Sábado, 12 de Julio de 2025

Hogares: un consumo estancado

ChileEl Mercurio, Chile 12 de julio de 2025

El debate respecto de un eventual aumento de la pobreza en Chile nos recuerda la importancia de focalizarse en el bienestar económico de los hogares. El retraso ha sido largo y profundo, resultado de años de políticas equivocadas.

La demanda interna de un país es un agregado macroeconómico que mide la totalidad del gasto en bienes y servicios que realizan los agentes dentro de las fronteras. Por lo tanto, es una medida clave respecto de la evolución y progreso de una economía. Sus determinantes incluyen inversión, gasto del Estado y consumo privado, siendo este último un elemento central que caracteriza el bienestar de la población.
En el caso de Chile, la demanda interna ha mostrado una preocupante evolución durante la administración Boric. Específicamente, creció un 2,3% el 2022, cayó un 3,7% el 2023, se recuperó levemente el 2024 (1,3%) y, previo al anuncio de Estados Unidos de aranceles sobre el cobre, el Banco Central anticipaba un crecimiento de 3,2% para 2025. Incluso, de concretarse esta cifra, el crecimiento real de la demanda interna entre 2021 y este año alcanzaría solo un 3% en todo el período. Si se excluye 2020 (fuertemente impactado por el covid), este sería el menor crecimiento en cualquier período de cuatro años desde 1986. Este resultado da cuenta de las dificultades de la actual administración para normalizar la economía y retornar a una senda de crecimiento.
El impacto sobre la población ha sido significativo, pues la serie de consumo de los hogares ha mostrado una evolución aun peor. En 2022 dicho consumo aumentó solo un 1,6%, y en 2023 cayó un 4,9%, para apenas crecer un 1% el 2024. La predicción del Banco Central para 2025 apunta a un crecimiento anual de solo 2,2% (0,4 puntos porcentuales superior al crecimiento en doce meses del consumo privado en el primer trimestre de 2025), lo que implicaría un declive de los niveles de consumo (real) de los hogares en todo el período. Específicamente, mientras a nivel agregado esta variable macroeconómica clave alcanzó los $132.469 miles de millones en 2021, el presente año debería estar en torno a $132.197 miles de millones: una caída en términos reales de -0,3% bajo la actual administración. Ello implica una regresión en los niveles de vida de la población, sin crisis externas que hayan tenido un impacto directo sobre nuestra economía.
Entre los fundamentos económicos tras este resultado, es imposible obviar el retroceso observado en el mercado laboral.
Si bien el foco del debate contingente ha estado en los altos niveles de desempleo, con tendencias que también rompen marcas históricas -la tasa de desocupación femenina se ubica en 10,1%, el nivel más alto en los últimos 5 años y, si se excluye la pandemia, el mayor en casi 15 años-, una mirada a la creación de empleo y la evolución de los salarios reales ilustra los orígenes de las dificultades que enfrenta la población.
Las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) indican que desde el trimestre móvil julio-septiembre del 2019 (anterior al estallido) hasta el trimestre móvil más reciente (marzo-mayo), el número total de ocupados ha aumentado solo un 3,8%. Y lo que es más preocupante, durante los últimos doce meses, la población ocupada en Chile ha aumentado un magro 0,2%. Sin una creación de empleo vigorosa, difícilmente la población podría aumentar su consumo y mejorar sus niveles de vida.
A lo anterior se agrega la evolución de las remuneraciones. De acuerdo con el INE, desde septiembre de 2019 a la fecha, el Índice Real de Remuneraciones creció solo un 6,6%. Se podría suponer una mayor aceleración pospandemia. Sin embargo, las estadísticas apuntan a un acotado crecimiento de solo 5,5% desde febrero de 2022 (mes anterior a la llegada del Presidente Boric a La Moneda) hasta mayo del 2025. Considerando que la cifra está influida por un significativo aumento del salario mínimo, debe generar preocupación.
Por cierto, estos resultados cuestionan la gestión como ministra del Trabajo y la agenda económica que hoy plantea la candidata oficialista, Jeannette Jara. La rigidización del mercado laboral, la política en materia de salario mínimo y otras medidas impulsadas por ella y el Presidente Boric no han mejorado los niveles de empleo y consumo de la población. Y es que no se hace crecer la demanda interna con un mercado laboral más rígido, sino con la promoción de la actividad privada, el emprendimiento y la innovación.
Panorama nublado para 2025Los datos de las Encuestas de Expectativas publicadas por el Banco Central esta semana auguran un nublado panorama para el consumo privado en lo que resta del año. Entre los entrevistados, un 47,3% responde que el crecimiento del consumo de los hogares (y las instituciones privadas sin fines de lucro) será igual o inferior al 2%, con la mediana en un 2,1%.
La cifra es consistente con las expectativas de otro decepcionante crecimiento del PIB no minero para 2025: un 57% estima que la cifra será igual o inferior al 2,2% (para el PIB total, es levemente superior). Y, más preocupante, similar porcentaje apunta a un crecimiento (no minero) igual o inferior al 2% en 2026.
Esto contrasta con el relato de aceleración que algunas autoridades han elaborado a propósito de números puntuales de Imacec, sumado a mensajes de optimismo por la variación negativa del IPC (-0,4% en junio). Sin embargo, todo parece apuntar a que 2025 terminará confirmando el estancamiento, si no retroceso, en los niveles de consumo de la población.
Lo anterior debiera ser considerado por la ciudadanía. En un mundo con alta incertidumbre, con nuestro principal producto de exportación potencialmente sujeto a aranceles, la necesidad de planes económicos que reviertan el estancamiento y promuevan el bienestar sobre la base de ideas bien fundadas y no fracasadas será esencial.
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