La política arancelaria es una política de asignación de recursos y de eficiencia en su uso; nada tiene que hacer para resolver déficits comerciales y fiscales
Finalmente, la administración Trumpcomenzó a aplicar aranceles diferenciales pero su cuantía obedece a diversos criterios, según el saldo de la cuenta comercial de bienes con el país, de qué particular producto se trate y la voluntad presidencial. Siendo los aranceles de por sí perjudiciales para el mejor funcionamiento de la economía, la no armonía en su estructura, hace exponenciales los daños. El error que constituye la medida no es posible dimensionarlo, pero su magnitud es tal que sus consecuencias se verán por muchos años, sino alguna década, según sea el tiempo que se mantengan en vigencia. Lo que sí es claro es que, aún en la hipótesis de una rápida reversión, algo poco probable según los acontecimientos, la afectación al crecimiento se extenderá más allá del actual mandato presidencial.
En los fundamentos de la medida está el retorno a pensar en términos mercantilistas cuatro siglos después de su auge. No sólo es el regreso de una idea demostrada como equivocada, tanto teórica como empíricamente, sino a una forma de organización de las sociedades y economías que atenta contra el desarrollo.
Si bien las tasas arancelarias son bastante menores que las anunciadas en abril, de todos modos, son muy altas y, según los analistas, la tarifa promedio sería la mayor desde la gran depresión de los años `30 del siglo pasado, en el orden del 18% frente a un 2,4% vigente cuando asume la administración Trump apenas 7 meses atrás. La experiencia de los altos aranceles en la primera posguerra en los años `20 y las guerras comerciales de los `30, en muchos casos realizadas mediante devaluaciones competitivas, sólo acarreó problemas, algo que seguramente contribuyó (por cierto, no fue su única causa) a que sucediera la segunda guerra mundial.
La política arancelaria es una política de asignación de recursos y, por tanto, de eficiencia en el uso de los recursos. Nada tiene que hacer para resolver déficits comerciales y fiscales. A su vez, en un mundo donde el comercio de servicios cada día es más importante en términos relativos al de bienes, distraer y encarecer los recursos de estos sectores más dinámicos genera aun mayor daño que el directo en el sector productor de bienes. Este es el centro del problema que, dada la importancia del país que se está haciendo "los goles en contra", también genera "un desparramo en el resto de las defensas".
Cómo se están dando las cosas en este caso, la situación es peor que la imposición de aranceles altos, generales, e iguales para todos los países y productos. En efecto, hay casos donde directamente la cuantía del impuesto impide la competencia del importado (puede ser lo mismo tener una tarifa del 50 o del 100% y todo lo que sea por encima del primer valor es inútil a los efectos buscados). A su vez, las tarifas diferenciales para un mismo producto según el país, provocan desvío de comercio, además de encarecer la producción. Es posible que, dada la magnitud del mercado estadounidense algunos proveedores externos estén dispuestos a asumir parte del impuesto de importación, en especial si el mismo es reducido, pero no es imaginable que alguien absorba 15 o 20%, lo que da lugar a que algún otro proveedor externo, desde otro país con menor arancel, pueda ingresar al mercado. La pregunta que debería hacerse es, ¿por qué no ingresaba antes cuando estaba en igualdad de condiciones? Y la respuesta es o porque es más caro o su calidad inferior. Nadie puede imaginar que el mundo pagará la tarifa de ingreso al mercado estadounidense a plenitud, parte de ella será abonada por los habitantes de dicho país. ¿Qué porcentaje?, imposible saberlo, pero cuánto más exclusivo el bien que se compra o menor la cantidad de proveedores, será mayor. Es decir, algún aumento de precios derivado de la medida habrá, pero no debe confundirse con inflación, porque en principio el aumento es de una sola vez y luego tendrán las variaciones usuales de los precios en el mundo.
Siendo importante lo anterior para el corto plazo, hay problemas mayores. ¿Cómo hace cualquier empresa para cambiar de proveedor de inmediato? y, peor, ¿cuántos se animarán a cambiar cuando las negociaciones continúan y los últimos meses han mostrado marchas y contramarchas de postura que pueden alterar todo en cuestión de meses?
El daño sobre la asignación de recursos es enorme y de ésta depende la eficiencia de la economía. Estados Unidos, ¿deja su economía de servicios y vuelve a una industrial?, imposible, pero sí sufrirá el encarecimiento de algunos costos, el desplazamiento de recursos hacia actividades más ineficientes y la pérdida de dinamismo al disminuir la competencia. Como expresé antes, los efectos, salvo una marcha atrás rápida, total y creíble, se prolongarán bastante más allá del 2028 y aunque muchos perciban las medidas como un triunfo y se consideren ganadores, eso no pasa del cortísimo plazo. La consecuencia será la ralentización de la principal economía del mundo; esta perderá y mucho. Del mismo modo, la disminución de los flujos comerciales del mundo entero por el efecto dominó retraerá la tasa de crecimiento de nuestro planeta y, en algunos casos, se entrará en recesión.
La incertidumbre afecta la inversión y el empleo, ¿quién contrata si su futuro es muy incierto? Con aumento de la incertidumbre, en todo caso los que arriesgan requieren un mayor retorno esperado, dejando "fuera de alcance" a algunas inversiones de menor retorno. Esto que es válido en cualquier lugar, tanto más lo es en países acostumbrados a la estabilidad.
Por si al mundo le faltaran problemas, se le agrega uno más cuyos efectos irradian al planeta entero y cuya magnitud desconocemos, pero nada hace pensar que sea débil, aunque el daño más probable sea de "lucro cesante", esto es, un crecimiento económico inferior al que se tendría en ausencia de estas circunstancias. La economía real juega y a la larga siempre gana.