Domingo, 17 de Agosto de 2025

La debacle de la industria pesquera

UruguayEl País, Uruguay 17 de agosto de 2025

En un país que necesita desesperadamente generar inversión y trabajo, la inacción del gobierno frente a un gremio desbordado constituye un verdadero sabotaje al interés nacional.

El conflicto de la pesca es un caso paradigmático de cómo el Uruguay es capaz de pegarse un tiro en el pie gracias a que grupos de interés con exigencias absurdas y desmedidas logran imponerse sin ser contenidos.

Este año ya se desperdició toda la zafra anual, imposible de recuperar por razones de estacionalidad, con pérdidas extraordinarias para empresarios y trabajadores de toda la cadena. Un capricho sindical avalado por el Ministerio de Trabajo y apoyado por la Administración Nacional de Puertos terminó por arrebatar el sustento a miles de familias que dependen de esta actividad.

El Sindicato Único de Trabajadores del Mar y Afines (SUNTMA) es conocido por su estilo confrontativo e irracional. Tras las huelgas de 2024, se alcanzó un acuerdo con las cámaras pesqueras que incluía una cláusula de paz, es decir, no realizar medidas de fuerza mientras se cumplieran las condiciones pactadas. Entre ellas no figuraba la exigencia que hoy motiva el conflicto: incorporar un tripulante adicional para reemplazar al capitán durante sus horas de descanso en las travesías cortas. Es una pretensión inexistente en el mundo, impracticable en barcos pequeños y que desplaza a un pescador real por una función innecesaria.

Las cámaras de la industria pesquera se negaron a aceptar este disparate y denunciaron el incumplimiento del acuerdo. Desde mayo el sindicato mantiene un paro que ya se acerca a los 3 meses, con 53 barcos amarrados y la zafra perdida. Los efectos son devastadores: pérdidas superiores a 40 millones de dólares, cientos de trabajadores impedidos de pescar y cobrar su salario, la industria procesadora paralizada, exportaciones desplomadas y un daño estructural a la competitividad del sector. Uruguay, que comparte licencias con Argentina, arriesga incluso una reducción de cupos en los próximos años, con un deterioro permanente de un recurso estratégico.

La actitud del gobierno ha sido de una pasividad vergonzosa cuando es evidente de que lado cae la razón. El Ministerio de Trabajo, en manos del comunista Juan Castillo, y el de Ganadería, Agricultura y Pesca, encabezado por Alfredo Fratti, no mostraron iniciativa alguna. Ninguno asumió liderazgo para encauzar la negociación, todo lo contrarios. La Administración Nacional de Puertos, por su parte, permitió la instalación de un contenedor sindical en el puerto de Capurro, habilitando que SUNTMA controlara quién entraba y quién no, como si las instalaciones públicas fueran propiedad de un gremio. El presidente Orsi se limitó a decir que "evidentemente hay un problema estructural" fiel a su estilo de mirar el partido desde la tribuna.

La gravedad del asunto generó reacciones internacionales. La empresa española Belnova, con inversiones de 15 millones de dólares en Montevideo, solicitó la intervención de su embajada para que se aseguren condiciones mínimas de operación.

Incluso siendo que sus barcos grandes ya cumplen con la exigencia sindical -porque tienen tripulación suficiente en viajes prolongados-, también quedaron paralizados por "solidaridad gremial". Nadie puede invertir con reglas tan irracionales

En paralelo, las cámaras de la pesca abrieron un registro público para contratar nuevos trabajadores no vinculados al sindicato, a través del sitio uruguaypesca.com. La respuesta fue abrumadora: más de 7.500 personas se inscribieron en pocos días, demostrando la voluntad de muchos uruguayos de trabajar.

La sola existencia de esta alternativa hizo tambalear la estrategia de SUNTMA, que ahora evalúa levantar la medida. Pero el daño ya está hecho. Este año está perdido y con él se esfuman miles de oportunidades de empleo, exportaciones y recaudación. En un país que necesita generar inversión y trabajo, la inacción del gobierno frente a un gremio desbordado constituye un verdadero sabotaje al interés nacional.

El conflicto de la pesca no es un episodio aislado: es un símbolo de la forma de gobernar de Orsi. Un estilo marcado por complacencia con los sectores más radicales, falta de autoridad para hacer cumplir la ley y ausencia de visión estratégica para desarrollar sectores con potencial. Uruguay tiene en sus aguas un recurso formidable que podría convertirse en fuente de inversión, empleo y crecimiento. Sin embargo, lo está desperdiciando por la incapacidad de un gobierno rehén de sindicatos intransigentes y sin liderazgo.

La pesca, que podría ser motor de desarrollo, hoy es ejemplo de decadencia. Y la principal responsabilidad recae en un gobierno que no hizo su tarea.


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