Así se acabará la democracia
Miguel Gómez Martínez
Con este sugestivo título, escuché maravillado una entrevista de Jonathan Sumption, ex juez de la Corte Suprema del Reino Unido, autor de The Challenges of Democracy and the Rule of Law (Los desafíos de la democracia y el estado de derecho)
Miguel Gómez Martínez
Con este sugestivo título, escuché maravillado una entrevista de Jonathan Sumption, ex juez de la Corte Suprema del Reino Unido, autor de The Challenges of Democracy and the Rule of Law (Los desafíos de la democracia y el estado de derecho). Sumption explica las tres razones por las cuales la mente arbitraria está amenazando la supervivencia de la democracia. La primera es el avance del culto de la personalidad y la proliferación de egos. La segunda es el concepto de que el Estado es una persona y no el conjunto de instituciones y reglas que rigen el consenso social. La última característica es la incapacidad de aceptar el disenso. Hasta este punto, nada es muy novedoso pues estas características aplican para cualquier líder totalitario como Stalin, Mao o Hitler. También para las dictaduras tropicales de Castro, Maduro y Ortega. Lo que resulta muy interesante es que el autor considera que la responsabilidad de la crisis de la democracia reside en los electores. La demagogia electoral ha generado una inflación de las expectativas de los ciudadanos en la capacidad del Estado de satisfacer todas sus necesidades. En la medida que los gobiernos no logran cumplir con las promesas, la decepción se instala y abre espacio para que el populismo avance. Aparecen los "hombres fuertes", aquellos que sí podrán responder a los anhelos del pueblo y que no dudarán en desconocer las reglas de la democracia para lograrlo. Sumption estima que el único freno a esta tendencia es la justicia, pero el poder judicial es lento y el accionar acelerado de las nuevas autocracias logra generar suficiente daño en las instituciones. En menor grado la burocracia, si es estable y técnica, puede cumplir un papel secundario en retardar la destrucción de la democracia. La demagogia, que no es sino proponer lo que no se puede cumplir, es el cáncer del buen gobierno. A medida que se intenta poner en marcha lo irresponsablemente prometido, las restricciones se imponen y el fracaso se hace evidente. La única alternativa es forzar el cambio apelando a la estrategia revolucionaria con lemas que incitan a la violencia y la radicalización. Sumption afirma que la primera sacrificada es la clase media que se pauperiza a medida que las propuestas absurdas destruyen lo logrado y el país retrocede. Por ello, el exceso de expectativas conduce, de forma irónica, a la pobreza. Jonathan Sumption no se refiere a Colombia. Pero su visión aplica como anillo al dedo a la realidad actual de nuestro país. Políticos irresponsables y electores voraces, sin límites en sus aspiraciones, incuban la crisis de la democracia Coletilla: hace unas semanas, en mi columna "Desangre", me referí a los miles de colombianos que decidieron abandonar el país por la falta de esperanza. Al mes de julio, 19.434 connacionales han sido deportados por EE. UU. A este ritmo unos 30.000 regresarán este año a su tierra sin futuro…
Consultor empresarial. migomahu@gmail.com @miguel.gomez.m