Colonos, pero no esclavos
Un colono | Montevideo
@|Estoy endeudado
Un colono | Montevideo
@|Estoy endeudado. No porque despilfarré, sino porque aposté a producir.
El Estado me asignó una tierra. Una esperanza. Pero cada mes, esa esperanza se me vuelve deuda, presión y miedo.
Estoy en un predio del Instituto de Colonización. Tengo 100 hectáreas, 70 vacas y dos manos que no paran. Me levanto antes que el sol. Ordeño, siembro, alimento, reparo. Y cuando termino, me espera el cuaderno: las cuentas no cierran.
Pago arrendamiento, pago la cuota por las vacas que el propio sistema me obligó a comprar a crédito. Pago por las instalaciones, por la vivienda, por la energía cara, por el gasoil más caro de la región.
Y encima, pago para ser inspeccionado, auditado y hasta juzgado. por quienes nunca produjeron ni un litro de leche en su vida.
Nos dieron tierra, pero con el yugo puesto.
Nos usan en discursos de "justicia social" mientras nos asfixian con impuestos, aportes y trámites que no terminan nunca. Nos dicen "beneficiarios", pero nos tratan como rehenes de un sistema que solo quiere estadísticas y relato, no resultados ni respeto.
Yo no quiero subsidios, quiero libertad.
No quiero favores del Estado, quiero que no me trabe.
No quiero que me "garanticen el derecho a producir", quiero que dejen de atacarme por producir.
El pequeño tambero, el colono endeudado, el productor familiar no es el enemigo del pueblo. Es el que le pone pan, queso y leche a la mesa de todos. Pero con este modelo, somos los primeros en fundirnos.
Y cuando caemos, no hay plan de rescate. Hay silencio.
¿Hasta cuándo vamos a permitir que el Estado nos castre la producción?
La verdadera reforma agraria no es repartir tierra como quien reparte estampitas de campaña.
Es permitir que el que trabaja la tierra prospere, sin miedo a ser castigado por crecer.
Es hora de ponerle fin al paternalismo asfixiante.
El productor necesita crédito, sí, pero también necesita reglas claras, mercados libres y respeto por su trabajo.
Queremos producir, no ser peones del Estado.
Porque esta tierra que nos dieron no es del gobierno, es nuestra, porque la regamos todos los días con sudor.