Sábado, 02 de Agosto de 2025

Hiroshige: el artista que fascinaba a Van Gogh

ChileEl Mercurio, Chile 20 de julio de 2025

Muy baratas (al precio de un café) se vendían en París las estampas grabadas con dibujos de Utagawa Hiroshige. Incluso el austero Van Gogh tenía 78 imágenes del artista, a quien admiraba con fervor. En Oriente y Occidente, la huella de Hiroshige se extiende desde el manga hasta el arte impresionista, como muestra el British Museum hasta septiembre.

Durante su estancia en París, Vincent van Gogh descubrió el arte japonés a través de las estampas impresas con paisajes y escenas cotidianas de Japón, que esos años comenzaban a llegar a Francia. Durante dos años, Van Gogh compró al comerciante Siegfried Bing más de 70 estampas de obras de Hiroshige. Pagaba por ellas no mucho más que el costo de un café. Las observaba con detención y solía colgarlas en su dormitorio o su taller.
Los colores alegres y ángulos inesperados de las obras de Hiroshige estimulaban hondamente al artista holandés. En una carta a su hermano y confidente Theo, fechada el 24 de septiembre de 1888, Van Gogh escribe "¿No es casi una nueva religión la que nos enseñan estos japoneses, que son tan simples y viven en la naturaleza como si ellos mismos fueran flores? No es posible estudiar el arte japonés, me parece, sin volver más feliz y alegre. Nos hace retornar a la naturaleza, a pesar de nuestra educación y trabajo en un mundo de convenciones".
Las estampas no solo impresionaban a Van Gogh. A finales del siglo XIX, artistas como Whistler, Toulouse-Lautrec, Degas, Gauguin y Rodin las apreciaban y coleccionaban. Monet poseía 48 grabados de dibujos de Hiroshige. Las obras eran expresiones del género ukiyo-e , término que se traduce como "imágenes del mundo flotante". Eran creaciones que se popularizaron entre los siglos XVII y XIX, en el período Edo. Se reproducían por cientos o miles, a través del grabado en madera. Las estampas reflejaban momentos de la vida cotidiana (especialmente de la clase media), perspectivas urbanas y de la vida nocturna, representaciones del teatro kabuki , mujeres bellas, paisajes y escenas campestres, así como flora y fauna.
Entre los principales artistas del género figuran Katsushika Hokusai, conocido por su obra "La gran ola de Kanagawa"-hoy convertida en un icono pop-y Kitagawa Utamaro. Utagawa Hiroshige (1797-1858) es considerado el último de estos grandes "maestros del mundo flotante" y el gran paisajista del grupo.
Abanicos para refrescar e impresionar
El ukiyo-e era un arte popular y masivo. Uno de sus campos de expresión eran los abanicos con marco de bambú rígido -no plegables-, conocidos como uchiwa-e . En el verano se producía una gran demanda de estos abanicos, que podían comprarse en festivales, parques y calles de la ciudad. Se usaban unas horas y luego se desechaban, por lo que pocos han sobrevivido.
Los uchiwa-e se armaban a partir de una estampa grabada afirmada con varillas de bambú. Servían para refrescarse, pero también para impresionar con los hermosos dibujos que incluían, que podían ser de paisajes, flores u otros motivos.
Muchas de las estampas de estos abanicos eran obras de Hiroshige, quien aprendió del maestro Utagawa Toyohiro. Solo un año después de recibirlo como alumno, Toyohiro, impresionado por su talento, le concedió un nombre artístico: Hiroshige (que llevaba el mismo "hiro" de su maestro).
Como era la tónica habitual, Hiroshige partió pintando bellas hermosas y actores, antes de dedicarse a los paisajes, en los que desarrolló una habilidad sin igual, en especial por el sutil uso de los tonos de tinta degradados, técnica conocida como " bokash ". Sobresale también por su uso de asimetrías y encuadres distintos a los usados en el arte occidental, como la perspectiva en diagonal. Como explica el especialista Alfred Haft, "su dibujo arrastra al espectador a través de una gama de puntos de vista, sugiriendo que la perspectiva europea no es la única forma de dotar a un paisaje de una sensación de profundidad arrolladora".
Muy prolífico -dejó cerca de 5.000 diseños para xilografías en color, así como pinturas y docenas de libros ilustrados-, los paisajes son el ámbito más destacado de su obra. Además, sus cuatro décadas de carrera coinciden con las últimas décadas del período Edo, una época de cambios, que presagiaba el fin del dominio samurái, cuando Japón recibía las presiones de la modernización. En ese contexto, la visión artística de Hiroshige daba, según los especialistas, "una sensación de continuidad y esperanza".
Artista de las carreteras
A Hiroshige le fascinaba viajar por su país y muchos de sus dibujos surgen de estos periplos. En uno de sus escritos reafirma que sus dibujos presentan "vistas que tuve ante mis propios ojos y que anoté exactamente como las vi". En sus estampas mezclaba esta observación directa con detalles evocadores, para así ofrecer placer estético a personas de distintos estratos sociales. Así, sus paisajes se convirtieron rápido en preciados souvenirs , en una sociedad en la que los viajes aún eran experiencias restringidas.
El artista retrató muchas visas de la carretera Tôkaidô, que recorría 500 kilómetros a lo largo de la costa sur, a través de 53 estaciones. El camino unía la ciudad de Edo con la urbe del emperador, Kioto y era conocida por su amplitud y limpieza. También pintó la carretera Kisokaidô, que unía Edo y Kioto a través de 69 estaciones por las montañas.
