Jueves, 21 de Agosto de 2025

Secretario general de la ONU

ArgentinaLa Nación, Argentina 19 de agosto de 2025

El proceso de selección del próximo secretario general de las Naciones Unidas (SG) tendrá lugar en 2026 y la grilla inicial de postulantes muestra un número destacado de candidaturas latinoamericanas

El proceso de selección del próximo secretario general de las Naciones Unidas (SG) tendrá lugar en 2026 y la grilla inicial de postulantes muestra un número destacado de candidaturas latinoamericanas. El art. 97 de la Carta de San Francisco dispone que el SG será designado por la Asamblea General (AGNU) a recomendación del Consejo de Seguridad (CSNU). Las sesiones a puertas cerradas del CSNU (para alcanzar una mayoría de 9 votos incluido el voto afirmativo de los 5 miembros permanentes) suele utilizar la modalidad de straw-polls, sucesivos sondeos informales, anónimos y no vinculantes entre los 15 integrantes del CSNU en los que se "alientan" o "desalientan" las distintas aspiraciones.

Aunque no hay un perfil formal de cualificaciones para el cargo (5 años con posibilidad de reelección), los 9 SG en funciones desde febrero de 1946 han tenido características profesionales bastante similares como diplomáticos de carrera, altos funcionarios del sistema de la ONU o relevantes dirigentes políticos gubernamentales. En las últimas décadas, los criterios de selección se inclinaron a favor de la norma no escrita de la rotación geográfica regional pese a que 4 han sido originarios de Europa Occidental (Lie de Noruega, Hammarskjold de Suecia, Waldheim de Austria y Guterres de Portugal). Asia tuvo el cargo en dos oportunidades (U Thant de Birmania y Ban Ki-moon de Corea del Sur), lo mismo que África (Boutros Boutros Ghali de Egipto y Kofi Annan de Ghana). Por América Latina y el Caribe fue electo en 1981 el embajador Javier Pérez de Cuellar del Perú.

La resolución 69/321 de 2015 introdujo la posibilidad de mayor participación en la selección del SG con un sistema de diálogos interactivos convocados por la AGNU entre los candidatos, los Estados miembros y la sociedad civil, sin menoscabo de la recomendación final del CSNU. Este proceso fue novedoso por su amplitud y transparencia, pero los antecedentes de la elección de 2016 volvieron a confirmar que la lógica geopolítica es la condición central para que prospere una postulación. El género y el mérito son atributos de legitimidad, pero no necesariamente de viabilidad, como lo demostró la designación de Antonio Guterres frente a expectativas de género y de rotación geográfica regional.

También la selección de 2016 ratificó que los miembros permanentes (Estados Unidos, China, Rusia, Francia y Reino Unido) mantienen el mayor peso específico al poseer el cuestionado derecho al veto, incluso de veto blando para desalentar aspiraciones. Sobre esta base es probable que los factores determinantes en la selección de 2026 sigan girando en torno a cuestiones relativas a equilibrios políticos y criterios de liderazgo, al encontrarse el sistema de la ONU en vísperas de un cambio de época y por enfrentar una situación financiera comprometida, un pobre balance de diplomacia preventiva y un CSNU resistido por no ajustarse a la relación de fuerzas del mundo actual.

En ese contexto la candidatura del embajador Rafael Grossi adquiere una particular relevancia estratégica para América Latina y el Caribe. Los dos mandatos de Grossi al frente del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), en circunstancias de agudos conflictos políticos y militares, dejaron en evidencia una destacada templanza política y reputación de liderazgo en gestión de crisis, y un estilo diplomático sofisticado como lo prueba la actuación en Ucrania y frente a las intenciones proliferantes nucleares de Irán. También por una impecable conducción administrativa y financiera del OIEA. La candidatura de Grossi a SG de la ONU sería la cuarta aspiración de la diplomacia argentina. En las dos primeras el protagonista fue el embajador Carlos Ortiz de Rozas (en 1971 la postulación la presentó Francia y la Unión Soviética vetó la candidatura; en 1981 el candidato argentino fue vetado por el Reino Unido, Francia y la URSS) y la tercera postulación fue de la excanciller Susana Malcorra, que alcanzó 8 votos de aliento en los sondeos iniciales del straw polls de 2016. La Argentina vuelve a presentar un candidato con credenciales en la defensa de los principios de la Carta de la ONU y de comprometida calidad diplomática para conducir la máxima organización multilateral en épocas decisivas de la gobernanza internacional. Esperemos que reciba la correspondiente confianza regional y global.
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