La economía pos-elección se define en Washington
Los presidentes de la Argentina y de Estados Unidos, Javier Milei y Donald Trump
Para noviembre de 2001, el gobierno de Fernando De la Rúa ya se había jugado casi todas las cartas en el intento de conseguir un respaldo financiero de los Estados Unidos que lo ayudara a navegar la crisis financiera que se vivía dentro del país, y contrarrestar las fuertes presiones políticas que llegaban tanto desde la oposición peronista como desde el propio partido, el radicalismo
Los presidentes de la Argentina y de Estados Unidos, Javier Milei y Donald Trump
Para noviembre de 2001, el gobierno de Fernando De la Rúa ya se había jugado casi todas las cartas en el intento de conseguir un respaldo financiero de los Estados Unidos que lo ayudara a navegar la crisis financiera que se vivía dentro del país, y contrarrestar las fuertes presiones políticas que llegaban tanto desde la oposición peronista como desde el propio partido, el radicalismo. El Fondo Monetario Internacional (FMI), bajo la conducción del alemán Horst Köhler y de su vice, Anne Krueger, no parecía tampoco dispuesto a ayudar. Las insistentes gestiones del ministro de Economía, Domingo Cavallo, con el secretario del Tesoro norteamericano, Paul O’Neill, también habían naufragado (O’Neill había asegurado entonces que no era cuestión de que el país siguiera consumiéndose el dinero de los "plomeros y carpinteros" norteamericanos). Sin embargo, en un encuentro entre De la Rúa y su par norteamericano, George W. Bush, en el marco de la Asamblea Anual de las Naciones Unidas, el 11 de noviembre, el mandatario estadounidense se había comprometido a colaborar con el país. Quedaba la carta política.
Semanas más tarde, el 17 de diciembre, el canciller de la Alianza, Adalberto Rodríguez Giavarini, viajó a Washington para reunirse con la Asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice. Tras los atentamos del 11 de Septiembre, Rice era, posiblemente, una de las tres personas más relevantes de la administración republicana. Su oficina, a solo 14 pasos del Salón Oval, era apenas un indicador de la cercanía que tenía con el presidente Bush. Giavarini le advirtió entonces a Rice que soltarle la mano a la Argentina podría tener un fuerte impacto en la influencia de Estados Unidos sobre la región. Desde los años 90, de las relaciones carnales de Carlos Menem, el país era el principal aliado del gigante norteamericano en América Latina. Giavarini no solo se vio con Rice, sino que la día siguiente se juntó con el secretario de Estado, Collin Powell. Pero la carta política no llegó a tiempo. Dos días después, Fernando De la Rúa estaba presentando su renuncia.
La anécdota sirve para ilustrar la relevancia del espaldarazo que recibió el gobierno de Javier Milei por parte de la administración de Donald Trump. A diferencia de entonces, el Tesoro y el ala política de la gestión republicana estuvieron alineados a favor del pedido de auxilio argentino. La militancia del Secretario del Tesoro Scott Bessent en la red social X es extraordinaria.
Escenario diferente
La situación global, claro, es bien distinta. Estados Unidos está ya hace algunos años en una pelea abierta con China por la dominancia global. Haber descuidado "su patio trasero" de América Latina y el Caribe, reconocen, no fue gratis para la potencia norteamericana. Hoy Milei y Nayib Bukele, en El Salvador, son probablemente los únicos aliados firmes en la región. Y, aunque por estas horas las relaciones de Trump con Lula Da Silva empiezan a encaminarse, la realidad es que no pocos en Estados Unidos tomaron nota de las declaraciones del mandatario brasileño, en julio pasado, sobre que "el dólar va a dejar de ser la moneda de referencia en el comercio internacional". Todas señales que contribuyeron al desesperado lobby argentino.
Con el aval de Estados Unidos ya nadie duda en el mercado de que el ministro de Economía, Luis Caputo, tendrá combustible suficiente para llegar a la elección de octubre. Qué pasará con el resultado electoral sigue siendo una incógnita. Las intervenciones en X de Bessent oxigenaron al mercado, pero no está claro que vayan a torcer el rumbo de una elección. También quedó entre los inversores el gusto amargo de haber visto a la administración Milei descolocada ante los embates de la oposición y una sucesión de errores de gestión propios.
Aunque hubo varios tropiezos en decisiones económicas, gran parte de la crisis de confianza tuvo un origen político. Es pronto aun para saber si la crisis hizo mella en la forma en la que la administración Milei entiende su vinculo con la política. Las internas todavía son palpables.
