Amalfi
Nuestra correría turística nos lleva a Amalfi
Nuestra correría turística nos lleva a Amalfi. Conduzco el auto que hemos arrendado por un camino estrecho en pendiente y con curvas muy cerradas, a lo que se agrega un intenso tráfico vehicular, características que han llevado a mi mujer a bautizarlo como la "ruta del terror". En una curva nos enfrentamos con un enorme bus que circula en sentido contrario, librándonos de ser desbarrancados solo por unos centímetros. Luego arribamos al hotel que nos hospedará, el que está en la cumbre de un cerro con una vista espectacular. Desde la terraza de nuestra habitación se ve más abajo la ciudad, el puerto con numerosos yates y lanchas, y al fondo el mar Tirreno, donde está anclado un gran velero. Pienso, preocupado, que para bajar a la ciudad deberé conducir nuevamente por la ruta del terror, pero para mi alivio me informan que el hotel tiene un bus para llevar a los pasajeros a la ciudad e inclusive a una playa privada del hotel.
Al día siguiente nos dirigimos en el bus hacia la playa privada. El bus baja hasta la mitad del cerro, donde el hotel provee un ascensor para llegar a su playa. Es una playa preciosa... pero con piedras en vez de arena. Mientras caminamos penosamente hacia el mar para bañarnos, con las plantas de los pies adoloridas por el pedrerío, mi mujer me dice sabiamente en italiano: "!Non tutto e perfetto¡". "!Ma va benne¡", le contesto resignado, admirando el colorido del mar, donde se mezcla el azul turquesa con el celeste.