Francia, ¿la nueva Italia?
No está claro cómo podrá Macron salir de una crisis que se vuelve crónica.
La crisis política en Francia está llegando al punto que muchos la comparan con las que sufría Italia en sus peores momentos de inestabilidad, algo que humilla a los franceses y que obliga a Emmanuel Macron a buscar una salida urgente para destrabar el bloqueo que, en lo inmediato, impide al gobierno presentar un presupuesto para 2026 dentro del plazo legal. Frente a la sorpresiva renuncia del primer ministro Sébastian Lecornu, que duró menos de un mes en el cargo, le encomendó seguir las negociaciones hasta mañana, para "definir una plataforma para la acción y la estabilidad" del país. No está claro, sin embargo, si su misión es rearmar el gabinete o hacer negociaciones para avanzar en el proyecto de presupuesto. Difícil tarea para cualquier político, más cuando mañana enfrente una Asamblea Nacional (AN) donde los dos bloques opositores no tienen intenciones de darle oxígeno al gobierno y la coalición oficialista se ha resquebrajado.
Con su popularidad muy baja y más debilitado con la renuncia de Lecornu, el Presidente afronta ahora los desafíos de la derecha y de la izquierda, que pretenden capitalizar esta crisis. En su coalición ya empezó la lucha por la sucesión. Quedó claro con el rechazo del ministro Bruno Raitelleau, de Los Republicanos, a la composición del gabinete, y con las quejas de Lecornu sobre los "egos" de políticos que ya miran a las presidenciales. Al frente, la derecha nacionalista, Reagrupación Nacional, de Marine Le Pen, presiona por un adelanto de los comicios, los que, según todas las encuestas, podrían ampliar su mayoría relativa y, quizás, permitirle la absoluta, aunque ella misma no podría asumir el liderazgo del gabinete, por estar inhabilitada, pero sí su delfín, Jordan Bardella.
Los "insumisos" de Jean-Luc Mélenchon, que han alegado desde las elecciones del año pasado que le corresponde al arco de la izquierda elegir un primer ministro, piden la renuncia de Macron y llegaron a presentar una moción de destitución que debe ser revisada por la mesa de la AN. Si bien un juicio político está considerado en la Constitución, el proceso es tan complejo que no se ha utilizado nunca y tendría pocas posibilidades de éxito. Los socialistas no se sumaron a esa iniciativa ni tampoco buscan adelantar las elecciones, porque prefieren demandar derecho a formar ellos el gabinete. Esta es una opción que pudo estar sobre la mesa, pero ha sido descartada por las exigencias que ponen: aplicar un impuesto a las grandes fortunas y revertir la reforma de pensiones, un preciado logro de Macron que no está dispuesto a ceder, porque está en el centro de su propuesta para ordenar las finanzas.
Todos los esfuerzos estarán ahora centrados en salir del empantanamiento político para avanzar en un presupuesto aceptable para la mayoría, pero que siga los lineamientos de austeridad necesarios para manejar la complicada coyuntura económica. Francia, la segunda economía de la Unión Europea, tiene una deuda pública de 114 por ciento del PIB y un déficit de 5,8 por ciento, casi el doble de lo aceptado en la UE. La caída en su grado de inversión no ayuda, porque los créditos están cada vez más caros y los bonos casi en nivel de basura. Con el encargo encomendado a Lecornu, Macron apenas ganó unos días, pero tendrá que definir pronto el rumbo.