Artistas de la falsificación, un metier tan antiguo como el árbol del Edén
Souvenir de Mortefontaine, óleo de Jean-Baptiste Camille Corot, datado en 1864
El 16 de julio de 1796 nació Jean-Baptiste-Camille Corot , pintor famoso por sus paisajes de la campiña francesa, quien se estima que realizó alrededor de dos mil obras en vida
Souvenir de Mortefontaine, óleo de Jean-Baptiste Camille Corot, datado en 1864
El 16 de julio de 1796 nació Jean-Baptiste-Camille Corot , pintor famoso por sus paisajes de la campiña francesa, quien se estima que realizó alrededor de dos mil obras en vida. Sin embargo, solo en Estados Unidos existen más de diez mil pinturas atribuidas a su pincel. Muchas de ellas, probablemente, sean cuadros de un tal Jean Trovilleber (1829-1900), con un estilo semejante a Corot. Retrato de Jean-Baptiste-Camille Corot, circa 1850
Desde que el mundo es mundo, hay creadores y falsificadores : artistas talentosos cuyos estilos no fueron del gusto de sus coetáneos y, por esa razón, reprodujeron la obra de otros artistas más exitosos.
Cuando en 1997 Thomas Hoving (1931-2009), exdirector del Metropolitan Museum de Nueva York, declaró que el 40% de las obras de ese museo eran falsas, se armó un gran escándalo. Pensaban que había enloquecido. Casi treinta años más tarde, algunos críticos no solo le dan la razón, sino que aseguraron que Hoving se quedó corto. El experto suizo Yann Walther, por ejemplo, en un artículo para Artnet News de octubre de 2014, estimó que el número de obras falsas en el MET asciende a la mitad. Y el caso de las salas de la Gran Manzana no sería el peor en términos porcentuales. En el museo de Elna, en Francia, descubrieron que el 60% de las piezas son falsas; y en el Museo Minara de Zagreb se sospecha que casi las 3.654 obras lo son.
El propio Hoving cayó en la trampa: aseguró que un Mark Rothko (1903-1970) era auténtico cuando resultó ser falso. Tras engañar al mundo del arte, el falsificador de las obras de Johannes Vermeer consiguió su propia exposición titulada "Los Vermeers falsos de Van Meegeren"
El ejemplo más claro de que el verdadero talento no siempre es reconocido fue el del pintor neerlandés Hans van Meegeren (1889-1947), quien engañó nada menos que a Hermann Göring al hacer pasar una obra de su autoría por un cuadro de Johannes Vermeer (1632-1675), del que solo se conservan poco más de 30 obras. Al terminar la Segunda Guerra, Van Meegeren fue apresado por sus connacionales acusado de vender patrimonio nacional al jerarca nazi. Ante la incredulidad de los jueces, Van Meegeren confesó que él mismo había pintado ese cuadro y, para probarlo, lo reprodujo ante ellos. Claro, Van Meegeren era un dotado, pero su obra no era valorada por la crítica. Corto de dinero, empezó a reproducir cuadros de maestros holandeses, lo que le permitió vivir con desahogo.
Quien lo introdujo en el negocio fue un tal Leonardus Nardus, que había estafado a varios millonarios estadounidenses con sus cuadros. Curiosamente (o no tanto), nadie lo denunció, para evitar la vergüenza de haber caído en las trampas de un falsificador.
Así, Hans Van Meegeren logró enriquecerse, especialmente durante la guerra, vendiéndole a los jerarcas alemanes "obras" de maestros neerlandeses a precios muy convenientes. Con las ganancias se compró una villa en la Costa Azul, a la vez que sus copias se exhibían en museos como el Boijmans Van Beuningen de Róterdam.
El cuadro que le vendió a Göring - Cristo con la adúltera - le reportó el equivalente de 7 millones de dólares. La obra fue recuperada por los aliados tras la guerra y Van Meegeren fue apresado, juzgado, declarado culpable como falsificador (no como colaboracionista) y condenado a un año de prisión. Sin haber recobrado la libertad, murió de un infarto en su celda. André Derain, el autor de obras reconocidas como "Barcazas en el Támesis", fue plagiado por el falsificador de arte alemán Wolfgang Beltracchi
Menos conocida, pero igual de apasionante, es la historia de Wolfgang Beltracchi , un alemán que imitó obras de Max Ernst, André Derain, Fernand Léger y otros autores del siglo XX. Se estima que ganó más de 34 millones de euros, aunque se sospecha que muchas de sus falsificaciones se exhibieron (y aún se exhiben) en importantes museos del mundo. Por ejemplo, Beltracchi logró engañar al experto Werner Spies, entonces director del Pompidou y especialista en la obra de Ernst.
Wolfgang trabajaba con su esposa, Helene, quien se encargaba de vender las pinturas, asegurando que las había heredado de su abuelo. La historia que relataba aseguraba que este las había adquirido de un marchante judío llamado Alfred Flechtheim, quien las habría "malvendido" para huir de la Alemania de Hitler.
Dos pequeños errores delataron al falsificador. En el Cuadro rojo con caballos , atribuido a Heinrich Campendonk y fechado en 1914, empleó una pintura a base titanio, metal que no se usaba en la confección de óleos a principios del siglo XX. El documental "Made You Look" cuenta una historia real sobre arte falsificado
El otro detalle que lo delató fue usar una etiqueta con la que los nazis clasificaban las obras de "arte degenerado", en este caso del pintor George Grosz. Las fechas no coincidían con la supuesta procedencia de la colección, y esa contradicción llevó a la detención de Wolfgang y Helen en el año 2010. Fueron condenados a 6 y 4 años de prisión, respectivamente, aunque los liberaron poco después de pagar una indemnización de 35 millones de euros.
Esta historia los lanzó a la fama. Al final, las obras auténticas de Beltracchi se hicieron muy populares y hoy se venden a muy buenos precios. En una reciente entrevista, confesó que extrañaba su época de falsificador, cuando estudiaba tan profundamente a un pintor que sentía que su obra era un tributo al artista original, una forma de homenaje.
También confesó disfrutar del estudio del creador, la confección del cuadro, la búsqueda de lienzos antiguos y hasta el uso de cámaras para producir los certificados espurios. "La falsificación era casi incidental", dijo desde su hogar en Suiza, donde se ha radicado tras cumplir la condena. "Lo importante eran los detalles para ser convincentes".
Cientos de expertos en arte, galeristas, museos y hasta casas de subastas de fama mundial fueron engañadas por esta pareja, que ha despertado más simpatías que reproches. Como suele ocurrir con muchos falsificadores, su talento no solo les permitió ganar fortunas… sino también cierta admiración, incluso de sus víctimas.