Sábado, 13 de Septiembre de 2025

Un tributo circular

UruguayEl País, Uruguay 13 de septiembre de 2025

La pretensión de que el pago del IASS por parte de los profesionales volviera a su Caja y no al BPS, ayudó a entender que se trata de un impuesto circular.

Durante los meses en que el Parlamento discutió como instrumentar el salvataje de la Caja Profesional, se habló mucho sobre el IASS, el impuesto que pagan los jubilados, creado en la primera presidencia de Tabaré Vázquez cuando Danilo Astori era su ministro de Economía. Lo que preocupaba a la Caja Profesional era que lo pagaban sus jubilados pero el aporte se volcaba al Banco de Previsión Social y no a la propia Caja, cosa que los perjudicaba.

En ese momento se discutió el destino del impuesto pero no su existencia, pese a haber sido cuestionado desde el momento en que se creó.

Ni con la discusión sobre la Caja, ni con el proceso que llevó a la reforma jubilatoria en el anterior gobierno, ni con el plebiscito del Pit-Cnt para derogar esa reforma, este irregular tributo fue parte sustancial del debate.

Es un impuesto que grava lo que ya fue gravado. Al ser la jubilación un retorno en cuotas mensuales de lo aportado durante por lo menos tres décadas de trabajo, se supone que no se trata de una ganancia extra, de una riqueza generada con los años, sino de una simple devolución de aportes hechos mes a mes de sueldos que a su vez pagaban los impuestos correspondientes a cada época. No siempre existió el IRPF pero a lo largo de una vida laboral, hubo algún tipo de quita que reducía el sueldo y engrosaba las arcas del Estado.

Por eso hay quien sostiene que el jubilado está pagando impuestos ya pagos, argumento que se presentó ante la Suprema Corte de Justicia y que efectivamente entendió que era inconstitucional. Poco después, ante otro reclamo y con un cambio en la composición de la Corte, se falló en la dirección contraria.

Al debatirse este impuesto referido a la Caja Profesional quedó en evidencia algo que si bien se sabía, no se le había prestado demasiado atención. La pretensión de que el pago del IASS por parte de los profesionales volviera a su Caja y no al BPS, ayudó a entender que se trata de un impuesto circular: el dinero sale del BPS al jubilado, este paga el impuesto correspondiente que vuelve al BPS para regresar al jubilado al mes siguiente. Es algo muy absurdo, casi surrealista.

Es verdad, nadie fue engañado ya que el nombre del impuesto dice con claridad de que se trata: Impuesto a la Asistencia a la Seguridad Social. Más grave aún es que este impuesto se aplica incluso a quienes tienen su jubilación topeada, o sea a aquellos que por el monto de lo aportado durante su vida deberían cobrar más pero no lo hacen porque hay un tope establecido para algunas de las cajas, no todas, que impide que se gane por encima de una determinada cifra.

Este tipo de despojo (de eso se trata) enoja pero no sorprende. Uruguay, su estado y quienes lo administran, tienen una larga tradición en aplicar un cruel rasero que impide que se disponga, gracias a años de aportes, de un retiro suficiente para disfrutar de esa etapa de su vida. Hay derecho a enojarse, pero eso no hará que el impuesto caiga. Ya está más que incorporado a las cuentas públicas.

Pagar el IASS lleva a otros mecanismos que también muestran indiferencia, desconsideración y hasta crueldad hacia quien cobra su jubilación, porque le exige al jubilado estar muy atento a que efectivamente se haya hecho ese pago, en especial si cobra en más de una caja o a través del BPS y de una Afap. La liquidación incorpora el descuento del impuesto pero no siempre en su totalidad. Algún distraído puede creer que está al día y no lo está. Solo se le avisará cuando se haya acumulado mucha deuda y haya que pagarla con mora y multa. Esto sucede con frecuencia.

Estar atento a esos detalles y hacer el debido papeleo en las oficinas correspondientes, exige que quien se jubiló con la idea de simplificar su vida, siga atado a agotadores menesteres burocráticos. Creyó que una vez al mes recibiría lo que corresponde, descontando lo que hay que descontar, y no es así. Termina a esa altura de su vida, obligado a convertirse en un experto contable.

A los 65 años una persona todavía está entrenada a andar entre tanto papeleo. A los 75 años, la cosa empieza a cambiar. No importa si sigue entrenado y lúcido, ya no quiere saber más de tantas vueltas. Para eso se jubiló, para sacarse problemas de encima y vivir en forma despreocupada.

A los 85 años (o quizás antes) puede ocurrir que necesite pedirle a terceros que se ocupen de esos trámites, si es que encuentra a alguien dispuesto a darle una mano. Pedir esa ayuda no es fácil y a ello se agrega un sentimiento de culpa por molestar a otros. Esto a causa de mecanismos burocráticos que no tienen en cuenta que tales situaciones son reales y pueden ser una pesadilla para la persona afectada.

Por lo tanto, no solo se trata de discutir la eventual (aunque utópica) eliminación de algo tan injusto como el IASS, sino también de estos sistemas de pago para simplificar la vida del jubilado, más cuando ya no está en condiciones de atender tantos detalles.

Urge abordar esto con eficacia y sensatez, sí, pero además como una obligación moral.
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