Un análisis de las estrategias de los colegios públicos y privados de Costa Rica con los mejores promedios en las pruebas de admisión universitaria. Descubra cómo sus metodologías, basadas en el pensamiento crítico, el seguimiento individualizado y el bienestar emocional, marcan la diferencia en el éxito de sus estudiantes
Más de una década de estudio a lo largo de la niñez y adolescencia lleva en un camino en común a miles de estudiantes en Costa Rica: las pruebas de apititud académica para ingresar a una universidad pública.
En solo horas deben demostrar sobre una mesa con solo un lápiz y papel las habilidades que durante tantos años adquirieron y la destreza lógica que desarrollaron gracias a su intelecto, práctica constante y apoyo multisectorial.
Las instituciones educativas que acompañan este proceso no son ajenas al éxito de los estudiantes que sobresalen en grande tras obtener resultados extraordinarios que les aseguran un cupo en la carrera que gusten; por el contrario, son una parte crucial del proceso.
Sin embargo, la lista de los colegios que llevan los principales lugares en las pruebas de admisión no es tan variable, pues cada año es posible identificar a los mismos mientras disputan por conseguir un rango lo más alto posible.
Sus metodologías no dependen de fórmulas mágicas ni suerte, sino de una combinación de preparación académica, acompañamiento emocional, seguimiento individualizado y motivación constante.
El Financiero conversó con cuatro colegios, dos públicos y dos privados, para explicarle a usted cuál es el secreto que esconden sus aulas y pasillos para acercar a sus estudiantes a estos resultados.
Además, una profesional en orientación y la coordinadora de la Prueba de Aptitud Académica (PAA) de la Universidad de Costa Rica (UCR) responden sobre la efectividad de dichas metodologías.
Educación pública: los colegios científicos
En el Científico de San Pedro, su ejecutivo institucional Arturo Vargas explicó que el secreto está en lograr un equilibrio entre teoría, práctica y confianza.
"Nos enfocamos en que los estudiantes entiendan la teoría y, al mismo tiempo, la apliquen en ejercicios similares a los que verán en el examen. No es memorizar, sino practicar y reforzar", aseguró.
Esta práctica constante no se limita a ejercicios aislados, sino que se integra al plan semanal de seguimiento académico desde décimo año, donde cada estudiante es evaluado de manera individual para identificar posibles debilidades y asignarle el apoyo necesario, ya sea por medio de tutorías o práctica adicional.
Dado su alto nivel de exigencia, es común que de los cerca de 30 estudiantes que entran a uno de estos centros educativos cada año se retiren entre cinco y diez, ya sea por dificultad para adaptarse a la presión de una carga preuniversitaria y bajas en el rendimiento académico que pueden poner en riesgo su futuro.
"Un estudiante brillante en un colegio convencional puede tener una baja significativa en sus notas porque el salto de exigencia es muy grande, y tampoco queremos arriesgar su futuro, por lo que son trasladados a otra secundaria", comentó Vargas.
Y aunque todas las sedes de estos colegios funcionan bajo el Sistema Nacional de Colegios Científicos de Costa Rica (SNCCCR) lo cierto es que cada uno tiene sus particularidades, lo cual es demostrable en el rendimiento que muestran en las pruebas de admisión.
En el de San Pedro, una de las principales es que aquellos estudiantes que muestran una baja en rendimiento no son invitados a retirarse inmediatamente, sino que se les asigna un tutor y apoyo de asesoría estudiantil para ayudarlos a recuperar sus notas hasta el final; si no lo consiguen, es el "caso extremo".
Lo anterior, no obstante, colaboró en ampliar el número de generaciones graduadas. Mientras en otras sedes el promedio de egresados anualmente es de 15 estudiantes, en San Pedro el número aumentó a más de 25.
Además, promueve una cultura de motivación y desafío positivo, donde los estudiantes se sienten retados, pero al mismo tiempo apoyados, con prácticas diarias para pruebas de admisión dentro de la malla curricular, participación en olimpiadas de ciencia y tecnología, debates y trabajos en equipo.
Lo anterior genera, a juicio de Vargas, gran motivación entre los alumnos, que incluso suelen reunirse en clubes de estudio después de clases y hasta fines de semana apoyados por egresados con historial de excelencia académica universitaria.
"Los mismos estudiantes graduados enseñan a las nuevas generaciones, no contratamos externos para prepararlos ante las pruebas de admisión y olimpiadas, sino que buscamos que se mantenga un entendimiento con base en la experiencia de haber sido parte de un mismo sistema", enfatizó Vargas.
En paralelo, el Científico de Alajuela también se destaca por sus puntajes, y su ejecutiva institucional, Johanna Salazar, explicó los factores determinantes.
Durante el décimo año, los estudiantes reciben preparación específica para la admisión en sesiones adicionales fuera del horario lectivo, impartidas por egresados que lograron destacados promedios universitarios y con una duración aproximada de hora y media por grupo.
El seguimiento académico en Alajuela también tiene como objetivo minimizar la deserción y garantizar que cada alumno tenga la oportunidad de superar sus dificultades; desde el ingreso, los estudiantes son evaluados para identificar áreas de mejora y reciben apoyo específico en matemáticas, inglés, física y otras materias.
Ahora bien, para equilibrar estas actividades con la carga académica y olimpiadas, el colegio diseña planes de reposición personalizados con ajustes de exámenes parciales y evaluaciones según la agenda de cada estudiante. Así, los alumnos pueden representar al colegio en competencias de alto nivel sin comprometer su rendimiento académico.
