50 años del peso
Hace casi 50 años, se decretó el fin del escudo y la instauración del peso como moneda de curso legal en Chile
Hace casi 50 años, se decretó el fin del escudo y la instauración del peso como moneda de curso legal en Chile. Antes, en enero de 1960, la adopción del escudo había tenido como objetivo dejar atrás un período de alta inflación, la que promedió 37% anual en la década de 1950. Luego de casi 16 años en circulación y paupérrimos resultados, fue reemplazado ¯según dispuso el decreto ley 1123, promulgado el 30 de julio y publicado el 4 de agosto de 1975¯ a razón de mil escudos por peso.
Como la mayoría de los procesos de cambio de denominación de la moneda, el de 1975 tuvo también como génesis un plan monetario para superar la situación de hiperinflación en que la Unidad Popular había dejado al país: entre noviembre de 1970 y septiembre de 1973, el índice de precios al consumidor acumuló un alza de 850%, equivalente a un aumento anual de 120%. Ese desastre "coronó" un período de muy alta inestabilidad de precios, que durante la vigencia del escudo generó una inflación anual promedio de 68%. Por cierto, no fue el escudo el culpable, sino una política monetaria y fiscal irresponsable, que alcanzó su máxima expresión con el plan de impulsar la demanda interna ejecutado por la UP.
Mayoritariamente, los planes monetarios y fiscales vienen de la mano con anuncios de cambio de denominación de la moneda, para señalizar una nueva etapa, como parte de un esfuerzo comunicacional y también de simplificación en los cálculos asociados a los pagos. Los 50 años del peso han representado un largo período de derrota para la inflación. Con vaivenes y distintos experimentos monetarios -como el tipo de cambio fijo a fines de la década de 1970-, Chile logró transitar a la estabilidad de precios, jugando un papel fundamental la independencia del Banco Central y la consolidación de una política fiscal austera y previsible. Así, desde 1975 hasta la fecha, la inflación promedio anual ha sido de 13%, un cuarto del promedio observado en el período anterior.
Estas lecciones, aunque parezcan alejadas, no deben ser olvidadas, y toman particular relevancia cuando la situación fiscal en Chile vuelve a ser un tema de preocupación, y propuestas emanadas desde la izquierda parecen añorar el plan que alimentó uno de los períodos económicos más complejos de nuestra historia. La fortaleza y credibilidad del Banco Central es un activo importante que ha de ser cautelado, pero debe complementarse con una institucionalidad fiscal también robusta y planes económicos coherentes. La fortaleza macroeconómica e institucional del país se ha acrecentado en las últimas décadas, pero la experiencia de países vecinos muestra que el flagelo de la inestabilidad y la alta inflación nunca deja de acechar.
El flagelo de la inestabilidad y la alta inflación nunca deja de acechar.