Eutanasia y libertad, otra mirada
Gabriela Silva Pedragosa | Montevideo
@|Luego de leer el domingo pasado la columna publicada por la señora Silvia Lecueder, bajo el título "Eutanasia y Libertad", me nació el impulso de compartir el quehacer de una pequeña y joven fundación uruguaya, que lleva el nombre del "Dr
Gabriela Silva Pedragosa | Montevideo
@|Luego de leer el domingo pasado la columna publicada por la señora Silvia Lecueder, bajo el título "Eutanasia y Libertad", me nació el impulso de compartir el quehacer de una pequeña y joven fundación uruguaya, que lleva el nombre del "Dr. Luis Manuel Calleja", un español fallecido en 2020.
El objetivo de la fundación es "servir gratuitamente a aquellas personas que están en el final de su vida y no tienen recursos económicos ni sociales para vivir un período tan fundamental en la forma que todos esperaríamos poder hacerlo".
El hogar se inauguró el 1° de diciembre de 2023 y funciona en la calle Uruguayana 3393, Montevideo. La dirección técnica la tiene la Dra. Estela Corrazo, oncóloga y paliativista, quien junto a un equipo de enfermeras ofrece la asistencia profesional necesaria. Luego venimos -y ahí me incluyo- un grupo de aproximadamente 70 voluntarios que nos ocupamos de los "huéspedes" (residentes), y sus familias cuando vienen de visita. Preparamos desayunos, almuerzos, lavamos y planchamos la ropa, aseamos las habitaciones, colaboramos con las enfermeras en lo que nos pidan, pero sobre todo acompañamos a los huéspedes, a veces charlando, jugando cartas, mirando la TV, o estando en silencio.
Una experiencia tan variada y rica en humanidad, que podría recomendar con fuerza a cada lector que mire esta carta. ¿Dedicación?: una vez por semana, 4 horas. He visto vivir sus últimos días a muchos huéspedes, rodeados de cariño y delicadeza, y lo siento como un privilegio de la vida. Asistir en el momento de máxima fragilidad a una persona nos ayuda a redimensionar su valor esencial, a respetarlo en su disminución física y a velar hasta que la vida se apague.
No entiendo de temas de salud, porque soy escribana, pero he visto funcionar los cuidados paliativos de calidad en este lugar, y puedo dar fe de que los pacientes transitan en paz y sin dolor ese tiempo final. La experiencia personal, compartida con todos los voluntarios que conozco, es de íntima alegría aunque no todo lo que vemos es "agradable" a la vista, la mirada que prevalece no es la de corto alcance.
Nos sentimos agradecidos de ser parte de esta pequeña iniciativa de profunda humanidad, y sueño que en el Uruguay pueda multiplicarse iniciativas como ésta, en el ámbito público como privado.
Titulé este artículo "Eutanasia y libertad", aunque no hablé directamente de ninguno de los dos temas, ¿o sí?