Argentina: un equilibrio en construcción

A un año y medio de la asunción de Javier Milei, Argentina logró avances que hasta hace poco parecían impensables. La inflación, principal promesa de campaña, cayó del 25% mensual en diciembre de 2023 a 1,5% en mayo de este año. Este resultado se apoyó, de manera clave, en un ajuste fiscal significativo, de más de cinco puntos del PIB, y en la eliminación del financiamiento monetario del déficit. Junto con una fuerte agenda de desregulación, también se avanzó en desarmar parcialmente el cepo cambiario y las múltiples cotizaciones paralelas que había generado, sin que eso desatara volatilidad en los mercados cambiarios.
Este conjunto de resultados le ha permitido al gobierno mantener su apoyo político, incluso en un contexto de fuerte ajuste y repetidos episodios de tensión política y controversia pública. Pero con la inflación perdiendo centralidad como preocupación social, y tras dos años de recesión, las demandas empiezan a girar hacia la necesidad de una recuperación tangible en empleo e ingresos.
El crecimiento proyectado del 5% en 2025 destaca en un contexto internacional poco favorable y duplica el promedio esperado para América Latina. Pero para recuperar el terreno perdido, Argentina necesita además que el crecimiento se sostenga en el tiempo y que la reactivación llegue a los sectores más rezagados y castigados por la recesión y el ajuste. Esto requiere avanzar en una agenda que priorice mejoras en la productividad y la reducción de la informalidad, dos desafíos que siguen alimentando la presión tributaria y limitan la capacidad de crecimiento sostenido. Por otra parte, el tipo de cambio continúa actuando como ancla nominal y se mantiene apreciado en términos reales, lo que afecta la competitividad externa y limita la reactivación. Además, para sostener ese anclaje, el gobierno ha evitado recomponer reservas de forma más agresiva, lo que mantiene la fragilidad externa. Con importaciones al alza, exportaciones estancadas y un turismo receptivo en retroceso, los riesgos por el frente externo se acumulan.
Los avances logrados en la corrección de los principales desequilibrios macroeconómicos marcan un punto de inflexión, pero todavía quedan desafíos importantes. La convergencia inflacionaria aún no está asegurada: incluso con el avance reciente, una inflación mensual del 1,5% mantiene a Argentina entre los países con mayor inflación de la región. Consolidar esa baja, afianzar el crecimiento y resolver la fragilidad externa son condiciones necesarias para que la recuperación gane consistencia y se proyecte en el tiempo. Sin estos elementos, el riesgo de retrocesos sigue presente.