Domingo, 04 de Mayo de 2025

Boric frente a Trump, paralelo molesto

ChileEl Mercurio, Chile 4 de mayo de 2025

Tal vez no todo el repudio de Boric contra Trump se explique por las evidentes diferencias entre ambos. Tal vez alguna parte de ese rechazo nazca de la incomodidad por sus inesperadas coincidencias.

Los cien días de Donald Trump en la Casa Blanca han convulsionado al mundo, pero además han tenido un particular efecto en el Gobierno chileno y, en especial, en el Presidente Boric. Este ha buscado con denuedo -y desoyendo el consejo de especialistas- oportunidades para confrontar públicamente al mandatario estadounidense, una suerte de "emperador", quien representaría "todo aquello a lo que me opongo". Es probable que este discurso, junto con apuntar a su posicionamiento internacional, persiga también objetivos internos.
Después de todo, la figura de Trump se presta como pocas para el forzado clivaje que intenta instalar en Chile el oficialismo, según el cual la mayor amenaza que el mundo -y el país- enfrentan es el avance de "la ultraderecha", el que solo podría ser detenido por la unidad de quienes se autodenominan "progresistas". Tal visión dista de dar cuenta de la realidad chilena, donde la principal figura opositora y favorita en la carrera presidencial, Evelyn Matthei, representa a una centroderecha comprometida con la democracia y la búsqueda de acuerdos. Pero, a la luz de los permanentes cuestionamientos de que ella es objeto por parte del oficialismo y de la propia Moneda, resulta claro que estos preferirían tener como adversario principal a algunos de los nombres situados a la derecha de Chile Vamos, mucho más funcionales a su discurso maniqueísta.
Como sea, la idea de asumir protagonismo en la confrontación global parece seducir al mandatario chileno. Su reciente viaje a Brasil le dio nuevas oportunidades para volver a advertir respecto de la "extrema derecha" y expresar preocupación ante el alzamiento de "muros comerciales". De paso, fue invitado por Lula da Silva para asistir a la próxima cumbre de los BRICS, el grupo de naciones que tanto entusiasma a la izquierda chilena. Y a su regreso se anunció otro viaje a China, a la cumbre entre esta y el Celac, en donde Lula se comprometió a gestionarle un encuentro con Xi Jinping.
Tal es, sin duda, la agenda de un adversario enconado del gobernante norteamericano. Lo paradójico, sin embargo, es que, si se observan el discurso y ciertas políticas de Trump, las conclusiones para Boric y el oficialismo pueden ser molestas.
Desde luego, es positivo que el mandatario chileno hoy defienda el libre comercio y se escandalice por las barreras que se le imponen, pero esa misma desconfianza respecto del libre intercambio entre naciones recorría hace cuatro años su propio programa presidencial. Más aún, lo llevó a poner a cargo de las relaciones económicas internacionales del país, durante un año, a José Miguel Ahumada, férreo crítico de los acuerdos comerciales, quien obstaculizó como pudo la suscripción del TPP... el mismo tratado del que Trump sacó a Estados Unidos en su primer gobierno. Tampoco son tan distintas, por cierto, las invectivas del mandatario estadounidense contra los medios de comunicación que no le son afines y los discursos de una parte del oficialismo que atribuyeron a las "noticias falsas" la derrota plebiscitaria de 2022. Pero aun en un tema en que el Presidente Boric ha mantenido una línea constante, el rechazo a la agresión rusa contra Ucrania, la posición de uno de los principales partidos oficialistas, el PC, coincide con la reticencia del gobernante estadounidense a responsabilizar a Moscú y Vladimir Putin por la guerra.
Visto así, tal vez no todo el repudio de Boric contra Trump se explique por las evidentes diferencias entre ambos. Tal vez alguna parte de ese rechazo nazca de la incomodidad por sus inesperadas coincidencias.
Una primaria reveladora"Habitar" un cargo -la expresión que tanto le gusta usar al Presidente- supone una inevitable dosis de renuncios, impuestos por las circunstancias y las concretas correlaciones de fuerza. En ese sentido, una elección primaria, junto con el valor de ser un mecanismo democrático para zanjar candidaturas, ofrece también una oportunidad para conocer cuáles son genuinamente las ideas y principios que mueven a cada postulante. Y es que allí se juega ante todo la capacidad de movilizar a las propias bases, a aquellos con los que se comparte un ideario.
Tal dimensión reveladora es uno de los puntos más atractivos de la primaria presidencial oficialista, inscrita esta semana.
Ya sus aprontes han permitido enterarnos, por ejemplo, de que para la exministra Jeannette Jara (PC), Cuba es una "democracia diferente", al tiempo que rechaza el acuerdo Codelco-SQM, impulsado por el Gobierno del que fue parte. También han dado ocasión para que el diputado Gonzalo Winter no solo declare su orgullo por la gestión del Ejecutivo, sino que dé cuenta de la vigencia que siguen teniendo en su sector los controvertidos planteamientos del exsubsecretario Ahumada, incorporado en los equipos frenteamplistas. En cuanto a la exministra Tohá (PPD), ha hablado de la falta de expertise con que el Frente Amplio llegó al poder y expresado sus reparos a un proyecto de izquierda sostenido en políticas identitarias. Pero también ha dejado claro que, si bien le hubiera incomodado competir en una primaria con Daniel Jadue dada su activa posición pro-Venezuela, las definiciones de Jara respecto de La Habana, pese a diferir, no constituyen un problema.
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