Ayer, los fondos del exterior seguían mayoritariamente desprendiéndose de activos argentinos, coincidieron varios operadores relevantes de la Citi porteña. "Tienen dudas de que el acuerdo con los Estados Unidos tenga alguna condicionalidad de cara a las elecciones", explicó un operador, que concentra gran cantidad de transacciones. De ahí que, pese a la liquidación de divisas por parte de cerealeras, la demanda de dólar contado con liquidación, que sirve para hacerse de divisas en el exterior, se mantuvo firme. Otro desafío para el gobierno. Reconstruir la credibilidad financiera que apenas en semanas se esfumó.
Condicionalidades
Quienes frecuentan círculos diplomáticos, sin embargo, creen que la ayuda de Estados Unidos tiene menos condicionalidades de las que se especula en el mercado. Tal vez, la excepción sea la demanda de cancelación, con parte de la asistencia, del préstamo (swap) que el Banco Central de China tiene con el Banco Central de la Argentina. Públicamente y en privado, tanto Bessent como el secretario de Estado, Marco Rubio, han expresado su interés porque la Argentina reduzca su dependencia financiera de China. En el equipo económico mantienen total hermetismo respecto de la letra chica de las negociaciones, con lógica. No es el deudor el que debe boquear sobre un acuerdo que todavía no tiene la última firma.
No obstante, es de esperar que tan pronto quede atrás la elección , las exigencias de reformas por parte del FMI sí se hagan más perceptibles. El caso argentino es siempre polémico para el directorio del organismo de crédito. La semana pasada, en una reunión informal que mantuvieron miembros del board -conformado básicamente por los representantes de los países que forman parte del organismo-, surgió la necesidad de avanzar con cambios en la política cambiaria. Según confiaron fuentes al tanto de las conversaciones, se habló de que el país debería o ampliar las bandas de flotación cambiaria -hoy entre $946,54 y $1478,26- o directamente eliminarlas. Con esta política, esperan en el FMI, el Gobierno además debiera poder empezar a comprar reservas de forma más consistente.
Con la libertad que ahora le da la academia, la exnúmero dos del FMI hasta hace apenas semanas, Gita Gopinath, no demoró en dar su opinión en la red social X sobre el apoyo de Trump a la gestión Milei y deslizó bastante más de lo que hacía mientras ejercía un cargo ejecutivo. "El apoyo de Estados Unidos es sin duda útil para prevenir movimientos especulativos de la moneda. Sin embargo, un progreso duradero requerirá que la Argentina adopte un régimen de tipo de cambio más flexible, acumule reservas y genere apoyo para sus reformas en el país", escribió. Gopinath no se aleja demasiado de lo que se habla en el mercado. Aun habiendo sido bendecido por la varita de Trump, Milei deberá tarde o temprano reconstruir lazos con la política para avanzar en acuerdos de mediano plazo. De otra forma, el FMI, el mercado y los inversores posiblemente verán que las promesas de cambio no son sostenibles en el tiempo. Lo que no se podrá esgrimir en ningún momento es que no avisaron.
Esta semana, tras el anuncio de quita temporaria de retenciones para el campo, y la confirmación del auxilio del gobierno estadounidense, el Tesoro empezó a hacer los deberes. De acuerdo con fuentes inobjetables, volvió a poder sumar algunos dólares a su cuenta en el Banco Central. El martes fueron US$85 millones, de los cuales el miércoles vendió US$ 18 millones, para terminar ayer con un saldo en la jornada de US$281 millones. Es mucho, considerando que hace apenas 7 días, el Banco Central había tenido que vender US$1100 millones en solo tres ruedas.
Por desgracia, y aun consiguiendo que la calma se asiente, la gestión Milei tiene una titánica tarea por delante. Focos de tensión sobran. Basta escuchar las conversaciones de la industria farmacéutica de las últimas semanas. Hay quejas por la caída en ventas en agosto, pero sobre todo por la refinanciación forzosa que, tras el escándalo de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis), habría realizado la droguería Suizo Argentina con varios de sus proveedores. "Me animo a decir que se refinanciaron unos US$100 millones", confió el número 1 de un laboratorio. "Hay que ver quiénes son los pocos que cobraron", deslizó. Cuando la deuda es grande, dice el refrán, el problema no es del deudor, sino del acreedor. Si el FMI lo sabrá…