Fútbol: Demencia y razón
En muy pocos días de diferencia, el fútbol ha mostrado -moneda, moneda- sus caras antónimas
En muy pocos días de diferencia, el fútbol ha mostrado -moneda, moneda- sus caras antónimas. Los luctuosos hechos acaecidos el miércoles pasado en el estadio de Avellaneda, Argentina, dejaron en evidencia el comportamiento brutal, irracional si se quiere, de hinchas y de quienes velaban por la seguridad y el orden. Las imágenes han sido elocuentes. El mundo fue testigo del desplome de la civilidad. Ver la destrucción de la convivencia hizo lagrimear de pena a quienes aman de verdad al género humano. Y al fútbol.
Eso, allá; acá, en San Carlos de Apoquindo, la construcción e inauguración del estadio Claro Arena, de la Universidad Católica, hizo lagrimear a varios, pero de orgullo, de emoción, al ver que un sueño de tres años se hacía realidad. Juan Tagle, presidente de la UC -ñeque y cerebro de la iniciativa-, reconoció: "Me quebré varias veces, boté lagrimones cuando el equipo salió a la cancha".
-El partido inaugural -me informa Jonathan- se jugó entre la Católica y Unión Española. El árbitro fue Rodrigo Carvajal y la primera tarjeta amarilla se la enseñó, a los 2 minutos, al colombiano Valencia, de la UC. El primer gol en este recinto lo hizo, quién otro, Fernando Zampedri. Unión perdió dos a cero y está en zona de descenso.
Su entrenador -Miguel "Cheíto" Ramírez- lucha para que su equipo no le diga chaíto a la Primera División.