Equilibrismo económico en Argentina
El que solo la intervención de EE.UU. haya podido calmar al mercado es una señal de lo mucho que falta para ofrecer estabilidad.
El próximo 10 de diciembre, el Presidente de Argentina, Javier Milei, cumplirá dos años en el poder. Más allá de su controvertido estilo, su llegada a la Casa Rosada ha significado un esfuerzo gigantesco por normalizar y modernizar un sistema económico lastrado por décadas de desequilibrios y distorsiones.
Para visualizar la herencia que recibió, cabe recordar que en 2023 el producto interno había experimentado una variación de -1,61%, con una inflación anualizada por sobre el 130% y una deuda bruta que superaba el 150% del PIB. El aparato público se caracterizaba por la ausencia de medidas de productividad y control, mientras que los subsidios del Estado tenían una amplitud inconsistente con la evolución de las cuentas fiscales. A esto se agregaban niveles de control cambiario que generaban todo tipo de arbitrajes y desincentivos, limitando el potencial de una economía con una cantidad envidiable de recursos naturales.
De esta forma, el ajuste era más que necesario. Y fue drástico: según el Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras el gasto total del gobierno superó en 2023 el 37% del PIB, en 2024 se redujo al 31,3%. Esto generó una nueva caída del producto ese año (-1,7%), mientras la inflación aún no cedía.
Pero en 2025 los esfuerzos comenzaron a mostrar resultados. Sumada al control del déficit primario, la inflación ha evidenciado una caída significativa. El último dato disponible (agosto) da cuenta de una variación interanual de 33,6% (19,5% acumulada en el año). Por su parte, mientras la pobreza bajó de 52,9% a 31,6% en un año, las proyecciones de crecimiento económico apuntan a una expansión cercana al 5,5% en 2025. A esto se agregó la instauración de un sistema de banda para el tipo de cambio, mientras se avanzaba en el desmantelamiento de los controles y en tácticas efectivas para la acumulación de reservas, que a inicios de septiembre ya alcanzaban los US$ 40.000 millones. Este último aspecto, el cambiario, era uno de los que mayor preocupación generaban entre los especialistas, por la posibilidad de que la especulación pudiese descarrilar los meses de esfuerzos económicos.
Por lo anterior, la derrota de la administración Milei en las elecciones de la provincia de Buenos Aires, el 8 de septiembre, a manos del peronismo, impactó a los mercados. El margen de 14 puntos (mayor al esperado) alertó de la posibilidad de sufrir también una derrota amplia en las legislativas nacionales de octubre, lo que pondría en jaque el avance de las reformas estructurales. La reacción inicial del Presidente, quien señaló comprender que los costos del ajuste habían incidido en la derrota, pero que también insistió en perseverar en su visión, no fue suficiente para calmar a los mercados.
Así, la bolsa bonaerense sufrió jornadas de caídas, mientras el tipo de cambio golpeó la parte superior de la banda, alimentado por las dudas de los inversionistas. Esto llevó a una intervención formal del Banco Central; se estima que el esfuerzo implicó una pérdida de más de US$ 1.000 millones en reservas. Tales medidas, sin embargo, no tranquilizaron los ánimos. Fue necesario un mensaje desde el exterior. Este vino en boca del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, y del propio Donald Trump, quienes explícitamente se comprometieron a brindar su apoyo al gobierno de Milei, provocando así el retroceso del tipo de cambio y el rebote de las principales acciones argentinas. En lo esencial, las autoridades estadounidenses mostraron su intención de ofrecer distintos canales de acceso a dólares (desde un importante crédito stand-by por US$ 20.000 millones hasta una línea swap para la transacción de dólares y pesos). A esto se sumaría el respaldo a medidas adicionales por parte del FMI.
En lo inmediato, dichos anuncios dan un respiro a las autoridades económicas argentinas, presionadas por el posible resultado de octubre y el espíritu especulativo que este podría alentar. Sin embargo, aún no son claras las condiciones bajo las cuales el apoyo de EE.UU. se concretaría. Y, más complejo aún, para el inversionista que busca oportunidades de mediano y largo plazo, el hecho de que solo luego de una intervención externa el mercado argentino haya podido mostrar cierta calma, ha de representar la comprobación de que queda mucho por hacer para poder confiar en la estabilidad institucional del país.