El dólar mentiroso
El Ciudadano | Montevideo
@|En Uruguay, mientras muchos aplauden la estabilidad, otros ven cómo se les desarma el país en las manos
El Ciudadano | Montevideo
@|En Uruguay, mientras muchos aplauden la estabilidad, otros ven cómo se les desarma el país en las manos. Agro, industria y exportadores levantan la voz: el atraso cambiario es una bomba de tiempo, y no la está armando la oposición ni el clima, sino la propia política económica que, con cara de sensatez, juega a esconder la verdad bajo la alfombra.
El dólar barato ese mismo que hace felices a quienes compran afuera, se van de viaje o importan hasta la lechuga es una anestesia peligrosa. Sirve para que los precios no se disparen y la inflación no incomode al gobierno, pero a cambio, revienta la producción nacional. ¿Quién puede competir si al productor lo exprimen con impuestos y al consumidor le regalan lo importado?
Los industriales lo dijeron clarito: "el encarecimiento relativo preocupa", mientras el Banco Central sigue sin mover una ceja. Y mientras tanto, se nos escapa la inversión, se frena el empleo y se empieza a ver ese temblor de fondo que ya conocemos: menos campo, menos industria, menos laburo.
Y aquellos que afirman que es herencia del gobierno anterior o que el dólar está bajando en el mundo, le decimos, en Uruguay baja más que en el mundo, confirmando que no es herencia y sí el seguir una doctrina económica que se hace más salvaje con este modelo económico del gobierno del FA.
¿Y cómo se sale de este pantano? Ajustando. Pero no a lo bruto, como siempre se hace. No descargando el peso sobre los trabajadores ni los deudores en dólares. Hay una salida: reducir impuestos, empezando por el IVA. Pero eso requiere coraje político, no frases hechas.
Bajar impuestos no es magia, es cortar con los curros del sistema. Menos cargos de confianza, menos ministerios decorativos, menos viajes de lujo, menos jubilaciones doradas. Basta de vivir del verso. Hay que sacar al Estado de donde no sirve y enfocarlo en lo que sí: seguridad, educación, salud, infraestructura.
El atraso cambiario no es solo un problema técnico, es el síntoma de una política cobarde que prefiere maquillar antes que transformar. Solo una mirada liberal, realista y decidida puede poner a producir este país, sin seguir bancando un modelo que nos lleva al abismo con una sonrisa en la cara.
Es hora de elegir: o defendemos el trabajo uruguayo o seguimos festejando ofertas en Temu mientras cerramos fábricas.
Y cuando llegue la crisis porque va a llegar, que nadie diga que no fue avisado.