Frenan gasto innecesario

Marcelo Gioscia Civitate | Montevideo
@|Este año es particularmente rico en efemérides que debemos recordar, pues hacen a lo más profundo de la memoria colectiva de nuestra República. Dos hechos históricos de gran significación, como la Cruzada Libertadora y la Declaratoria de la Independencia, ocurrieron hace dos siglos y marcaron a fuego nuestra Historia Nacional, y bueno es celebrarlos. Aquilatar y valorar en su justa medida y alcance los mismos no es tarea menor en nuestra joven existencia como Estado soberano. Se cumplen también los primeros cien años de la inauguración del Palacio Legislativo y por todo lo que representa esta extraordinaria edificación, tampoco debe pasar desapercibido, ya que en este recinto late la voluntad de nuestros ciudadanos que se manifiesta a través de las voces de sus representantes.

Este acontecimiento también merece ser dignamente recordado ya que, como pocos, esta noble estructura de mármoles, ricas maderas y cuidada ornamentación conserva en su interior las vibraciones cotidianas del democrático intercambio de ideas y el espíritu atento de quienes deben ejercer el mandato constitucional del necesario contralor de la actividad estatal desde hace un siglo.

Los festejos de estas celebraciones que mencionamos deberían estar acordes con la realidad socioeconómica que vive nuestro país, y no salirse de los márgenes -siempre acotados- de un presupuesto que no puede significar despilfarro de los recursos públicos.

Por esa razón, haberse frenado el exorbitante gasto que proponía realizar la Presidencia de la Asamblea General para conmemorar el centenario del edificio donde desarrolla sus funciones, supone un acierto que debe destacarse. Disponer de la suma de 200.000 dólares americanos para tal celebración (que se había dispuesto tuviera lugar el 23 de Agosto próximo) resultaba no solo afrentosa, sino a la vez inadmisible para los contribuyentes.

Y no se trata de ninguna "política menor" haber adelantado que los Partidos Blanco y Colorado no se sumarían a tal desatino, sino de cuidar razonablemente los dineros públicos que el Presupuesto Nacional le confía al Poder Legislativo para cumplir con sus cometidos.

La dignidad, honradez y el decoro de nuestros legisladores es en sí mismo un patrimonio intangible que distingue a nuestro país en el concierto regional y mundial, y que debemos valorar y preservar mucho más allá de celebrar el centenario de la existencia del ámbito palaciego donde ejercen las tareas que les confía la ciudadanía. Nadie puede poner en duda la trascendencia histórica de recordar la inauguración de este emblemático edificio, pero no se justificaba en modo alguno disponer de esos recursos en ese espectáculo que se proyectaba, cuando otras deberían ser las prioridades al autorizar gastos. La austeridad republicana debería predominar como ejemplo del mayor cuidado de los dineros cuya administración se le otorga. Por ello, el freno a este gasto innecesario, debe ser motivo de la sensata decisión que compartimos.