El amor a la verdad
El campeón de las citas falsas es Einstein, un científico que se ha convertido en un ícono pop. Se le atribuye una sabiduría indudable, en todos los ámbitos de la vida.
Maquiavelo nunca dijo "El fin justifica los medios".
-Sherlock Holmes nunca dijo "Elemental, mi querido Watson".
-Galileo nunca dijo "Eppur si muove".
-En "Casablanca" nadie dice "Play it again, Sam".
-El Che Guevara nunca dijo "Más vale morir de pie que vivir de rodillas".
-Sócrates nunca dijo "Conócete a ti mismo".
-Borges no escribió el poema "Instantes".
-Mario Benedetti no escribió el poema "No te rindas".
-Voltaire nunca dijo "No estoy de acuerdo con lo que dice, pero defenderé con mi vida su derecho a decirlo".
-El Quijote nunca dijo "Ladran, Sancho, señal de que cabalgamos".
Esta del Quijote es la más detestable porque se usa para desacreditar toda crítica y cualquier objeción, tratando de perros a los que piensan diferente.
El campeón de las citas falsas es Einstein, un científico que se ha convertido en un ícono pop. Se le atribuye una sabiduría indudable, no solo en física sino en todos los ámbitos de la vida. Las más repetidas son:
«Dos cosas son infinitas, el universo y la estupidez humana, y no estoy seguro sobre el universo».
«Temo por el día en que la tecnología supere las interacciones humanas. El mundo tendrá una generación de idiotas».
Einstein, además de ser un físico extraordinario, era una persona cordial que jamás trataría de estúpidos o idiotas a los demás.
Incluso vi repetir varias veces que Pasteur decía que leer la Biblia aportaba más conocimiento que la ciencia. ¡Justo Pasteur, que tuvo que luchar durante años para demostrar que las pestes se producían por microbios invisibles y no por la ira de los dioses o los pecados de los hombres!
La repetición de citas falsas es anterior pero las redes sociales las multiplican al infinito. Nada desaparece nunca de internet. A veces se detienen un tiempo, pero luego resurgen. Es una patología crónica que evoluciona por empujes agudos.
Nunca sabremos quién fue que las creó, pero esa compulsión a repetirlas puede depender de varias causas y la más frecuente es el llamado "sesgo de confirmación". Es decir, una frase que coincide con las ideas políticas o religiosas de quien las comparte se atribuyen a un premio Nobel, un actor de cine o un filósofo presocrático, casi siempre con una foto o estatua al lado.
Por ejemplo, supongamos que está ocurriendo un sonado caso de corrupción, como el de la ministra de vivienda. Los opositores compartirán algo como "La corrupción es el peor de los males. Winston Churchill" y los del gobierno "Ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Sócrates" (Es un ejemplo que recién invento, claro).
Con frecuencia esos textos son cursis, grandilocuentes, tipo autoayuda y dan consejos usando la primera persona del plural del modo imperativo. Por ejemplo, el atribuido a Einstein: "No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo".
Cuando veo estas citas apócrifas no resisto la intención de señalarlo, pero mi lucha contra las citas falsas es una causa perdida. Las respuestas habituales suelen ser: "No importa quien la dijo, lo importante es lo que dice"; o bien "¿Cómo sabés que no lo escribió Borges, acaso leíste todo lo que escribió Borges?". No hay que ser lector de Borges para darse cuenta de que nunca escribiría cosas como "Si volviera a vivir mi vida comería más helados y menos habas".
Tal vez repetir estas tonterías pueda parecer un pecado menor que no tiene la gravedad de una difamación o una noticia falsa que pueda causar daños a los que la creen.
Sin embargo, los escritores, aunque no estén vivos, merecen lealtad. Por otra parte, la difusión de mentiras, aun involuntarias, de algún modo validan la mentira en general.
Estas prácticas aparentemente inocentes cada vez son más comunes y no solo en citas, sino que hasta líderes mundiales dicen falsedades impunemente. Mucho me temo que la verdad está devaluándose en este tiempo. Tanto la red X de Musk como las Meta de Zuckerberg han decidido despedir a los fact checkers con la excusa de que hay que respetar la libertad de expresión.
La verdad siempre importa. Importa mucho.
Como decía uno de mis filósofos preferidos:
"La objetividad incluye amor a la verdad, devoción a la verdad, lealtad a la verdad. Se la reconoce como un rasgo característicamente humano y es al mismo tiempo una virtud que requiere cultivarse."
John Corcoran, La inseparabilidad de la Lógica y la Ética, 1989