Viernes, 20 de Junio de 2025

Natasha en la televisión abierta

ChileEl Mercurio, Chile 20 de junio de 2025

Mientras veo los cielos de la eterna Persia (hoy Irán) y de la Israel de "la leche y la miel" llenarse de misiles y drones, busco en la televisión algún programa de análisis de la tragedia que se está desarrollando en las calles de Tel Aviv y Teherán

Mientras veo los cielos de la eterna Persia (hoy Irán) y de la Israel de "la leche y la miel" llenarse de misiles y drones, busco en la televisión algún programa de análisis de la tragedia que se está desarrollando en las calles de Tel Aviv y Teherán. Nada. Solo programas de farándula. Chile en eterna farándula... Los autores de los libros que se han escrito sobre "cómo fracasan los países" debieran agregar a la farándula como uno de los factores corrosivos de las democracias, al infantilizar a las audiencias, a los ciudadanos. Sigo haciendo zapping ...: de pronto, !por fin¡, aparece un canal de noticias, donde se está cubriendo la guerra entre Israel e Irán.
Primera sorpresa: la conductora es una rusa que habla en español. Reconozco mi debilidad por la cultura rusa. Me nutrí en la adolescencia de los grandes narradores rusos. Dostoyevski, Tolstoi, Chéjov, y siempre he seguido con mucho interés la historia del pueblo ruso, soy sensible a lo que se llamó alguna vez "el alma rusa". Pero no es eso lo que se ve en este canal de televisión ruso. Me hace recordar cuando, en plena dictadura militar, escuchábamos por onda corta las señales de un programa para Chile, transmitido desde Moscú: "Escucha, Chile". Rápidamente descubro que Natasha (así se llama la conductora cuyo nombre recuerdo porque es el mismo de la heroína de "Guerra y Paz", de Tolstoi, Natasha Rostova) no está animando un programa informativo (eso uno lo agradecería), sino uno de propaganda disfrazado de programa informativo. Lo que Lenin entendió y manejó tan bien: la agitación y propaganda en todo su esplendor y -aquí viene un detalle importante- transmitido en una señal abierta de la televisión chilena. ¿Es tan fácil contar con una señal abierta en Chile? Parece tan fácil emitir una señal rusa en Chile como lo es abrir un mall chino en Chile. ¿No nos hemos vuelto muy vulnerables y permisivos en todo sentido, en nuestras fronteras físicas y las otras? ¿No hay requisitos o condiciones que el Estado deba exigir a quien quiera transmitir por señal abierta? ¿Podría el día de mañana Bolivia contar con un canal de televisión y lanzar por él proclamas contra Chile? "Preguntas a la hora del té", diría Nicanor Parra que, dicho sea de paso, escribió un libro llamado "Canciones Rusas".
No soy un experto en la materia, pero imagino que es distinta la regulación de la televisión por cable que la televisión abierta. Una cosa es llamarse "abierta", otra es ser tan abierta que el día de mañana tengamos canales del gobierno judío, del gobierno norteamericano, del gobierno chino, etc., emitiendo, además, programas informativos sesgados o derechamente propagandísticos. ¿Es eso posible? ¿Y qué rol juega el Consejo Nacional de Televisión en todo esto? El dicho Consejo se excusa sosteniendo que no se "hace responsable" de la programación del tercero: el tercero es el canal ruso que le habría arrendado o comprado la señal a otro canal que sí tiene autorización de emitir del CNTV. Todo muy extraño. Sorprende la laxitud del Consejo Nacional de Televisión, que debería -me parece- cuidar y normar con mucho más rigor el "espacio" televisivo chileno para que no se llene de drones o misiles informativos de todo tipo.
Vuelvo a Natasha, la conductora rusa (encantadora, por supuesto): ahora le da el pase a Nicolás Maduro, quien habla desde Caracas sobre el conflicto irano-israelí. !Largos minutos¡ No había visto tanto tiempo en pantalla al dictador Maduro, el "gran" amigo de Chile, en la televisión abierta chilena. Y así suma y sigue. Contactos a expertas iraníes, ninguno a la contraparte israelí. La transmisión toma de pronto tintes bolivarianos. Cambio a canales chilenos: sigue la eterna farándula. Farándula y noticiarios rusos: esa es la oferta esta noche. Después de treinta minutos de propaganda rusa, me hastío y apago el televisor. Prefiero leer novelas rusas: escojo esta vez volver a "Demonios", de Dostoyevski...
Parece tan fácil emitir una señal rusa en Chile como lo es abrir un mall chino. ¿No nos hemos vuelto muy vulnerables y permisivos?
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