Se estrenó en cines, la pelìcula que, además, ganó un premio en el Festival de Málaga, tiene a Néstor Guzzini, María Elena Pérez, Noelia Campo y Marcelo Subiotto en el elenco y es una historia de una rivalidad barrial
Perros del director Gerardo Minutti, se trajo un premio del prestigioso festival de Málaga (a mejor actriz secundaria para María Elena Pérez) y es la representante uruguaya para los Premios Goyade la academia de cine española. Nada mal para una ópera prima.
Minutti fue periodista entre otros medios de El País pero ha estado vinculado los últimos cinco años a la industria audiovisual realizando tareas de producción en títulos como Iosi: El espía arrepentido, Barrabrava y La sociedad de la nieve.
Perros es la historia de un rivalidad vecinal, un perro que se pierde, leves ascensos sociales y aunque parezca bien uruguaya, ha demostrado ser bastante universal.
https://www.youtube.com/watch?v=ba8CI90ORUwLo conocía periodista, ¿cuándo se hizo director de cine?
Siempre fui muy cinéfilo. Cuando estudiaba en la facultad en la crisis de 2001, encontré en el periodismo una vía más rápida para poder tener una salida económica. Y siempre la idea de hacer una película estaba como acá al costado. Y hace unos cinco años y medio que estoy trabajando en la industria y aunque mi tarea es principalmente en producción y locaciones. Y haber trabajado tanto me ha venido muy bien para terminar de entender los procesos desde adentro.
¿Cómo empezó el trayecto hasta estrenar Perros?
En 2014 gané el Fondo de Estímulo a la Formación y Creación Artística, planteando adaptar un cuento mío a una primera versión de guion, trabajando con Pablo Stoll y con Laura Santulo y en un proceso de un año llegué a una primera versión de guion. Después vino el recorrido más o menos típico de toda película uruguaya: ganó fondos, Ibermedia. Un largo proceso.
¿Y cómo ese proceso fue cambiando la idea original?
No hubo tantos cambios. Sí se va puliendo diálogos, estructura de personajes, la estructura general, todo eso que hace que funcione. Ahí hubo mucho trabajo de guion. También tuve alguna residencia en el exterior con Mariano Llinás, en 2018.
¿Cómo fue esa experiencia?
Espectacular, aunque duro también. Lo bueno de las residencias es que estás en una cápsula, con tiempo exclusivo para escribir: una inmersión de una semana que resultó muy fructífera. Llinás siempre aportó desde un lugar positivo. Las devoluciones destructivas no aportan demasiado.
Siempre con una película uruguaya, uno intenta ubicar lugares, esquina, pero el barrio de Perros no lo identifiqué. ¿Dónde es?
Las casas son en Sayago. Igual aparecen también Palermo y Cerrito de la Victoria. El taller mecánico, por ejemplo, es en el Cerrito. Siempre busqué lugares como esos.
¿Y cómo fue el rodaje en la cuadra?
Los rodajes son bastante invasivos y este fueron cuatro semanas en dos casas, y eso implica una movida fuerte. Los vecinos suelen ser receptivos y aunque la novelería se le va al tercer día, siempre se logra un punto medio para convivir con el barrio.
¿Usted de qué barrio es?
De Millán y Coronel Raíz, por el Centro Protección de Choferes. Mis viejos siguen viviendo ahí. Era una dinámica de casas linderas. Ese germen de vida barrial es lo que aparece en la película. Y en esos barrios siempre pasa que todas las casas son iguales pero hay una que da un saltito económico, nada disparatado. Con la directora de arte, Ana Giovanoni, yo era muy obsesivo con la escala porque la película se jugaba mucho en esos pequeños detalles para marcar diferencias que en el fondo son mínimas. Somos todos los mismos.
Las casas son como de otra época...
Teníamos la limitante de encontrar dos casas pegadas, lo cual ayudaba además a reducir costos a la filmación. Cuando las encontramos, descubrimos detalles como que tenían dos baños, algo que no estaba en el guion. Decidimos abrazar esas rarezas, porque son parte de la historia. Muestran a esa familia que asciende pero solo hasta cierto nivel.
Y aflora el tono de comedia.
Sí, principalmente en marcar el contraste entre los dos vecinos.Cuando la película se muestra, encuentra comedia pero no escribo pensando "esto va a ser gracioso". Surgieron. Y hay escenas que provocan mucha risa que a mi me resultan apenas divertidas.
