Críticas frenan avance de pacto sobre plásticos
Una arrolladora mayoría de países y la sociedad civil manifestaron ayer decepción y rechazo a la nueva versión del tratado global contra la contaminación de plásticos que se ha presentado en las negociaciones, que concluyen hoy en Ginebra, y del que se han retirado elementos que molestaban a un grupo de países petroleros y a su petroquímica
Una arrolladora mayoría de países y la sociedad civil manifestaron ayer decepción y rechazo a la nueva versión del tratado global contra la contaminación de plásticos que se ha presentado en las negociaciones, que concluyen hoy en Ginebra, y del que se han retirado elementos que molestaban a un grupo de países petroleros y a su petroquímica. La propuesta del presidente del órgano negociador, el embajador ecuatoriano Luis Vayas, fue recibida con un masivo rechazo de las delegaciones negociadoras de los países de todas las regiones, desde Latinoamérica, Asia y África, hasta la Unión Europa y los Estados insulares. Las críticas se centran en la "escasa ambición" y en la "debilidad" del texto en su conjunto, que se reflejan en la ausencia de medidas de control a la producción y de las referencias al impacto en la salud humana, así como en el hecho de que hayan desaparecido las restricciones al uso de aditivos tóxicos, entre otros. Los países latinoamericanos lideraron el rechazo al texto, con Colombia, Chile, Panamá y México que dijeron que resultaba "inaceptable" para ellos, una posición que fue largamente aplaudida y que luego apoyaron un país tras otro. "Podemos alcanzar un acuerdo sobre contaminación de plásticos, que es para lo que estamos aquí, no para llegar a un arreglo político. Para eso queremos que la justicia y la ciencia vuelvan al corazón del texto, que tal como está es repulsivo y es una rendición", dijo en el plenario el jefe negociador de Panamá, Juan Carlos Monterrey. Otros países afirmaron que la nueva versión constituía una regresión frente a los progresos que se habían logrado en los últimos tres años de negociaciones, entre otra cosas porque no establece obligaciones, dejando todo a la voluntad de las partes. Tras esta crisis en las negociaciones, los países y los activistas medioambientales temen un fracaso y que se pierda lo que los científicos creen que es una oportunidad histórica para afrontar el gran problema creado por los plásticos.