La última de Superman está para ver en el streaming y el cable y es puro entretenimiento y algo de política

Aunque muchos pueden adherir a la premisa de que "Superman eran los de antes", eso no ha impedido a la industria del cine recurrir sistemáticamente al llamado "Hombre de acero" para que la salve de la catástrofe.

Ahora le tocó a James Gunn, que en la nueva Superman está en planilla en calidad de director, libretista y, principalmente ejecutivo de DC Studios, la rama audiovisual de DC Comics, la dueña de la marca. Desde noviembre de 2022, Gunn es -en dupla con Peter Safran- copresidente y codirector ejecutivo de DC Studios.

Superman -cuya llegada a HBO Max motiva estas apreciaciones, demoradas desde su estreno en cines en julio de este año- es su primer gran proyecto y lo que vendría a ser el pilar del Universo Cinematográfico de DC, un mundo del que él va a ser deidad creativa de aquí a, por lo menos, 2027, y seguramente un par de ejercicios más.

En ese período de gobierno habrá otra de Superman (Man of Tomorrow, del propio Gunn y anunciada para el 9 de julio de 2027), una Supergirl y Clayface, sobre el villano que puede moldear su cuerpo a voluntad. Allí habrá series (The Peacemaker ya está en HBO y Max y tiene una aparición en Superman) y relanzamientos de franquicias como las de Batman y Mujer Maravilla. Sí, otra vez.

Este mismo año, su compañía rival y hermana, Marvel, lanzó su nuevo universo con Los 4 Fantásticos, por lo que, dado el éxito de ambas, viene otra temporada de superhéroes a invadir las salas de cine de su ciudad y las pantallas de su casa.

En ese sentido, Superman es el proyecto más ambicioso y personal de Gunn, quien siempre fue más un ejecutivo que un gran director, aunque haya quienes lo ubiquen en esa categoría. Es un poco mucho pero sí es vistoso.

Hay que reconocerle, sí, ciertos rasgos autorales en una recurrencia al humor, una irreverencia controlada que pasa por algo de actitud punk, bandas de sonido que son playlists ocurrentes y una colorida psicodelia a la hora de crear escenografías.

Mostró casi todo lo que tenía en las tres Guardianes de la Galaxia que, con ojo crítico moderado, no estaban tan mal. Allí se distribuían esos atributos que, inevitablemente, vuelven a estar en esta nueva Superman.

La historia acumula datos, pero básicamente tiene a nuestro héroe (esta vez interpretado por David Corenswet) enfrentado al alopécico Lex Luthor (Nicholas Hoult), quien no lo quiere nada. Como para actualizar la trama de siempre, Luthor es un magnate tecnológico con un ejército de simios-bots dedicado a desacreditar a Superman porque se entrometió en sus negocios cuando consiguió que la poderosa Boravia no invadiera a su nación limítrofe y más pobre, Jarhanpur.

Además de Metrópolis, luminoso escenario habitual de esas batallas, la acción transcurre en unos planetas de bolsillo dominados por Luthor, a los que va a dar Superman y que tienen todo el colorido que le encanta a Gunn.

La idea de Superman como extranjero, el recelo que eso provoca, el poder de los nuevos oligarcas, las referencias a conflictos bélicos en desarrollo y otros datos aportan un tono político, que no era necesariamente muy Gunn. Hasta entonces parecían preocuparlo cuestiones menos coyunturales.

Sería, en ese sentido, una película anti-Trump o anti todo lo que representa, y recuerda que Superman es un héroe surgido del new deal y fiel a sus preceptos liberales y del lado de los débiles.

La historieta la crearon Jerry Siegel y Joe Shuster y apareció por primera vez en 1938 como una ilusión optimista y liberal de un superhombre que defiende los valores americanos a pesar de ser de otro planeta. Las historietas solían ser exclusivamente para niños.

A Gunn, le van los equipos de paladines y aquí Superman se apoya en la "Justice Gang", una troupe de superhéroes que ofrece cierto alivio cómico, que pretende liderar Linterna Verde (Nathan Fillion) y en el que militan Hawkgirl (Isabela Merced) y Mister Terrific (Edi Gathegi), quien va a ser el compañero de Superman en la misión de esta vez.

También tendrá un papel destacado Lois Lane (Rachel Brosnahan), la novia punk que acá empieza ya sabiendo de la doble identidad de Clark Kent, su compañero de redacción en El Planeta. Allí también está Jimmy Olsen (Skyler Gisondo) y en el campo quedaron los Kent (la familia adoptiva de Kal-El, el nombre kriptoniano de Superman), quienes aportan el consejo que un superhéroe siempre anda necesitando.

El invitado especial, sin embargo, es Krypto, la mascota de la familia, que es un poco incordiante, pero una ayuda necesaria. Su presencia infantiliza un poco todo, aunque queda claro que es un efecto buscado.

Es que, a diferencia de encarnaciones recientes de los paladines de DC (Batman, claro, pero también el Hombre de Acero que interpretaba Henry Cavill), en Superman hay una idea de rescatar un lado más luminoso, más cercano al espíritu del comic. Acá, Gunn recupera ese espíritu incluyendo un kaiju, el monstruo clásico del cine japonés, y algunos guiños a una cultura popular mucho más inocentes.

Hay cierto consenso, y conviene acatarlo, en que Christophe Reeve (que lo interpretó entre 1978 y 1987) es el mejor Superman, aunque siempre da para el debate. Cavill tampoco estaba mal. Corenswet (que, como Reeve, es un egresado de Juilliard, lo que la da una profundidad a su personaje) tiene cara de Superman y es una buena incorporación.

Superman es puro entretenimiento, lo que se le da muy bien a Gunn. Y nos invita a dejarnos llevar por la fantasía de que alguien va a venir a sacarnos de este sinsentido en que se volvió el mundo.