"La cercanía con las familias y el entorno doméstico también ha demostrado ser un apoyo importante, ya que muchos estudiantes viven con sus padres y cuentan con un ambiente de estabilidad que favorece su desarrollo académico y personal", añadió Salazar.
Este último factor diferencia en buena medida a la sede alajuelense, pues en otros colegios científicos un alto porcentaje de los alumnos viven lejos de las instalaciones y deben ser becados por las universidades que apadrinan cada sede para vivir en los dormitorios comunales o alquilar en los alrededores.
La educación privada y el Bachillerato Internacional
En el Yorkín School el aprendizaje comienza desde la infancia con un enfoque orientado a desarrollar la curiosidad y el pensamiento crítico desde los primeros años.
Según su director, Edgardo Piedra, a medida que los estudiantes avanzan el colegio combina métodos tradicionales con los del Bachillerato Internacional (BI), cuyo programa exige superar 18 pruebas que incluyen ensayos, investigaciones y evaluaciones prácticas.
Asimismo, dan especial énfasis a la participación en olimpiadas, concursos como Canguro Matemático y rondas de debate que les han llevado a cruzar las fronteras en representación del país.
"Esto asegura que los alumnos lleguen a los exámenes universitarios con conocimiento puro y duro y la tranquilidad de haber estado expuestos a la presión académica", explicó el director.
El modelo educativo es exclusivo para varones, quienes acuden a clases regulares en un horario de 7:30 a.m. a 2:30 p.m. Después de esa hora, se retiran a realizar actividades sociales comunes en adolescentes, prácticas deportivas o artísticas.
"Es importante que además de la presión tengan el espacio de desarrollarse fuera de las aulas como lo que son: personas jóvenes. Por eso acomodamos la malla curricular en ese horario", comentó Piedra.
Por otro lado, existe una línea sólida de permanencia del profesorado, ya que una gran parte lleva décadas ejerciendo en el colegio para crear "una cultura educativa sólida y un acompañamiento cercano a cada estudiante".
Por su parte, en las sedes del Golden Valley el énfasis se coloca en el equilibrio entre exigencia académica y acompañamiento emocional.
Kimberly Fonseca, miembro de la directiva para todas las sedes, aseguró que la preparación académica va de la mano con el bienestar de los estudiantes. Por eso, tienen un equipo de psicólogos y orientadores escolares que trabajan en conjunto con los docentes para ayudar a los estudiantes a manejar la presión de la etapa previa a la universidad.
El colegio aplica el "pensamiento hexagonal", que ayuda a los alumnos a relacionar conceptos y fortalecer la comprensión profunda ligada a la lógica. Según Fonseca, esto permite que los estudiantes desarrollen habilidades de razonamiento, toma de decisiones y pensamiento crítico de forma continua aplicables en las pruebas de aptitud académica de las universidades.
"Todo lo que son análisis de texto, comprensión lectora, resolución de problemas matemáticos y razonamiento lógico son parte diaria del estudio de los chicos", afirmó.
Por otro lado, al ser parte del Bachillerato Internacional, también incluye asignaturas como Critical Thinking y Business, complementadas con proyectos interdisciplinarios, debates guiados y simulaciones.
En cuanto a la personalización del aprendizaje, cuentan con dos comités de especialistas dispuestos a atender a los estudiantes con necesidades especiales, habilidades sobresalientes, coeficiente intelectual alto o neurodivergencias para adaptarse a sus necesidades.
¿Qué dicen los expertos?
Tanto Karen Mora, profesional en orientación familiar con experiencia en el sector educativo como Karen Calvo, coordinadora de la PAA de la UCR, coincidieron en que el secreto no está solo en memorizar contenidos, sino en combinar preparación académica, manejo emocional y desarrollo de habilidades cognitivas.
Según Mora, los estudiantes que sobresalen en la PAA no solo dominan los contenidos, sino que también saben organizar su tiempo y manejar la ansiedad antes y durante el examen.
"Un estudiante puede dedicar horas a estudiar, pero si no identifica en qué áreas necesita más apoyo, su esfuerzo se dispersa", explicó.
Además, declaró que uno de los puntos definitorios de los colegios con altos puntajes es incluir sesiones de acompañamiento psicológico y talleres de manejo de estrés, actividades que fortalecen la resiliencia académica.
Por su parte, Calvo aportó un análisis más técnico con base en sus observaciones en la coordinación de la prueba.
"Las instituciones que destacan no se limitan a enseñar contenidos: enseñan a pensar y razonar en la práctica, como con simulaciones de debates; preparan a los estudiantes para interpretar preguntas complejas, identificar información clave y aplicar conceptos en contextos distintos", sentenció.
Muchos estudiantes fracasan no porque no sepan, sino porque no manejan la estructura del examen: cómo administrar el tiempo, cuándo pasar de una sección a otra, cómo abordar preguntas difíciles sin bloquearse", señaló.
También destacó que las instituciones exitosas incorporan simulacros periódicos, retroalimentación detallada y análisis de errores, lo cual permite a los alumnos ajustar sus estrategias continuamente. "Cada error se convierte en una oportunidad de aprendizaje, y eso marca la diferencia en los resultados finales", afirmó.
Las instituciones educativas mencionadas comprendieron que la preparación para los exámenes de admisión no se limita a memorizar contenidos, por eso su clave se basa en el desarrollo de habilidades analíticas, comunicativas y de razonamiento que no solo les permitan rendir con éxito el día de la prueba, sino también enfrentar los retos del futuro.