¿Dónde estás, amigo, que ya no posteás?
En el principio fueron Facebook e Instagram, y nos preguntábamos quién podía tener ganas de perder su tiempo contándonos su vida cuadro por cuadro ("hoy hice asado", "este es mi gato")
En el principio fueron Facebook e Instagram, y nos preguntábamos quién podía tener ganas de perder su tiempo contándonos su vida cuadro por cuadro ("hoy hice asado", "este es mi gato"). Los quince años siguientes fueron todo narcisismo, selfies y fotos en la playa. Y nuestro dedo pulgar se ejercitó pasando fotos; todos tuvimos no quince minutos de fama, sino un par de segundos.
Pero en estos días y en The New Yorker el escritor Kyle Chayka se hace esta pregunta: ¿qué pasa que ya no vemos fotos de desayunos en las redes sociales? Nuestros amigos dejaron de contar allí sus cosas. En su lugar encontramos "un mar de influencers y creadores profesionalizados (…) los últimos horrores de guerras internacionales, imágenes, videos y textos generados por IA y una avalancha de trolleo y competencia por la atención dirigida a los miedos más profundos de los usuarios".
Lo cotidiano ya no tiene espacio en este panorama. Quizás sea así la Web 3.0, un negocio con juegos de azar, mujerzuelas y voyeuristas.
Y además...
Cada vez más mensajes y menos gente. Se habla de una " enshittification " ("enmierdación") del contenido de las redes. Se culpa al algoritmo (que reduce nuestro mundo posible de navegación) y a la toma de la Web por parte de grandes conglomerados económicos.