevo Ministro de Economía comunicó que serán los objetivos que tendrá su gestión al frente de un equipo en el que no incluyó, entre sus integrantes, al
Banco Central, seguramente respetando la independencia que aunque parcialmente se le reconoce para su accionar.
El conductor actual de la economía,
Gabriel Oddone indicó, según
El País, que el objetivo central de su gestión es "
acelerar el crecimiento económico con mayor inversión privada" para, entre otros propósitos, "fortalecer la matriz de protección social". Para encarar y lograr esos objetivos habló de un "firme compromiso con la estabilidad macroeconómica y aumentar la competitividad del país, para lo que hay una agenda importante de reformas microeconómicas que son urgentes". Entre ellas mencionó la eliminación de redundancias regulatorias y la revisión de la formación de precios. Se refirió, además, a su propósito de "mejorar la eficiencia del sector público y simplificar trámites para encontrar espacios fiscales".
Se trata de objetivos con los que es difícil no coincidir, como es asimismo difícil estimar la probabilidad de su cumplimiento. La realidad es la que nos irá mostrando, con el paso del tiempo, los resultados de una política económica del Ministerio de Economía de la que hoy sabemos solo lo enunciado como sus objetivos.
Un día después, en la edición de El País del 10 de marzo leí, sobre el objetivo que plantea alcanzar el Banco Central (BCU) según lo que se decidiera dos días antes por el Comité de Política Monetaria (Copom) y por lo anunciado, en la jornada siguiente, ante un grupo de periodistas, por parte del presidente de la institución monetaria. En ambas ocasiones se reiteró el propósito de ir a una política monetaria más restrictiva: "Ahora el Banco Central está dando señales claras que quiere ser contractivo en la economía: quiere tener un impacto tal de acercarnos a la meta de inflación" que es llevarla al 4,5% anual en marzo de 2027, dijo el presidente de la entidad monetaria. Para comenzar al tránsito hacia su objetivo, el Copom elevó la tasa de interés de referencia de su accionar monetario en 25 puntos básicos, llevándola a 9,25%. Se trata de una tasa que hoy no tiene efectos macroeconómicos pues, desde febrero y para alinear las expectativas inflacionarias de los agentes económicos y financieros, las tasas de interés que la entidad monetaria paga por las colocaciones a todos los plazos de letras de regulación monetaria que restringen la liquidez con objetivos antiinflacionarios, es superior a la decidida por el Copom.
Como en el caso de los objetivos de la conducción económica, es también difícil estimar si los efectos buscados por la conducción monetaria serán acompañados por la realidad. Tanto en el caso los objetivos del Ministerio de Economía como en el del Banco Central apuntan a mejorar el equilibrio macroeconómico de corto plazo al que han llevado las políticas macroeconómicas fiscal, monetaria y cambiaria en ejecución hasta febrero, desarrolladas por la conducción económica saliente. Un equilibrio que se caracteriza por el crecimiento de la producción interna de bienes y servicios (PIB), superados los efectos de factores exógenos importantes en el lapso 2020-2023 reflejada en un fuerte aumento del empleo; una tasa de inflación en el rango meta de la autoridad monetaria saliente y un mejor comportamiento de la cuenta corriente de la balanza de pagos.
Se trata de un equilibrio de corto plazo que desean mejorar las nuevas autoridades. Su objetivo de crecer más, que pasa por una mayor inversión, se basaría en mejorar la competitividad local analizando la formación de precios, lo que lleva a suponer que se evitarán prácticas monopólicas y oligopólicas y otras diferentes a las de la libre competencia, que llevan a precios altos que restan competitividad a la producción local. Asimismo, y con igual propósito de mejorar la competitividad, se supone que se llevará delante una revisión de la ultra distorsiva estructura arancelaria y no arancelaria pero con efectos equivalentes, que existe en el país.
Pero la inversión, como asimismo el consumo privado, que constituyen con las exportaciones las fuerzas que influyen para el crecimiento de la producción, depende también de otras razones y variables económicas y financieras además de las señaladas. La inversión privada es función de la tasa de interés que, siendo alta, reduce a la inversión y al consumo privado. En nuestro país es alta en términos nominales y reales, debido a la política monetaria contractiva que, incluso ahora, el BCU reafirma para seguir moderando a la inflación. La alta tasa de interés se debe a una política fiscal expansiva, con necesidades importantes de financiamiento para cubrir el déficit del sector público no monetario al que se agrega, además, el del BCU ante la política monetaria restrictiva de la institución, que continuará. Una tasa de interés que la autoridad monetaria deberá mantener alta indefinidamente para lograr su objetivo inflacionario, por el déficit anual que le genera un
stock de su deuda de corto plazo que al vencer a lo largo de doce meses crece al menos, al ritmo de la propia tasa de interés que se debe pagar.
Ante el objetivo de reducir la inflación no se anticipan cambios en la política monetaria contractiva, que no solo mantienen alta a la tasa de interés, sino que también afectan al tipo de cambio real que golpea a la competitividad, por lo que es difícil poder anticipar que la tasa de expansión de la economía pueda ser mayor por razones o políticas locales. Pero será el paso del tiempo el que confirmará el cumplimiento o no de los objetivos de las nuevas autoridades económicas, de quienes no se conocen lógicamente, aún, las medidas de las políticas macro y microeconómicas que aplicará.