Martes, 26 de Agosto de 2025

Los "antiFrancella" son "derechos y humanos"

ArgentinaLa Nación, Argentina 23 de agosto de 2025

homo argentum Para tapar las voces disidentes que se escucharon a la llegada a la Argentina de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en 1979, la dictadura militar ideó unos stickers destinados a ser pegados en las lunetas traseras de los autos, que, con fondo celeste y blanco, decían: "Los argentinos somos derechos y humanos"

homo argentum



Para tapar las voces disidentes que se escucharon a la llegada a la Argentina de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en 1979, la dictadura militar ideó unos stickers destinados a ser pegados en las lunetas traseras de los autos, que, con fondo celeste y blanco, decían: "Los argentinos somos derechos y humanos".

El eslogan se propagó como una potente campaña en los medios audiovisuales aprovechando cierta euforia popular que provocaba el coincidente triunfo de la selección sub-20 local, con Diego Maradona a la cabeza, en el Mundial Juvenil de Japón.

La palabra "apátrida" no se escuchaba desde esa época en la que mandaba Jorge Rafael Videla. El presidente elegido por nadie solía usarla para calificar a la "subversión".

Casi medio siglo más tarde, la palabra "apátrida" acaba de ser exhumada cinco veces seguidas en un flamígero y deslenguado editorial de Nancy Pazos , por C5N, para denostar la película Homo Argentum . ¿No será mucho?

Un coro de voces chauvinistas se le sumaron para defender al "ser nacional" supuestamente mancillado por el film. Pareció una pésima remake de los vociferantes esfuerzos radiales de José María Muñoz en aquel tiempo oscuro para resaltar cuán "derechos y humanos" éramos los argentinos, con tal de invisibilizar las largas filas que se formaban frente a la oficina en la que atendía la CIDH, sobre la Avenida de Mayo, para dar versiones muy distintas y dolorosas de los horrores que el "relator de América" pretendía ocultar.

Solo falta ahora que comunicadores y artistas nac&pop incluyan entre sus insólitos exabruptos hacia Homo Argentum que "quieren mancillar nuestro tradicional estilo de vida", como lo hacían los militares de los años 70 y 80, mientras desaparecían a miles de personas. Entonces, les era muy fácil imponer un relato único por el miedo que producía contradecirlos y la censura que acallaba a los más díscolos.

Pretender en democracia imponer como catecismo incuestionable cierta mirada progre y autopercibida buenista, que busca convencer al público de que "no vayan a verla" porque es una "porquería", una "basura" o "una mierda" ("argumentos" que se vienen escuchando en estos días) deja en evidencia un autoritarismo inútil y desubicado. Encallados en un elitismo rancio evidencian, además, su nula capacidad de influencia ya que la película no para de llevar gente al cine desde su estreno hace apenas diez días.

Como si no fueran suficientes las taras que ya tenemos, hemos agregado una nueva: ahora las películas ya no son solamente criticadas, según nos hayan gustado o no, sino que arrancó la manía de editorializarlas, midiéndolas desde la conveniencia ideológica. Argentina 1985 fue cuestionada duramente por los radicales porque consideraron que se lo ninguneaba a Raúl Alfonsín. Al ser abrazada por el kirchnerismo, El Eternauta sufrió detractores por cuestiones partidarias.

Todo es muy caprichoso: Viudas negras es una serie de Flow, con Malena Pichot y Pilar Gamboa, que estereotipa muy ácidamente a las mujeres de clase alta de los countries. Es muy graciosa y divertida. Menos mal que no contradice el dogma progre, si no ya estaríamos sufriendo sus patéticas y agotadoras homilías.

Expertos en nadar contra la corriente, meter los dedos en el enchufe y cuestionar las vacas sagradas intocables, cualquier nueva propuesta de Gastón Duprat y Mariano Cohn ya era recibida antes de Homo Argentum con cierto fastidio por quienes pretenden imponer un canon unilateral de lo que está bien y de lo que está mal. La incursión de Javier Milei los terminó de volver locos.

El Presidente no debió abrazarse a Homo Argentum como lo hizo, mostrándola en persona a legisladores en Olivos y a ministros, en la Casa Rosada, además de postear y de meter el tema intensamente en sus discursos. Generó prejuicios distorsivos a favor y en contra de una película que está lejos de tener las aviesas intenciones políticas que se le achacan.

Lo paradójico es que quienes, con razón, se quejan de que hay cada vez menos ficción audiovisual en la Argentina, no puedan disfrutar del éxito descomunal de una solo porque está realizada por personas con las que no simpatizan.

Con ese grado de arbitrariedad se manejó el Incaa durante la era kirchnerista y actores tan exitosos como Beto Brandoni no pudieron filmar simplemente porque pensaban distinto. Y, en cambio, sí se repetían ignotos nombres por amiguismo a los que se les subsidiaba tremendos bodrios que ni las propias familias veían. Países desarrollados como Estados Unidos o Francia apoyan desde el Estado a la industria cinematográfica. La Argentina también debe hacerlo , pero de manera criteriosa, con evaluadores que entiendan del tema, no con personeros del poder de turno que anteponen la fidelidad ideológica a cualquier otro patrón de calidad.
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