Miércoles, 01 de Octubre de 2025

Ojos de niño

ChileEl Mercurio, Chile 29 de septiembre de 2025

Al metro, Línea 4, se sube una mamá con su hijo de unos cuatro años

Al metro, Línea 4, se sube una mamá con su hijo de unos cuatro años. Él conversa intensamente; ella se concentra plenamente en él. Ahí nace todo.
Ahí nace lo que el Festival de las Ciencias 2025 quiere desatar esta semana: que todos descubramos la ciencia que nos rodea y valoremos nuestros conocimientos. Lo organiza el ministerio del rubro.
Observo tan fijamente el diálogo entre la mamá y su hijo en el metro que, por pudor, cambio mi mirada y los sigo reflejados en la ventana. Ella sostiene un papel del porte de un helado, enganchado en un palito. Concentra la atención del hijo en letras sobre el papel. Y él articula palabras que ella confirma o corrige; tanto cariño.
Es un festival de las ciencias. A todos -papás, mamás, tías y tíos, abuelas, abuelos, hermanos, hermanas- nos ocurre cuando observamos a niños chicos: descubrimos el alrededor porque ellos nos lo descubren.
Ocurre más cuando ellos comienzan a experimentar: el chanchito de tierra que traen. ¿Qué es? ¿Por qué?
A veces, se largan solos: Isaac Newton niño construía relojes de agua. Uno de mis hijos fabricaba explosivos. María Teresa Ruiz pasaba noches de niña mirando el cielo del sur. A mí me regalaron un microscopio que me acercó a las bacterias. Albert Einstein, de 5 años, tiritó al examinar el regalo que le trajo su padre, una brújula: "Algo profundamente oculto debe darse tras las cosas", escribiría más tarde.
Cada cual, reviviendo su propia infancia, encontrará esos momentos de "!Eureka¡", de descubrimiento o de pregunta. ¿Por qué se desbanda la hilera de hormigas si la bloqueamos con un hilo de agua?
Cuando niño, mi tía Lucy nos regaló "El tesoro de la juventud". Con mis hermanas pasábamos horas recorriéndolo. Eran diez tomos, divididos en "libros", como "El libro de los porqués". Las preguntas son tan importantes.
Pasamos este Dieciocho, mi mujer y yo, con cinco nietos y una nieta, todos ya universitarios. Más un pololo y dos pololas. También un nieto casado y su señora. En la mesa, alguien argumentaba y, automáticamente, algún otro chequeaba lo dicho. Traían la enciclopedia en sus celulares. Demasiado rápido.
En cambio, Einstein era lento y torpe con las palabras; Newton vivió su propio covid -la peste de 1665- que lo aisló, donándole tiempo para idear. (No basta recitar el teorema de Pitágoras sin darle tiempo para que se apose en el alma).
Algo así es el tema que el Ministerio de Ciencias, Tecnología, Conocimiento e Innovación propone reflexionar para el festival de este año: no se traguen todo. Descubran, pregunten, comprueben.
Me viene al callo porque supe que esa foto que me escandalizó -los jefes de Estado europeos sentados esperando que el Presidente Trump los invitara a su oficina- es una falsificación rusa. !Ay de mí¡ No descubrí, no pregunté, no comprobé.
Mejor detenerse, pese al bombardeo, porque la desinformación intencionada daña. La mirada crítica es el antídoto, el freno a la precipitación.
Igual, el Festival de las Ciencias de esta semana, para mí, tiene un icono: esa mamá con su hijo, descubriendo.
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