Viernes, 30 de Mayo de 2025

Al libro de récords

ChileEl Mercurio, Chile 28 de mayo de 2025

No creo en eso de que "todo tiempo pasado fue mejor"

No creo en eso de que "todo tiempo pasado fue mejor". Cada época tiene un poco (o un mucho) de todo. Las luces y sombras nos acompañan siempre. Lo mismo lo bueno y lo malo. No existiría lo uno sin lo otro. Hay cosas, eso sí, que marcan más que otras, que nos resultan más intensas. Las costumbres cambian, para bien o para mal. Hoy, por ejemplo, la violencia es mayor y los anuncios de una tercera guerra mundial se expresan en todos los idiomas y a través de todos los continentes.
En nuestra vida en sociedad también se vive en una mayor vulgaridad. Hasta algunas expresiones de la mayor ordinariez son presentadas como "obras de arte".
Naturalmente, ningún terreno de la sociedad queda al margen. El fútbol no escapa del signo de su tiempo. Lo pienso a propósito del despido de Jorge Almirón de Colo Colo.
Me pueden decir que siempre hubo espectáculos lamentables como este que protagoniza Aníbal Mosa. Es cierto. De hecho, recuerdo muy bien el despido de Andrés Prieto de Unión Española, club que lo despidió un... 24 de diciembre. Fue en 1968 y no sé de otro caso en que alguien haya recibido un sobre azul de regalo de Navidad. Los dirigentes de Santa Laura no pudieron decir entonces, "España y yo somos así, señora". Y fueron olvidados. Como lo será también Mosa.
Creo que lo de ahora es peor porque se ha extendido en el tiempo. Lo del 68 fue un golpe brutal a la sensibilidad de cualquier ciudadano, pero un golpe. Lo de estos días es una sangría que se extiende por días. Una de las cabezas del directorio de la regente alba, que es bicéfalo, como todos sabemos, decidió despedir al exitoso entrenador argentino. Por malos resultados en el torneo en curso contra los muy buenos que tuvo el año pasado. Y eso puede ser. Sucede siempre y todos los técnicos del mundo saben que sus puestos dependen de los resultados.
Eso es así, pero otra cosa es que previo al despido no se hable con el despedido y se llegue a una salida de mutuo acuerdo "y tan amigos como antes". Pero no, esta cabeza de la concesionaria lo despidió y después quiso pactar. Es decir, es un cráneo, pero no una cabeza con cerebro. Para peor, como dicen en algunos barrios, no hay plata para pagarle a Almirón lo que contractualmente le corresponde. Ni para pagarle la mitad.
Y ahí están, mientras se escribe esta columna. ¿Qué hay de la dignidad del entrenador? Él sigue entrenando, en cumplimiento de su contrato. Los jugadores siguen obedeciendo sus instrucciones y dedicándole los goles con notorios acercamientos a la banca. El público adicto aplaude.
Se me ocurre que este episodio debe ser recogido por el Libro de Récords Guinness. ¿Habrá otro caso en el mundo? No lo sé y no lo creo.
Tampoco creo que sea necesario recordar que el club está cumpliendo cien años.
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