¿La ve muy uruguaya?
Lo aspiracional, la mirada del otro son universales. Ya sea con esta película o con el corto anterior, Hogar que era un teaser presentado como corto, a la que llevamos a los festivales de Guadalajara y Biarritz, y ya cuando la presentamos en Málaga, siempre la devolución pasó por alguien que dice, "tengo un vecino así" o "acá en Málaga pasa que los barrios son así". Son conflictos de condición humana medio universales. Lo uruguayo seguramente esté porque soy profundamente montevideano pero no hay una intencionalidad a marcar algo.
Perros no resuelve algunos de sus conflictos, ¿por qué eso?
Las películas que me gustan tienen que ver con estructuras donde el espectador puede terminar de construir la película, sin que eso sean líneas argumentales inconducentes. Me aburre el cine donde todo está explicado. Perros tiene dos primeros actos muy marcados pero el tercero abre una ventana y deja ver el mundo sin que necesariamente en ese mundo se terminen de resolver cosas. Y el saber a medias es como una práctica súper común con la que me siento identificado en el sentido que casi todo el tiempo muchas veces terminamos haciendo eso
¿Qué cine le gusta?
A nivel uruguayo es absolutamente fundacional lo que pasa con 25 watts y con Whisky. 25 Watts es una película que me enamora por su vida barrial, justamente, y todo lo que pasa ahí, y cómo también plantea la posibilidad de encontrarte con una película donde la historia pasa por qué pasa con esos pibes durante 24 horas. ¡Soy extra en 25 Watts! Fue la primera vez que fui a un rodaje, y me encantó. Mostró, además, era posible hacer cine. Después me gustá mucho el brasileño Gabriel Mascaro, Lucrecia Martel, Carlos Reygadas. Y Paul Thomas Anderson, quien me parece el gran maestro del cine actual: el jugador que maneja todas las aristas del cine.
¿Cómo conformó el elenco?
Con Néstor Guzzini y María Elena Pérez ya había trabajado en Hogar. Cuando me planteo el casting con actores tan experimentados como ellos, o como Roberto Suárez o Marcelo Subiotto, el desafío fue trabajar mucho en la construcción del personaje y, sobre todo, en el tono de la película. Yo no quería ni un costumbrismo humorístico ni un dramón oscuro, sino algo muy fino, equilibrado. Ensayamos mucho, incluso en las casas, para trabajar esa espacialidad. Llegamos al rodaje con mucho terreno ganado y con un elenco generoso, muy abierto al proceso.HIcimos mucho ensayos.
¿Cuál es la escena que más le gusta?
Hay una en la cocina, cuando la esposa y la hija enfrentan a Jorge (Guzzini) lo . Ahí la película quiebra: él queda derrotado y es su propia familia la que le marca los límites. Me gusta también cómo quedó fotografiada, con planos más cerrados en contraste con los planos generales del inicio. Otra escena que me gusta es el plano secuencia de entrada a la casa. Dura seis minutos y 40 segundos. Fue compleja, pero para mí funciona: los personajes entran en la oscuridad y descubren la casa. Ese plano exigía que el guion estuviera muy trabajado, para que la decisión de entrar fuera creíble.
¿Le resultó difícil dirigir?
Es difícil porque estás tomando decisiones todo el tiempo: desde el color de un vaso hasta la actuación y todas las decisiones son importantes. Y estás pensando también en el montaje y en la música. La única forma de sostener eso es laburando un montón. Mirar películas, secuencias, referencias, y construir tu propia identidad con los recursos que tenés. A veces amo la película, a veces no tanto, pero estoy tranquilo con la identidad que logró, con lo que quise contar.
¿Ya está pensando en la próxima?
Sí. Es un proceso largo y cansador, pero quiero empezar. Después la recompensa es muy buena cuando se estrena y la película vive por ahí. Ya estoy escribiendo algo nuevo. Uno de los desafíos es reducir los tiempos de producción, que en Uruguay suelen ser largos y complicados por los mecanismos de financiamiento o los contextos políticos. Hacer cine requiere perseverancia, tolerancia a la frustración y mucho trabajo. Y aun así no hay garantías, pero al menos queda la tranquilidad de haber hecho todo lo posible para que la película exista.