INDH capturado
Es evidente la necesidad de revisar su institucionalidad.
Luego de renovar a parte de sus integrantes, el consejo directivo del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) eligió al abogado, exsubsecretario y ex consejero constitucional Yerko Ljubetic (Frente Amplio) como su nuevo director. Aunque su cercanía con el Gobierno había originado algún cuestionamiento, finalmente fue elegido con los votos de siete de los 11 consejeros, en una instancia en que históricamente, y con mínimas excepciones, ha existido una verdadera hegemonía de la izquierda.
La principal de esas excepciones fue el período del estallido, cuando el órgano estuvo encabezado por el abogado Sergio Micco, sostenido por una frágil mayoría. En esos días, si bien Micco mantuvo una posición crítica respecto de los abusos policiales, descartó que existiera una violación "sistemática" de los derechos humanos, contrariando así el discurso que intentaba instalar la izquierda y que perseguía erosionar la legitimidad del gobierno de la época. Su postura le significó a Micco enfrentar una dura oposición interna, la cual incluyó no solo a parte de los consejeros, sino también a funcionarios. Ello, además de los cuestionamientos y funas de organizaciones de izquierda y de una extensa toma de la sede del Instituto.
Hace algunos días, en entrevista con este diario, el exconsejero Sebastián Donoso recordó ese período, afirmando que, de no haber existido la mayoría circunstancial que apoyó a Micco, "habríamos estado enfrentados a un riesgo altísimo de que el INDH hubiera sido usado políticamente para desestabilizar la democracia". No hay exageración en sus palabras, si se recuerda que por entonces una parte de la izquierda se empeñaba en calificar como un virtual dictador al presidente Piñera y que la mayoría de los diputados de oposición votaron favorablemente una acusación constitucional en su contra, usando como argumento, precisamente, el tema derechos humanos. Por cierto, el papel jugado por Micco le ganó el encono del actual oficialismo y cuando en 2022, en virtud de nuevos nombramientos, la izquierda recuperó el control del Consejo, promovió rápidamente su salida. La elección de Ljubetic parece así confirmar la continuidad de la línea que ha dominado el INDH desde su creación.
Y es que, como señaló Donoso, el Instituto es una institución, en buena medida, "capturada" por una cierta visión de la sociedad y de los derechos humanos. Es cierto que, al menos entre los consejeros, siempre han existido voces disidentes. Más complejo es, sin embargo, lo que dice el mismo Donoso respecto de los equipos profesionales y particularmente las jefaturas, donde "no hay pluralismo o hay un pluralismo muy débil, por decirlo de manera generosa".
Los derechos humanos constituyen la medida de la legitimidad del poder político. Por ello, muchas democracias, al igual que en Chile, han creado organismos autónomos para promover su respeto. Lamentablemente, en sus 15 años de existencia, el INDH no ha logrado consolidarse como una instancia plural y transversalmente respetada. Por el contrario, y durante largos períodos, se ha movido según dinámicas más propias de una ONG capturada políticamente. Resolver aquello pasa necesariamente por una revisión profunda de la institucionalidad que lo rige y que ha permitido esa captura.