Lecciones desde Jackson Hole: desafíos y oportunidades para América Latina y el Caribe
El simposio 2025 reafirma que la estabilidad macroeconómica, la credibilidad de los bancos centrales y la preparación de los mercados laborales frente a cambios estructurales y tecnológicos, son determinantes para sostener el crecimiento inclusivo.
Anualmente, y hace casi 50 años, el Jackson Hole Symposium reúne en Jackson Hole, Wyoming, EE.UU a banqueros centrales, académicos y expertos económicos de todo el mundo para debatir sobre política monetaria, estabilidad financiera, crecimiento económico y temas macroeconómicos globales.
Las discusiones del Simposio suelen marcar tendencias y expectativas sobre la política monetaria global, y los anuncios o comentarios que allí se hacen pueden afectar los mercados financieros y la toma de decisiones económicas en distintos países.
Este año, el Simposio se centró en discutir los desafíos de la política monetaria frente a cambios estructurales en los mercados laborales, transformaciones demográficas y el impacto de la tecnología en la productividad y el empleo. Se analizaron también las implicancias de la movilidad laboral, la inflación y la credibilidad de los bancos centrales, con especial atención en cómo estos factores afectan a distintas economías alrededor del mundo. Aunque el foco central fue Estados Unidos, Europa y Japón, sus conclusiones tienen implicancias directas para América Latina y el Caribe (ALC); foco de esta columna.
Las sesiones académicas y los artículos presentados coincidieron en que el mercado laboral global está entrando en una transición estructural, con efectos de gran alcance sobre inflación, crecimiento y sostenibilidad fiscal. A nivel de demografía y fertilidad, la caída global de las tasas de fertilidad, impulsada por la mayor autonomía femenina, sin un cambio equivalente en roles masculinos, amenaza el crecimiento económico de largo plazo al reducir la fuerza laboral, imponer presión sobre los sistemas de pensiones y generar riesgos de estancamiento de la innovación y la productividad. Menos población se traduce en una reducción en la generación de nuevas ideas. En este contexto, la inmigración aparece como válvula parcial de ajuste.
La caída de las tasas de fertilidad, observada globalmente, plantea retos similares para ALC, aunque con matices regionales. Si bien algunos países de la región aún disfrutan de un bono demográfico y la tasa de participación femenina en el mercado laboral sigue siendo relativamente baja, lo que permite continuar avanzando en la incorporación de más mujeres a la fuerza de trabajo, estas ventajas son temporales. La experiencia global muestra que, sin cambios culturales que promuevan una mayor corresponsabilidad masculina en la crianza y una integración plena de la mujer al mercado laboral, la región podría enfrentar en el mediano plazo desafíos similares a los de los países desarrollados: reducción de la fuerza laboral, presión sobre los sistemas de pensiones y riesgos de estancamiento en innovación y productividad. Algunos países de la región ya enfrentan estos desafíos.
El envejecimiento demográfico transforma simultáneamente la demanda de ahorro y el gasto social (demanda y oferta de activos), pudiendo presionar al alza la deuda pública a niveles potencialmente insostenibles. Los mercados laborales son el factor clave en este canal: menos trabajadores activos implican menor base tributaria y mayor gasto social, poniendo en riesgo la sostenibilidad fiscal. Sin reformas fiscales, el envejecimiento puede socavar la sostenibilidad macro; tema que se ha vuelto clave también en los países de la región.
La movilidad laboral sigue siendo un mecanismo importante de ajuste regional, pese a que la movilidad laboral interestatal en EE.UU. ha caído moderadamente. En el caso de ALC, las fricciones en la movilidad interna como diferencias de infraestructura, transporte, acceso a vivienda y brechas educativas limitan la capacidad de los trabajadores de trasladarse hacia regiones con mayor demanda y por ende la convergencia rápida de salarios y empleo, debilitando la capacidad del mercado laboral para absorber choques. La política pública puede jugar un rol crucial, mediante programas de capacitación, incentivos a la movilidad y mejora de la conectividad, para que los mercados laborales sean más resilientes ante choques económicos.
Uno de los mensajes más claros del Simposio previene del vínculo entre mercados laborales e inflación. Las reglas monetarias tradicionales, como la regla de Taylor, ya no describen completamente la política de los bancos centrales, especialmente en escenarios recientes post-Covid. En este contexto, la flexibilidad y la credibilidad institucional emergen como elementos clave para mantener ancladas las expectativas de inflación y contribuir así al objetivo de estabilidad de precios de las autoridades monetarias. En efecto, países con bancos centrales confiables pueden responder de manera más gradual a los shocks inflacionarios, mientras que economías con historial de alta inflación enfrentan el riesgo de tener que aplicar ajustes más agresivos. Para ALC, esto refuerza la necesidad de fortalecer la credibilidad y el anclaje de expectativas para poder gestionar la inflación sin recurrir a medidas más agresivas, y por ende con mayores costos potenciales para la actividad económica.
Finalmente, el panel sobre tecnología y mercado laboral evidenció que la automatización y la digitalización están redefiniendo los perfiles de empleo, creando oportunidades de alta productividad, pero también desafíos en la capacitación y redistribución de talento. En empresas donde se utiliza la inteligencia artificial (IA), los trabajadores reportan más estabilidad, mostrando una relación complementaria en vez de sustitutiva. La IA facilita la reasignación de roles y la adaptación de los trabajadores a nuevas funciones. El reparto de beneficios dependerá de cómo evolucione la participación laboral y del grado de competencia en los mercados. Las decisiones de política pública serán clave para asegurar que los beneficios de la IA se distribuyan de forma más equitativa. Los países de ALC deben anticiparse a estas transformaciones invirtiendo en educación digital, incentivos a la innovación y programas de reconversión laboral, para evitar que la brecha tecnológica se traduzca en desigualdad estructural.
En síntesis, Jackson Hole 2025 reafirma que la estabilidad macroeconómica, la credibilidad de los bancos centrales y la preparación de los mercados laborales frente a cambios estructurales y tecnológicos son determinantes para sostener el crecimiento inclusivo. Para América Latina y el Caribe, la lección es clara; se requieren reformas profundas en política monetaria, fiscal y laboral, acompañadas de un esfuerzo sostenido en infraestructura, educación y talento. Aquí CAF puede desempeñar un rol clave fomentando la discusión de política económica en la región, financiando y acompañando el desarrollo de infraestructura y logística que garantice mayor conectividad y eficiencia en el transporte e impulsando inversiones en capital humano.
Ello implica apoyar a los países en educación, formación laboral y promoción de la innovación, ámbitos esenciales para que la región pueda aprovechar plenamente las oportunidades de transformación productiva.
- Los autores: Jessica Roldán y Nicole Perelmuter, Dirección de Estudios Macroeconómicos, Gerencia de Conocimiento- CAF.