Sepultura al populismo fiscal 2.0
Jorge Restrepo
El Congreso tiene, de nuevo, la oportunidad de sepultar el populismo fiscal
Jorge Restrepo
El Congreso tiene, de nuevo, la oportunidad de sepultar el populismo fiscal. El Presupuesto General de la Nación para 2026 que anunció el gobierno busca gastar más que lo que crecerá el recaudo tributario. Es decir, por segunda vez en esta administración, está desfinanciado: no lo podremos pagar sino con más deuda o más impuestos. La esencia del populismo en economía, según el trabajo pionero de Rudinger Dornbush, está en lograr reventar las restricciones fiscales para mantener un alto y creciente nivel de gasto gubernamental, impulsando la actividad económica a través de pagos dirigidos a mantener el poder, sin reparar en si ese gasto es sostenible, mejora el nivel de ingreso de todos o aumenta la productividad. La primera versión del populismo económico en Latinoamérica que caracterizó Dornbush, fue posible por la ausencia de restricciones a la emisión monetaria, pues los bancos centrales estaban bajo el control del gobierno o de esquemas corporativistas. La consecuencia fue la inestabilidad macroeconómica: ciclos pronunciados, hiperinflaciones o inflación alta, y gobiernos autoritarios de larga duración. La independencia de la banca central en los países en los que se instituyó, acabó con esa fuente de financiamiento. Solo en Argentina y en Venezuela se mantuvo, con el resultado que hasta hoy vemos y que recientemente el gobierno de Milei frenó, al cerrar la emisión de moneda para financiar gasto de la Nación. Aquí la Constitución del 91 cerró la posibilidad de financiar el gasto de la nación con emisión monetaria, pero dejó una alternativa que el actual gobierno supo encontrar y que viene utilizando desde el comienzo: presionar el mercado de la deuda pública con más y más emisiones de títulos. Así, al colocar más deuda, las tasas de interés que pagamos por esa deuda sube, pues la mayor oferta de títulos baja el precio de los bonos del tesoro. Recientemente el nuevo tesorero anunció más deuda de corto plazo, materializando un nuevo riesgo: la subida de la tasa de interés, ahora en referencias de corto plazo. Reitero: el gobierno es el que está subiendo la tasa de interés de su propia deuda, casi nada tiene que ver el Banco de la República con eso. La Constitución prevé que si el Congreso no aprueba el presupuesto, el gobierno puede dictarlo por decreto tal y como lo presentó, quitándole el desfinanciamiento. La gran habilidad del populismo económico 2.0, está en presentar un presupuesto enorme, casi $535 billones, para que sea rechazado por el Congreso y decretarlo, quitándole lo desfinanciado ($19 billones, un 3,5%). Como ya no le cabe más deuda pública al mercado, la única forma de darle sepultura al populismo fiscal es que el Congreso apruebe un presupuesto que se pueda pagar con el recaudo tributario posible, bien medido, sin más deuda, sin más impuestos. Negar el presupuesto es irresponsable, es mantener la puerta abierta al populismo fiscal.
Profesor de economía, Pontificia Universidad Javeriana.