El proselitismo del mineducación
El mineducación Daniel Rojas alcanzó fama nacional en el famoso consejo de ministros de febrero, luego de que Gustavo Petro le pegó un jalón de orejas por no llegar a tiempo a la cumbre gubernamental y no acompañarlo regularmente en sus mítines públicos
El mineducación Daniel Rojas alcanzó fama nacional en el famoso consejo de ministros de febrero, luego de que Gustavo Petro le pegó un jalón de orejas por no llegar a tiempo a la cumbre gubernamental y no acompañarlo regularmente en sus mítines públicos. En esa ocasión, con voz trémula Rojas anotó que de su lealtad nadie podía dudar y se proclamó como el más obsecuente colaborador de Petro, desde los tiempos de la alcaldía de Bogotá. Toda una explicación que constituyó cátedra de lambonería. Inicialmente le confiaron la SAE, de donde salieron graves denuncias penales contra sus colaboradores y recientemente se ha sabido de una cumbre de ‘Pitufazos’, alrededor de Drogas la Rebaja, según las denuncias de EL TIEMPO. Luego le entregaron el Ministerio de Educación. Allí el 95 % de los compromisos de su cartera están sin cumplir. Y, claro, está desfinanciada la universidad pública, la tasa de deserción escolar va en aumento, estamos rajados en las pruebas Pisa y Saber, las universidades privadas andan en crisis, la calidad de la educación está por debajo del promedio de la Ocde, marchitó el Icetex y no cumplirá con las 100 universidades que ofreció Petro en campaña. Su tarea como ministro es un fracaso, pero cumple con la causa política del petrismo. Consiente a los sindicatos del magisterio y ha convertido el Ministerio en la caja menor del Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric) y la Onic, las principales organizaciones indígenas del país, que se movilizan con sus mingas a favor del Gobierno. En solo cinco contratos les ha soltado, durante el año en curso, la bobadita de 140.000 millones de pesos. El Museo Nacional, con su necesaria complacencia, ya no ofrece un riguroso registro secuencial de la conquista, la colonia, la independencia y la república, como lo fue por años. Está convertido en instrumento político de la ideología del Gobierno. Ahora, principalmente, sus salas se encargan de definirnos como una nación multiétnica, cuyas minorías tienen espacio privilegiado en la exposición permanente, y su narrativa central persigue difundir la legitimidad y la importancia de la lucha social, para permear especialmente a la población en edad escolar. En reciente visita me llamó la atención que no destaca la modernización de Colombia en el siglo XX y la consolidación de sus instituciones democráticas. Solo afirma que fue un siglo que "se perfiló en función de la economía. Emergieron las masas conformadas por clases. Trabajadores, estudiantes, mujeres, campesinos e indígenas lucharon por sus derechos políticos y ciudadanos". Y refiriéndose a la sociedad civil que se consolidó en el siglo pasado, habla de "una marcada distinción entre ricos y pobres", sin aludir a la importancia creciente de la clase media. Para sus salas, el proceso de industrialización de comienzos del siglo XX no fue un salto a la modernidad, sino un período que "implicó la agudización de las desigualdades y el malestar social. Los patrones abusaban del tiempo y la vida de los trabajadores. Estos trabajadores industriales empezaron a identificarse como obreros y a movilizar su indignación social", razón por la cual "la huelga se convirtió en una de las principales formas de resistencia y manifestación obrera en Colombia". Y anota, de paso, que "la criminalización de la huelga por parte del Estado, los patrones y los empresarios redujo las posibilidades de acuerdos y generó represiones militares violentas". El Museo propone la "construcción de una memoria crítica" frente a los siglos XX y XXI, que caracteriza por "las confrontaciones por la tierra, las formas de gobierno, la exclusión política, la riqueza ilícita, el conflicto armado, la violencia y la injusticia". Toda una cátedra de historia mamerta. No se salva siquiera la cultura; nuestros clásicos han sido sustituidos por trabajos de colectivos, de autores desconocidos, para "representar el capitalismo, la revolución y la necesidad de cambio". Así es: Rojas no trabaja para mejorar la educación. Su tarea es el proselitismo. Taponazo. ¿Alguien extrañó la presencia del gobierno civil en el sepelio de los soldados y policías asesinados?
Historia mamerta
Néstor Humberto Martínez Neira
La tarea de Daniel Rojas como ministro es un fracaso, pero cumple con la causa política del petrismo. El Museo Nacional, con su necesaria complacencia, es instrumento de la ideología del Gobierno.