Tras realizar muchas y distintas series temáticas, al final de su carrera Hiroshige produjo la innovadora "100 famosas vistas de Edo". La obra (con 119 grabados) recoge rincones y panorámicas de la ciudad de Edo. Hay paisajes, escenas sociales, ritos y costumbres, desde barrios decadentes hasta parques frondosos. Se suceden las distintas estaciones del año -desde la nieve hasta la florida primavera- y el realismo se combina con imágenes de gran lirismo. El resultado es una visión hermosa y optimista de la gran urbe, que había sufrido un gran terremoto poco tiempo antes.
Pájaros que vuelan a Londres
Entre los distintos homenajes y exposiciones que se han realizado en el último tiempo en torno al artista japonés destaca la extraordinaria muestra temporal que actualmente exhibe el British Museum, bajo el título "Hiroshige: artista de los caminos abiertos".
Utilizando el sonido de pájaros y de temporales de lluvia, además de grandes proyecciones de bosques, se presentan grabados, pinturas, libros, bocetos y antiguos abanicos elaborados con estampas (los que rara vez salen de Japón, por su fragilidad). La gran mayoría de los grabados expuestos son inéditos y provienen de la colección de Alan Medaugh.
El recorrido incluye grabados de familias disfrutando pícnics a orillas del río, vivas representaciones de la flora y la fauna -impresionante el grabado con la perspectiva radical de un águila- y también representaciones de bellezas femeninas o de actores de kabuki. A menudo, los dibujos incluyen un poema japonés o chino inscrito con fluida caligrafía. Y tampoco falta el humor, que aparece en escenas como las de un mariscador que resbala en el barro o un viejo borracho que tropieza al volver del burdel.
La exposición culmina con una sección dedicada al influjo de Hiroshige en el arte de Oriente y Occidente. "Su influencia perdura a través de las generaciones y sigue formando a artistas de todo el mundo", explicó Nicholas Cullinan, director del Museo Británico, en la apertura de la muestra.
Atestiguan su influencia distintas obras a través del mundo, entre ellas pinturas de Manet, Monet y Tolouse Lautrec, entre muchas otras. También las creaciones de ilustradores y artistas contemporáneos japoneses, como las del famoso dibujante y cineasta Hayao Miyazaki. Y, por supuesto, las vibrantes pinturas de Vincent van Gogh, para quien las estampas de Hiroshige constituyeron una brisa fresca y renovadora, que soplaba desde Oriente.
''¿No es casi una nueva religión la que nos enseñan estos japoneses? No es posible estudiar el arte japonés sin volver más feliz y alegre. Nos hace retornar a la naturaleza, a pesar de nuestra educación y nuestro trabajo en un mundo de convenciones". Carta de Van Gogh a Theo, 1888.
Ukiyo-e en 4 pasos1 En el proceso del ukiyo-e interviene un editor (que encarga, financia y vende), el artista, un tallador y un impresor. Los dibujos se imprimen a través de una técnica manual: el papel se posa sobre una plancha tallada en madera con el diseño del artista.
2 El artista realiza un dibujo, que se traspasa a varios bloques o planchas talladas en dura madera de cerezo. Hay bloques separados para cada color.
3 El impresor entinta los bloques y presiona una almohadilla de bambú para que la tinta del bloque penetre bien en el papel. La imagen se configura a través de la aplicación sucesiva de bloques. A veces se retocan, a mano, detalles en el papel.
4 Con el uso , los bloques de madera y sus relieves se desgastan. Eso genera grabados de distintas calidades. Los grabados iniciales -"primer estado"- son más fieles, pues se usan bloques nítidos y colores fieles a la indicación del artista. El cuarto estado, en cambio, surge de bloques y relieves más gastados.
Cuando Hiroshige inspira a Van GoghHiroshige muere de cólera en 1858, cuando Van Gogh tenía solo cinco años. Pero su fama llega pronto a París. Allí, el estudio del arte tradicional japonés se presenta para Van Gogh como una clara contraposición de la modernidad. El holandés ve a Japón como un símbolo de pureza y al mudarse a la Provenza dice que su vida será más parecida a la de los impresores japoneses, "al estar cerca de la naturaleza".
Van Gogh realiza pinturas que se basan directamente en grabados de Hiroshige, entre ellas "El jardín de ciruelos de Kameido", realizado por el artista japonés en 1857, como parte de sus "100 famosas vistas de Edo". Tras adquirir una copia del grabado, Van Gogh calcó la composición y después la cuadriculó, ampliándola ligeramente para su cuadro. También intensificó y cambió algunos tonos y le añadió dos franjas verticales con caracteres japoneses. Según las investigaciones, la copia adquirida por Van Gogh era una cuarta impresión -o "cuarto estado"-, pero se supone que el artista vio una primera impresión, más fiel, en una galería de arte de París.
"Lluvia repentina en el puente Ohashi en Atake" (1857) es otra obra de Hiroshige que inspira al creador holandés, quien también le añade un borde con caracteres japoneses. A su vez, en su retrato del vendedor de pinturas Pere Tanguy, Van Gogh pone de fondo distintas estampas japoneses, varias de Hiroshige (incluso en una de ellas hace una amalgama de dos obras del artista japonés).
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