Miércoles, 30 de Julio de 2025

El monopolio invisible de Meta

ColombiaEl Tiempo, Colombia 10 de julio de 2025


Jorge Restrepo
¿Qué tienen en común ‘La Silla Vacía’ y la señora de El Verjón, a quien le compraba semanalmente arepas? Ambos son emprendimientos que se sirven de WhatsApp, el servicio de mensajería en los teléfonos celulares


Jorge Restrepo
¿Qué tienen en común ‘La Silla Vacía’ y la señora de El Verjón, a quien le compraba semanalmente arepas? Ambos son emprendimientos que se sirven de WhatsApp, el servicio de mensajería en los teléfonos celulares. O se servían, pues desde la primera semana de mayo Meta, propietaria del servicio y que controla la red global en la que se construyó, limitó el envío a listas de teléfonos en Colombia y otros países, sin previo aviso, iniciando un cobro por envío. En el caso de La Silla Vacía, quienes recibíamos el boletín diario de noticias, uno de sus mejores servicios, quedamos privados de él. El periodismo es un bien público —no solo porque la información verificada y confiable hace mejor a la sociedad, sino porque su consumo es no rival y no excluyente. Por eso La Silla Vacía, como muchos noticieros de radio y este mismo periódico, no tienen mural de pago y deben financiar la empresa periodística con pauta y suscripciones. Al limitar el acceso al servicio, Meta usa su control sobre la red global de mensajes, que no tiene par, para volverlo excluyente, buscando obtener ingresos por cada información entregada que, además, no paga por crear. El caso de la señora de las arepas es dramático: para enviar el mensaje semanal a su lista de 800 clientes debe pagar cerca de un millón de pesos al mes, pues es imposible enviar 800 mensajes uno a uno y no puede enviarlos a un grupo, pues expone las identidades de sus clientes entre ellos. Su único medio de oferta era la lista. Su microempresa cerró. Meta, como muchas otras empresas, explota las plataformas de dos lados o mercados bilaterales. La clave para la fabulosa rentabilidad de estas empresas reside en el tamaño de sus redes, que les da poder de mercado para cobrar una tarifa a ambos lados. Los avances de la tecnología reducen el costo de expandir la red a cero. Para crecer y desplazar competidores regalan por un buen tiempo el servicio, de forma que en el momento oportuno puedan cobrar y capturar buena parte de las rentas del intercambio cautivo. En efecto, Meta logra obtener una comisión —así sea ínfima— sobre miles de millones de interacciones, en el consumo de bienes y servicios, en avisos de productos, en contactos potenciales. La solución no está en prohibir la gratuidad, como algunos despistados piden a las cortes, y algunos jueces erróneamente la conceden. Una medida fácil sería lograr una tributación local a los comisionistas tecnológicos de ultramar sobre transacciones locales. La solución de fondo es evitar —con una política de competencia bien hecha— la aplicación indiscriminada y sin aviso de estas comisiones, y prohibir precios depredadores, impidiendo el abuso del poder monopólico con base en el control de las redes. La ventaja es que regularles es hasta fácil, pero requiere mucha experiencia, investigación y conocimiento. Ojalá el próximo gobierno entienda la importancia de hacerlo.
Profesor de economía, Pontificia Universidad Javeriana X:jorgearestrepo
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