Domingo, 13 de Julio de 2025

La intelligentsia chilena y el anticomunismo

ChileEl Mercurio, Chile 11 de julio de 2025

Varios columnistas han intentado convencernos de que un eventual triunfo en la próxima elección presidencial de Jeannette Jara (quien ha sido miembro del más ortodoxo Partido Comunista del mundo durante toda su vida) sería perfectamente inocuo y no constituiría riesgo para nuestro país

Varios columnistas han intentado convencernos de que un eventual triunfo en la próxima elección presidencial de Jeannette Jara (quien ha sido miembro del más ortodoxo Partido Comunista del mundo durante toda su vida) sería perfectamente inocuo y no constituiría riesgo para nuestro país. Más aún, que cualquier aprensión que alguien pueda tener es solo el producto de un anticomunismo irracional, algo histérico, que sería atávico a una retrógrada derecha chilena y no tendría otro objetivo que producir miedo en la población como táctica electoral.
Es imposible en este contexto no recordar a Raymond Aron, quien expuso a los intelectuales europeos, algunos marxistas, otros no, que callaron los crímenes de Stalin, los gulags, los juicios, las purgas y las hambrunas inducidas y cantaron las glorias de la revolución. Obviamente, de lo que hablamos aquí es de algo muy distinto, pues los miembros de nuestra intelligentsia no están pregonando las virtudes del comunismo, pero sí subestimando peligrosamente sus riesgos potenciales para nuestra gobernabilidad e incluso estabilidad democrática.
Los argumentos para atenuar cualquier preocupación son fundamentalmente dos. Primero, que el comunismo hoy en el siglo XXI es muy diferente al de la Guerra Fría y la época soviética, y no es un peligro para la democracia. Segundo, que si una comunista llegara a encabezar un eventual gobierno de la izquierda ello sería irrelevante, pues solo sería una más en un gobierno constituido por una alianza diversa, incluida la socialdemocracia.
Pues bien, es absurdo pensar que el mundo es hoy el mismo de hace 50 años, pero lo que sí es efectivo es que el comunismo no es, como se pretende, una simple teoría de la historia y un programa político, sino que tiene, y siempre ha tenido, los rasgos de una religión secular, una fe inconmovible respecto al destino ineludible de su triunfo final y una serie de dogmas contenidos en su autodefinición de "marxista leninista". Y la realidad es que las religiones pueden en el tiempo cambiar sus liturgias, pero mantienen incólumes sus creencias fundamentales. Por eso, definirse como marxista leninista significa algo muy concreto que sería mucho mejor tener claro. Tampoco es verdad que no haya gobiernos comunistas totalitarios en el siglo XXI: los hay y todos ellos son fuentes admiradas e inspiradoras del nuestro.
Es falso también que sea irrelevante quién encabeza un gobierno. El poder que nuestro sistema político entrega al Presidente de la República es enorme. Se puede estar de acuerdo a no con el Presidente Boric, pero es indudable que sus decisiones de incorporar al Socialismo Democrático a su gobierno, moderar sus políticas tras la derrota de su proyecto constitucional, apoyar a Ucrania contra Rusia, condenar el fraude electoral en Venezuela y asumir en su agenda el problema de la inseguridad ciudadana, han sido determinantes y jamás habrían sido el camino elegido por Teillier o Carmona.
Por lo anterior, y porque las ideas tienen consecuencias, conviene recordar cuáles son los preceptos esenciales del marxismo leninismo. En primer lugar, que la propiedad privada es el origen de todo mal y debe ser toda asumida por el Estado; que la lucha de clases debe ser estimulada porque es lo que hace avanzar la historia hacia su destino comunista final; que el proletariado es "un mesías" y debe tener la totalidad del poder, representado por las vanguardias del partido; que la burguesía es el mal encarnado y debe ser aniquilada. Todo ello es absoluta e irremediablemente incompatible con la democracia, la libertad, el pluralismo y la alternancia en el poder. En fin, el PC chileno, fiel a Lenin, ha legitimado el uso de la violencia y continúa entrenando militarmente a sus cuadros, porque la vía armada sigue siendo explícitamente una posibilidad teórica.
Definirse marxista leninista significa algo muy concreto que sería mejor tener claro.
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