Domingo, 14 de Septiembre de 2025

Peso muerto

ChileEl Mercurio, Chile 14 de septiembre de 2025

Entre mayores sean los costos en pesos y menor la productividad, más débil deberá estar el peso.

Algunas señales de aire fresco han aparecido. El fuerte aumento de la bolsa este año es posiblemente la mejor muestra de ello, pero no la única. Por ejemplo, el castigo a la deuda pública chilena en el mercado mundial está en sus mínimos desde 2010. La probabilidad de que estas señales se traduzcan en mayor actividad económica es todavía incierta, pero hay pocas dudas de que el ambiente está algo más constructivo. No mucho, pero suficiente para que los precios insinúen algo.
La paradoja es que, mientras tanto, el peso chileno ni se inmuta. En lo que va del año ha subido muy poco respecto del dólar, y continúa por debajo de su valor hace dos años. Esta diferencia es notoria tomando en cuenta que, normalmente, los movimientos en los precios de estos activos son sincronizados. ¿Cómo es posible que el tipo de cambio no recoja ninguna buena vibra?
Las explicaciones pueden ser múltiples, pero hay dos fuerzas claramente actuando. Por un lado, Chile es (relativamente) más pobre que hace cinco años, lo que requiere un peso más depreciado para ser competitivo en el mercado global. A esto hay que sumarle presiones de costos laborales muy intensas, que empujan la debilidad de nuestra moneda.
Un ejemplo es suficiente para comprender el fenómeno. Para vender manzanas en el mercado de Rotterdam, compitiendo con productores sudafricanos o polacos, los productores chilenos deben llegar con precios competitivos en dólares. Esto requiere aceitar los procesos y tener costos bajos. La productividad estancada encarece la producción, por lo que mantener la competitividad de las exportaciones requiere de menores costos locales medidos en dólares. Pero, al mismo tiempo, estamos viviendo un verdadero festival de alzas en los costos laborales, fruto de medidas meramente legislativas, como el alza histórica del salario mínimo, las 40 horas, la ley Karin y las mayores cotizaciones previsionales. Así, la posibilidad de mantener los costos a raya es muy compleja.
Para salir de este embrollo, el tipo de cambio ofrece una maravillosa válvula de escape. ¿Cómo así? Un peso más débil permite compensar los mayores costos en pesos, de manera de llegar a un precio atractivo en dólares. Entre mayores sean los costos en pesos y menor sea la productividad, más débil tendrá que estar el peso para mantener vivas las exportaciones.
Sería genial si los mayores costos laborales fuesen fruto de mayor eficiencia, pero cuando son resultado de presiones regulatorias, los efectos adversos no se demoran en aparecer. La debilidad del empleo es una muestra de ello, y la resistencia del peso a subirse a la ola de optimismo es otra.
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