¿Creer en la ciencia?
El lema ‘Creer en la ciencia’ se usa ahora para apoyar cualquier afirmación
El lema ‘Creer en la ciencia’ se usa ahora para apoyar cualquier afirmación. Hace no mucho se defendía con él la racionalidad; hoy se usa para aparentar fortaleza sin tener que argumentar. Cualquiera que conozca cómo funciona la ciencia moderna, y los cientos de miles de artículos que se publican cada año, sabe que quien rebusca siempre encontrará un trabajo con las conclusiones que le convengan. Hay que empezar definiendo los términos del lema. ‘Creer’ y ‘ciencia’ son antagónicos. La ciencia no es un cuerpo de dogmas en los que haya que creer. Es un proceso de acercamiento gradual a la verdad, y con vigencia temporal. Ese proceso solo funciona cuando se rechaza cualquier autoridad diferente a la mente racional. La ciencia nos produce información de muy alta calidad, explicaciones útiles e interpretaciones rigurosas y cautelosas. Nos permite entender y resolver problemas. El término ‘creer’ puede parecer ambiguo porque lo usan tanto los dogmáticos como los científicos, pero sus significados son diferentes. Para el dogmático creer es aceptar, sin dudar, premisas provenientes de un texto de autoridad, bien sea revelado por alguna divinidad, o producido por un líder adorado e infalible. Para él, la duda es irreverente y absurda. Su creencia es superior y la única verdadera, frente a los otros dogmas. En ciencia la palabra ‘creer’ se usa en dos casos. Más frecuentemente se refiere a un consenso respecto a la hipótesis que mejor resuelve un problema. Ese consenso siempre estará sujeto a la duda, que para la ciencia es virtuosa. El otro caso es el de unas pocas teorías que han pasado una infinidad de pruebas. Por ejemplo, serían muy exóticos unos físicos o químicos que no crean en las leyes de la termodinámica, o un biólogo que dude de la evolución. Pero la gran mayoría de problemas científicos están en permanente discusión y cambio. Se dan opiniones diversas, a veces opuestas, todas con algún sustento (que puede no ser definitivo). Los oportunistas escogen entre las posiciones diversas en discusión, aquella que les ayuda a reforzar su creencia dogmática, y la presentan diciendo "hay que creer en la ciencia" (como si todo el resto de hipótesis no existieran). La ‘institución’ que mantiene el sistema progresando es la revisión por pares, pero ella no es un mecanismo de validación. Su gran virtud no es la aprobación, sino el descarte de teorías incorrectas, aunque por un tiempo hayan estado legítimamente en discusión. Hay centenares de ejemplos de "teorías hermosas, arruinadas por un simple hecho, muy feo" (Thomas Huxley). Los científicos son humanos, se equivocan y a veces caen también en tentaciones de éxito inmediato como el que otorgan los likes de las redes sociales. Pero el sistema termina poniéndolos en su lugar, refutando sus afirmaciones cuando son equivocadas. Hace unos años el psicólogo Jonathan Haidt mostró otro problema: la homogeneidad ideológica en facultades de psicología social estaba socavando la imparcialidad, y afectaba la calidad del conocimiento que producían. En algunos campos se empezaron a prohibir temas y a rechazar resultados que no contaran con la aprobación de la corriente ideológica dominante. Esperemos que el sistema de control por revisión de pares siga mostrando su efectividad. Sería importante recuperar en esas áreas (no sucede en ciencias naturales, matemáticas ni ingenierías) la heterogeneidad ideológica, que tiene un valor no menor que el de la diversidad de identidades, aceptada y defendida hoy. A quienes usan el manido lema ‘Creer en la ciencia’ habría que convencerlos de que sería mucho más productiva una invitación a discutir con datos y argumentos, sin convertir ninguna propuesta en dogma de fe. Quien de verdad cree en la ciencia, ante todo duda. @mwassermannl
Frase oportunista
Moisés Wasserman