Eutanasia
Gianni Gutiérrez Prieto, Master en Bioética | Montevideo
@|Cuando se pretende convertir en ley matar al sufriente, en lugar de aliviarlo
Gianni Gutiérrez Prieto, Master en Bioética | Montevideo
@|Cuando se pretende convertir en ley matar al sufriente, en lugar de aliviarlo.
Esa es la lógica detrás del proyecto de ley que se votará el 5 de agosto: es mejor matar al que sufre que acompañarlo y aliviarlo. Aunque parece compasiva, encubre una visión utilitarista que degrada la dignidad humana.
En lugar de aliviar, se mata. El proyecto no garantiza dignidad, sino una muerte rápida, sin culpa ni responsabilidad. No es neutral: parte de la idea de que hay vidas que ya no valen, y que la dignidad depende de la calidad de vida o de la autonomía. Esta lógica fue aplicada por primera vez en la Alemania nazi, donde, incluso antes de perseguir judíos, se exterminó a enfermos terminales y personas con discapacidad.
La única diferencia con la eutanasia nazi es quién decide: antes, era el médico cumpliendo una política de Estado; ahora, es el paciente. En efecto, es el propio paciente, herido por el dolor, la desesperanza y la falta de alternativas, el que decide pedir la muerte convencido de que su vida ya no vale. La voluntad así dañada no decide con libertad. Será esa voluntad quebrada la que active el mecanismo legal de muerte.
Esta ley creará una nueva categoría de personas descartables: los que sufren. A ellos no se les aliviará, sino que se les propondrá la eliminación. La ley tendrá un efecto pedagógico: si es legal, no es malo. Ocurrió con la marihuana y cada vez hay más adictos. Ocurrió con el aborto y cada vez hay más abortos. Y ocurrirá con la eutanasia.
¿Pendiente resbaladiza? No: tobogán al precipicio. El texto de la ley es lo suficientemente oscuro para que se vaya ampliando la eutanasia por la vía reglamentaria y por la vía de los hechos. La ley permite la eutanasia a cualquier adulto psíquicamente apto que padezca:
1- Una enfermedad incurable e irreversible en etapa terminal; o 2- Una condición de salud incurable e irreversible que cause sufrimientos insoportables o un grave deterioro de la calidad de vida.
Esto incluye enfermedades crónicas sin dolor insoportable, si hay deterioro. ¿Qué es "sufrimiento insoportable"? ¿Qué es "grave deterioro"? Son conceptos vagos, subjetivos y medibles solo desde la percepción individual, lo que abre la puerta a abusos.
Ya hay antecedentes en países que legalizaron la eutanasia: tinnitus severo (Países Bajos), Alcoholismo crónico (Bélgica), depresión y autismo (Países Bajos, Zoraya ter Beek, 29 años), ancianidad sin enfermedad terminal (Países Bajos).
No habrá control judicial previo. Todo quedará en manos del médico. No habrá pericia psicológica obligatoria. Incluso personas con discapacidad motriz o intelectual podrían acceder si el médico lo autoriza. Tampoco hay garantías reforzadas para personas vulnerables. La ley no prevé cuidados paliativos obligatorios ni instancias de revisión externa. Una vez iniciado el proceso, los plazos son breves y mecánicos: 3 días para que el médico acepte la solicitud; 5 días para que un segundo médico dé su visto bueno; si hay acuerdo, el paciente fija la fecha y hora de su muerte.
Se crea una Comisión Honoraria sin poder real, que revisa los casos después de la muerte.
El proyecto exime de toda responsabilidad penal, civil o de cualquier otra índole a los médicos que actúen conforme a la ley. Es un cheque en blanco. Además, califica a la muerte por eutanasia como "muerte natural" y obliga a declararla así al médico, falseando la verdad y afectando la trazabilidad médica y jurídica.
¿Es libre quien pide morir en medio del dolor, el abandono o la presión de sentirse una carga? ¿No será que, en lugar de libertad, le ofrecemos una solución fácil y definitiva a su desesperación?
Como me dijo Graciela, una paciente con una enfermedad crónica que necesita oxígeno para respirar: "No quiero que me maten. Quiero que me alivien. No quiero que me lleven a pedir mi propia muerte. Pero tengo miedo porque mi tratamiento es muy costoso".
El proyecto busca transformar el deseo de morir nacido del sufrimiento físico o emocionalen un derecho. Pero los deseos no son derechos. Mucho menos cuando surgen en medio del dolor. En esos momentos, la libertad está comprometida, y la respuesta no puede ser facilitar la muerte, sino proteger y acompañar la vida. No hay derecho a dañarse, ni siquiera a pedido del propio sujeto. Si una persona pidiera ser esclavizada, no lo permitiríamos, aunque estuviera en pleno uso de sus facultades. La libertad no justifica el daño a uno mismo.
¿Es éste el Uruguay que queremos? Una sociedad que ofrece la muerte en lugar del acompañamiento. Una ley sin cuidados paliativos reglamentados, sin control judicial, sin responsabilidad médica real. Una ley que mata, y llama a eso "muerte natural".
Aún estamos a tiempo. Que Uruguay no sea una sociedad que abandona al sufriente, sino que lo abraza, que no lo elimina, sino que lo consuela. Que vea, en toda vida humana, incluso en la hora más oscura, una dignidad inviolable.